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En directo - Vivito y coleando

Aquí y en la Cochinchina los medios de comunicación trabajan arduamente sus titulares. Un buen titular despierta. Invita a leer la noticia. Atrapa. Pero sucede que los medios, en su afán por conseguirlo, a veces alteran la noticia misma. El proveedor de noticias EFE acaba de hacerlo conmigo divulgando, el pasado jueves veintiocho de octubre, noticias desde París. Pero, aunque no dije así lo que dijeron que dije en mi reciente discurso pronunciado en la UNESCO a propósito del 50 Aniversario del asesinato de las Hermanas Mirabal y de Rufino de la Cruz, ante el hecho de que precisamente en este cincuenta noviembre del brutal homicidio de mi madre y mis tías, en el Congreso del que formo parte se tengan que convocar Vistas Públicas para escuchar el parecer de los diversos sectores y ciudadanos interesados en el proyecto de Ley que crea el Museo Histórico de la Era de Trujillo, no estoy para despolarizaciones vinculadas a este tema. De modo que no me queda más remedio que reafirmarlo: el trujillismo en este país está vivito y coleando.

"Recientemente, en la República Dominicana, donde el trujillismo está más vivo de lo que quisiéramos aceptar y con las recientes publicaciones reivindicativas de lo que fue aquel régimen, de proyectos de panteones para el tirano y conatos de propuestas de instalar -con financiamiento público- museos dedicados a ese tiempo nefasto que persisten en querer llamar "Era", considero más importante que nunca que la historia de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, así como todas las acciones heroicas de todos los tiempos difíciles de represión y asesinato que hemos vivido, sea incansablemente contada". Eso fue lo que dije en el discurso que titularon: Huérfana de "Las Mariposas" Minou Tavárez dice en París que "el Trujillismo está más vivo que nunca". Se queja de la indiferencia de los Estados y la falta de voluntad política.

¿Qué significa eso de que el trujillismo siga vivo? Nostalgias y comportamientos autoritarios apreciables a todos los niveles. Aquí al director de un simple departamento no sólo se le distingue llamándole "Jefe", sino que como tal se comporta: Jefea como si su rango no terminara donde comienzan los derechos ciudadanos de sus subordinados. Pero también en el miedo al disenso, en el temor al conflicto de los subordinados, en la adulación y el servilismo frente a la autoridad o en la permanente aceptación de nuestros males y omisiones, en el "no hay nada que hacer" se aprecia la sobrevivencia del trujillismo...

Peor: se refleja en la sumisión de los poderes del Estado al Poder Ejecutivo, en las caravanas y la enorme cantidad de hombres armados que cuidan a nuestras autoridades democráticas, muy por encima de lo aconsejable en un país sin crímenes políticos desde los gobiernos de Balaguer. Y entonces se cometían desde el Estado.

Está claro que la democracia sigue teniendo un sinnúmero de asuntos pendientes en nuestro país. Y que hay que construirla también en la cotidianidad. Desde las palabras, que son espejos del pensamiento, hasta todos los poderes del Estado, incluyendo al Legislativo. Una cosa lleva a la otra. Si en el lenguaje dejamos que la fiera viva y se pavonee en su aspecto invisible, que se haga uso y costumbre invocar al "Jefe" como talismán que puede remediar las debilidades de nuestra democracia, lo de la ley que pretende traer los restos del tirano al país para hacer un museo de la "Era" en San Cristóbal, es el aspecto visible del tema. La otra cara de la moneda. Los estertores de una fiera que se niega a morir. En mayo del 1961 ajusticiaron a Trujillo, pero el trujillismo sobrevive casi como una cultura.

Si bien es cierto que ese asesinato -ordenado personalmente por Trujillo- signaría la caída de la dictadura, precipitando el descontento nacional, provocando el rechazo internacional y poniéndole fecha y hora a la muerte misma del tirano, no es menos cierto que es largo todavía el camino para que tengamos una democracia con todas las de la ley.

¿Un museo sobre la "Era" de Trujillo con identidad jurídica y pagado con los fondos de todos y todas? El que se hagan Vistas Públicas y se dé "la oportunidad a todo el que desee dar su opinión en torno al tema" es la evidencia que nos protege, la muestra de que no le arrebatamos el derecho al disentimiento, a la palabra misma, a la vida de nadie. Eso sí, los muertos del régimen no tendrán la oportunidad de opinar en esas Vistas Públicas convocadas por la Comisión Permanente de Cultura de la Cámara de Diputados. Y por mucho que se escuchen "las diversas opiniones, las ideas acabadas de lo que piensan los dominicanos sobre la creación de este museo", tendremos que conformarnos -reproduciendo una técnica heredada del Trujillato- con sepultarlos de nuevo.

La violencia de género es una de las más graves amenazas para la convivencia humana en todas las regiones del planeta y sigue siendo en nuestro país una asignatura pendiente. Estoy segura de que si Patria, Minerva y María Teresa no hubieran sido asesinadas, -Oh, asesinadas- estarían combatiéndola y combatiendo el rampante autoritarismo machista latente en todos los niveles de la sociedad, incluyendo el Estado -¡sólo dos ministras y 39 diputadas de 183! -en un activismo similar al que las hizo entregar sus vidas por la democracia dominicana.

Por todo lo anterior estaré ahí. Presente. Vigilante. Porque a trabajar por la democracia vine al Congreso y a trabajar me quedo. Porque me duelen en todo el cuerpo los muer- tos de las dictaduras de cualquier rincón del mundo. Y me niego a que sus luchas y sufrimientos hayan sido en vano.

En otras palabras: el que a estas alturas del Siglo XXI se haya tenido que convocar esas Vistas Públicas es, de fondo, la viva muestra de que el trujillismo en nuestro país sigue más vivito y coleando de lo que nos merecemos.