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Más sobre altruismo magisterial (1)

El primer plan decenal cumple ahora 30 años. Desde entonces el presupuesto de Minerd ha crecido de US$100 millones para atender a 1.1 millones de estudiantes en el sector público a US$4,000 millones para atender el doble de cantidad de estudiantes

El artículo anterior titulado Altruismo magisterial diluido despertó muchas reacciones. El grupo autodenominado “Los amigos del viejo” lo tomó como tema de tertulia y el diálogo fluyó con intensidad como sigue: 

El viejo menor dijo: 

—La narración de Eduardo sobre el proceso de degradación de la educación dominicana es muy buena, y la exposición excelente. Pero tiene un pecado: atribuye toda la culpa a los maestros, y no es así. Hay una parte que no es así. No se les dio a los maestros lo suyo. El salario real magisterial pasó gradualmente a ser penoso, más miserable que el de cualquier obrero analfabeto. Eso provocó que los propios profesores se fueran convirtiendo en analfabetos, pues mantenida esa situación por largo tiempo llevó a la profesión docente a pasar gradualmente a manos del que no daba para otra cosa.

El filósofo Vitriólico, sorprendido, cariacontecido, intervino y expresó:

—Si, viejo menor. Entiendo tu planteamiento. Ese proceso ocurrió. Pero no deja de ser cierto que a los maestros se les dio lo suyo en metálico y en naturaleza. En esa etapa que mencionas no se les mejoró el salario lo suficiente pero tampoco se les exigió calidad para que pudieran enseñar. Se les dio lo suyo en la peor forma: degradando la profesión. La víctima fue el estudiante. Luego el triunfo del movimiento del 4% para la educación alteró la ecuación: aumentó sus ingresos sin exigirles calidad en la enseñanza. De nuevo la víctima fue el estudiante.

—Pero no se puede exigir a los maestros lo que ellos no pueden dar. —replicó el viejo menor y Vitriólico le respondió:

—Mi querido amigo, yo no les exijo nada. Es el país quien no puede darse el lujo de pagar de sus recursos escasos para que los maestros enseñen y no lo hagan. De pagarles para hacer lo que supuestamente están preparados para hacer y no lo están. Hay que cortar por lo sano. El mundo avanza. La competencia arrecia. Las excusas no son válidas. 

El viejo menor ripostó y recordó que:

—Cuando se dispuso el 4% se creyó que mejorando los salarios y construyendo más escuelas se mejoraría la educación. Era tarde para eso. Había que comenzar por construir un nuevo magisterio. Y eso toma tiempo. Seguimos con el mismo magisterio y con el mismo sindicato. Lo fundamental era cambiar el magisterio. Había que traerlos de fuera y políticamente era difícil. La lógica política y la técnica eran diferentes. 

El viejo intermedio se asomó a la conversación y en tono enigmático exclamó:

—Racionalidad e irracionalidad en economía y ahora en tiempos de Covid.

Por su parte, el viejo mayor, contemplativo y agudo, intrigado por el giro de la conversación, en tono profesoral explicó:

—El primer plan decenal cumple ahora 30 años. Desde entonces el presupuesto de Minerd ha crecido desde US$100 millones para atender a 1.1 millones de estudiantes en el sector público a US$4,000 millones para atender el doble de cantidad de estudiantes. En esos 30 años todo ha mejorado en el sistema menos el número de horas de docencia efectiva, la efectividad de los profesores y el aprendizaje de los estudiantes. No porque sea imposible sino porque nadie está en eso.

Vitriólico asintió y espetó:

—Exacto. No están en eso porque están inmersos en el dame lo mío y en la politiquería. Y es verdad: no solo los maestros son los culpables pero se han convertido en parte relevante del problema en vez de ser elementos indispensables para la solución. Ese es el cáncer que corroe al sistema educativo. Y hay que extirparlo a las bravas. No hay otra forma de hacerlo.

El viejo menor apretó su discurso y lanzó la andanada:

—Es fácil teorizar; difícil ejecutar. Si sabes como hacerlo, entonces dilo ahora.

Vitriólico la recibió y expresó:

—Hay asuntos que saltan a la vista y constituyen el comienzo de la solución. Por ahí es por donde debería de empezarse. La política tiene que ser erradicada del sistema educativo. El gremialismo magisterial salvaje también. Si hay que cancelar funcionarios, que se haga; si hay que importar maestros, que se ejecute. El aprendizaje y la calidad profesoral deben de estar por encima del afán clientelar y del gremialismo. El horario extendido debe cumplirse con contenido sustancioso. Y no perder un solo minuto de docencia. Las reuniones del magisterio que las hagan en sus horas libres.

El viejo mayor, a modo de Sócrates, remató:

—Sin pasión, disciplina, compromiso y trabajo duro , ningún sistema mejora.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.