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¿El fin de la pandemia?

La variante omicrón, ya dominante, presenta un reto endiablado: su tasa de contagio supera en un múltiplo importante al de anteriores cepas

Cada comienzo trae su carga de incertidumbres. El año 2022 no es la excepción. En su devenir surgirán múltiples eventualidades. Algunas podrían concretarse en reveses, sufrimientos. Otras en triunfos, satisfacciones. Es la historia del trayecto de la humanidad. Lo que va a ocurrir nadie lo sabe. Si hay algo inescrutable es la casualidad cósmica. 

Hay acontecimientos actuales que tienen un parecido con la tormentosa experiencia que sufrió la humanidad en la década de los 80 del siglo pasado. 

En aquellos años tan problemáticos el petróleo disparó su precio, asegurar la disponibilidad de crudo se tornó en el eje de la diplomacia, la inflación mundial se encumbró, las tasas de interés se dispararon, la deuda pública alcanzó caracteres críticos y el cumplimiento de su servicio se derrumbó dando lugar a la llamada década perdida en Latinoamérica. Y nuestro terruño sufrió el cierre del crédito comercial en divisas vía la suspensión de la apertura de cartas de crédito.

Ante el desafío los pueblos se superan. Trabajan con tesón para minimizar los daños, crear oportunidades y encumbrarse sobre la adversidad. A base de sacrificios, esfuerzos y buen liderazgo el país pudo recomponer su economía, consolidar las finanzas públicas, poner las bases para la expansión de la manufactura de zonas francas y del turismo y fortalecer el crecimiento en un ambiente de estabilidad.

Ahora empieza un año con nuevos desafíos. Afloran tensiones en la economía mundial: rupturas en la cadena de abastecimiento de combustibles y escalada de su precio, inflación, alzas esperadas en las tasas de interés, abultamiento de la deuda y posibilidad de incumplimiento de su servicio. Existe el riesgo del estallido de un conflicto entre Rusia y Ucrania, que involucraría a los países aliados en la OTAN. O entre China y Taiwán. Otras eventualidades irrumpirán en el escenario global en forma inesperada.

En el plano interno continúa vigente la necesidad de consolidar las finanzas públicas y de profundizar las medidas de racionalización del gasto y recuperación de ingresos, al tiempo que existe un alto potencial de producción agropecuaria exportable a la espera de la ejecución de políticas que le den impulso.

El mayor reto que enfrenta el país es el de frenar la pandemia del coronavirus, ahora bajo la variante omicrón. Las autoridades han manejado con acierto la situación sanitaria. Los niveles alcanzados en vacunación son relativamente altos. Ese ha sido el secreto para lograr tasas bajas de letalidad en la población. 

De lo que se trata es de evitar, en la medida de lo posible, que mueran dominicanos contagiados por el virus y de crear un ambiente interno que facilite el normal desenvolvimiento de las actividades económicas.

Ya transcurridos dos años de pandemia las medidas extremas como el confinamiento y el toque de queda, no constituyen una opción. A nadie escapa la necesidad imperiosa de mantener el desempeño normal de las actividades económicas y de todo tipo, incluidas las educativas. La alternativa indeseada es el cierre de las actividades, que traería como consecuencia la desarticulación de la cadena productiva, pérdida de oportunidades de trabajo y de ingresos, con lo cual el riesgo de explosión social se acentuaría. 

La variante omicrón, ya dominante, presenta un reto endiablado: su tasa de contagio supera en un múltiplo importante al de anteriores cepas. Por fortuna también muestra una debilidad aprovechable: letalidad muchísimo más baja que las anteriores. 

El liderazgo mundial ha entendido que se presenta la oportunidad de dar finiquito a la pandemia mediante el expediente de dejar que se acelere el contagio y se alcance la inmunidad de rebaño bajo riesgo relativamente controlado. 

Lo anterior implica no volver a confinar ni a adoptar medidas extremas, no luchar con plenitud contra una corriente de fuerza descomunal que de todas maneras alcanzará a la población. 

El instrumento crítico que hará posible el éxito de esa estrategia será el de asegurar la colocación de la pauta completa de vacunación (las tres dosis) más un refuerzo adicional. 

A los dominicanos nos toca colaborar activamente para alcanzar la meta y superar este flagelo. La alternativa del confinamiento no es funcional, ni resuelve nada. Al contrario, agravaría la situación colectiva pues causaría la pérdida del pulso económico y social y sometería al colectivo a la posibilidad de colapso.

En consecuencia, la atención tiene que concentrarse en completar en breve plazo la pauta de vacunación y en exhortar a las personas más vulnerables a extremar las precauciones. 

En el pasado superamos retos inmensos y los convertimos en oportunidades. Ahora debemos hacer lo mismo. 

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.