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Miedo y afición a la reforma constitucional

Han sido tantas las modificaciones hechas a la Consitución que la sola mención de volver a experimentar ese proceso ha devenido en trauma. Ya son 39 modificaciones hechas en 14 períodos de gobierno”, dice el Filósofo

A continuación transcribimos la conversación de dos personajes sobre el proyecto de reforma constitucional propuesto por las autoridades. 

—Profesor Vitriólico, ¿usted se da cuenta de que no es lo mismo gobernar que estar en la oposición? Y el profesor le responde:

—Así es la naturaleza humana. La personalidad se adapta a los roles que debe caracterizar. ¿Qué te atormenta?

—El Gobierno ha propuesto modificar la Constitución -explica Abimbaíto -. Asegura que el propósito es satisfacer un viejo anhelo social de que la justicia sea independiente, no subordinada al poder ejecutivo ni usada como instrumento de control político. Ante intenciones tan claras me llena de perplejidad que los partidos de oposición armen una alharaca y se opongan. 

—Abimbaíto, olvidas que en el terreno político es palo si boga y palo si no boga. Además, muchos piensan que es hora de dejar tranquila la Carta Magna, mientras otros advierten que lo que no se ve en este asunto es más relevante que lo se ve. 

—Filósofo, la política no debe centrarse en el bloqueo a las iniciativas, sino más bien en hacer aportes para mejorarlas. Al fin y al cabo se supone que todos persiguen el bien común. ¿No es así?

—Es mucho suponer. Todos persiguen llegar al poder. Los más (no lo dicen, pero sus actos lo evidencian) para disfrutarlo e intentar quedarse para siempre en el usufructo de esas mieles; los menos, muy exigua minoría, para tratar de reformar la sociedad y alcanzar grados de desarrollo más altos. 

—Querido profesor, ¿no es demasiada descarnada esa caracterización? En el primer caso, se trata de quienes utilizan la política como instrumento de ascenso social y económico ¡para sus actores!; en el segundo, de iluminados (muy escasos), que persiguen llevar a cabo transformaciones profundas. No temen al costo político y se mueven inspirados por el afán de trascender. 

—Lo comprendo, filósofo, pero deberían existir argumentos para apoyar u oponerse a las propuestas. ¿Cuáles son los argumentos que esgrimen? 

—Abimbaíto, conviene que sepas que existe el llamado síndrome del mosqueo, basado en la falta de confianza o en la incertidumbre de no saber lo que está por detrás de las propuestas. En política nunca se abandona la creencia de que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.

—Filósofo, la duda no es justificación válida. 

—Cuando logres mayor flexibilidad mental podrás darte cuenta de que cierto umbral de recelo y de sospecha se justifican porque están amparados en experiencias traumáticas vividas por este país. Han sido tantas las modificaciones hechas a la Consitución que la sola mención de volver a experimentar ese proceso ha devenido en trauma. Ya son 39 modificaciones hechas en 14 períodos de gobierno. 

—¿Acaso usted lo afirma porque el PRSC, el PRD, y el PLD modificaron la Constitución con el objetivo de facilitar la reelección presidencial, aunque adornaran la intención agregando otros embelecos?

—Acabas de decirlo, Abimbaíto. Ellos conocen a fondo las motivaciones que tuvieron para proponer y concretar aquellos cambios. 

—Ahora lo entiendo. Usted parece sugerir que aquellos que pecaron y reiteraron la comisión de su pecado, ahora desean evitar que las nuevas autoridades caigan en la misma tentación. ¿No será que actúan impulsados por el sentimiento partidista, más que por un espíritu de rectificación y reivindicación?

—Como joven que eres, haces gala de pureza e ingenuidad. Ojalá no las pierdas nunca. 

—Y usted, como mayor, hace gala de sabiduría conservadora, con temor a comprometerse a fondo. Hable sin pelos en la lengua y déjese de miedos. 

—Te lo diré sin aspavientos. Creo que a esta sociedad se le presenta una magnífica oportunidad para alcanzar un acuerdo que permita blindar en la normativa jurídica la independencia del Poder Judicial para que no pueda ser manejado por el órgano ejecutivo, como ha sido tradición. Sería la única manera de que la ley se aplicara en igualdad de condiciones para todos, de poner fin al flagelo interminable de la corrupción y de moderar la práctica clientelar.

—Filósofo, si fuera así entonces más razones habría para que la oposición apoyara la propuesta.

—Estoy convencido de que la van a apoyar. Hay que darles espacio para sus escarceos y juegos; ofrecerles garantías de que la reforma no se utilizará para abrir otras vías, ni para alterar el equilibrio de fuerzas. La iniciativa merece ser enriquecida. Podrían acordar imponer un texto constitucional preacordado para evitar sorpresas. O utilizar la ley como medio para conseguir los principales objetivos. Lo importante es avanzar hacia la meta deseada. 

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.