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Chile: nueva oportunidad para la democracia

El triunfo de Boric en Chile plantea una serie de desafíos

El domingo pasado se celebró la segunda vuelta de las elecciones en Chile con calificaciones que intoxicaron la comunicación política, y promovieron la irracionalidad. Unos atacaban el fascismo de José  Antonio Kast y otros el comunismo de Gabriel Boric. Una parodia que dividió y polarizó aun más a la sociedad chilena. Finalmente ganó Boric de forma limpia y ordenada. 

Su triunfo plantea muchos retos para el país andino y toda Latinoamérica. Pero el gran reto político no es tanto si es de izquierda o derecha pues esa discusión es parte de una democracia madura y saludable. El reto hemisférico es entre la democracia y la anti-democracia, esta última con tintes anacrónicos de izquierda o de derecha. 

Ambos candidatos modificaron su plataforma política y agenda de gobierno buscando moverse al centro político. Conscientes de que desde los extremos se profundiza la exclusión. Boric logró que la izquierda democrática del siglo XX le apoyara. De esa forma, esa izquierda insurgente de siglo XXI que él representa se acercó al centro. Falta ver si forman gobierno juntos, espero lo hagan, pues el estallido social de octubre de 2019 fue canalizado constitucionalmente gracias al esfuerzo y a la capacidad política de la izquierda democrática. 

Es evidente que Chile vive un proceso épico de su historia. Desde el golpe de estado contra Salvador Allende a la fecha el camino ha sido largo. Aunque la racionalidad económica contribuyó en Chile logrando éxitos innegables, la triste experiencia de aquel septiembre de 1973 estaba ahí, pendiente de ser reconocida, enfrentada y confrontada. La ciencia sistémica se impone a la racionalidad cartesiana. 

De esta forma se cierra un ciclo en Chile que se inició tras la dictadura de Augusto Pinochet, con la entrada de la Concertación y Patricio Aylwin: la reconstitución democrática de la nación. Y nace un nuevo ciclo con la nueva constitución nacida, en principio, de la ciudadanía. Gabriel Boric representa el nuevo ciclo político. El presidente electo de apenas 35 años de edad tiene ya la característica de ser un gobierno con dos misiones muy concretas: acompañar la Convención Constitucional para aprobar la nueva constitución en el plebiscito de salida y activar la economía con innovación y colaboración de todos los sectores.

Lo primero lo veo fácil. Lo segundo, es su gran meta, para ello debe unir la sociedad chilena. Necesita amplitud de miras, apertura democrática, seguir acercándose al centro político donde habitan no solo ideologías diferentes a la suya, sino un universo de independientes, de personas apartidistas, apolíticas y anti políticas como lo demostró la intención de votos en la primera y segunda vuelta de Chile.

Y vuelvo al reto de nuestra américa, si Gabriel Boric tiene que defender con las armas su ideología, como se hace en Venezuela, Nicaragua y Cuba, y como en su momento se usó contra Salvador Allende, profundizará la división, la violencia, tomará el camino del fracaso. El círculo vicioso continuará, ahogando el ciclo histórico. El camino de Gabriel Boric no es el de Fidel Castro, Daniel Ortega ni Hugo Chávez, es el de Mujica. No es el camino de la antidemocracia, es el camino de la democracia

Lo digo porque es real, el siglo XXI se ha caracterizado no sólo por el retroceso de la razón, sino por su sistematización, a tal magnitud que hemos llegado a pensar que la robotización colectiva no es un resultado de la innovación tecnológica, sino de la estupidez humana, que está pariendo unos colectivos tan profundamente fanatizados que aseguran que la tierra es plana, que en Cuba hay democracia, que Elvis Presley y John Kennedy Jr. están vivos. 

Los extremismos de derecha e izquierda agitan, fanatizan, irrumpen capitolios, pero son pésimos para gobernar. La izquierda democrática de Chile ha sido clave en los últimos 30 años, y más recientemente volvió a demostrar su gran visión de Estado, en medio de las protestas. La izquierda insurgente del siglo XXI irrumpió con éxito, pero tuvo fracasos evidentes por si solos, lleno de violencia y locuras autoritarias. Sus éxitos concretos, medibles fueron gracias a esa otra izquierda democrática, madura, con vocación y visión de estado. 

Que Chile siga siendo más democrática y socio económicamente próspera es la cuestión, eso sólo se logra cuando se gobierna desde el centro: el sol de la política. 

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Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.