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Otra vez el tránsito en SD

Los tapones son consecuencia del desorden en el tránsito

Dos viejos amigos se reúnen y dialogan:

—En estos días me ha tocado transitar temprano por la mañana por la avenida Charles Sumner, en Los Prados, en medio de la crispación y el malhumor de los conductores. Me resisto a aceptarlo. Es inexplicable que las autoridades competentes en materia de movilidad y tránsito urbano sigan impasibles ante tan monumental desorden. —se queja Cucharita. 

 Abimbao le responde: —No es novedad. Es como si el tiempo parara y dejara al país congelado en una foto. 

—Lo peor es que desbaratan con los pies lo que se desea hacer con la cabeza —insiste Cucharita—. Negligencias como esas empañan los esfuerzos del presidente por mejorar el tránsito. Por ejemplo, la apertura de los corredores de la Núñez de Cáceres y de la Churchill, la expansión de las líneas del metro, los planes de solución del embotellamiento vehicular que se produce en el kilómetro 9 de la autopista Duarte.

—En concreto ¿cuál es el problema que te mortifica? —replica Abimbao. 

 Con fuego en los ojos, Cucharita explica: —En la Charles Sumner desemboca el flujo de vehículos que baja por la calle Dr. Defilló desde la Kennedy y el que sube desde Los Praditos. Al llegar, unos doblan hacia el este, otros hacia el oeste, se entrecruzan, taponan la calle y pugnan por pasar. La arteria se bloquea. 

—¿De qué te asombras? Eso sucede en muchos lugares. 

—Abimbao, las autoridades que rigen el tránsito consienten con indiferencia que los vehículos aparquen a ambos lados de la Charles Sumner. Solo dejan un carril para circular hacia la Churchill (este) y otro hacia la Núñez (oeste). Es una olla de presión que en cualquier momento explota. Los dominicanos tienen gran capacidad de adaptación a las circunstancias más inverosímiles, pero todo tiene su límite. 

—Ya entiendo. El resultado es el sálvese quien pueda. 

—Da pena que las autoridades encargadas de la movilidad urbana tracen planes convenientes y funcionales para solucionar esos problemas, sepan bien cómo enfrentarlos, pero huyan como el diablo a la cruz a tomar decisiones y dejen a sus espaldas un preocupante vacío de autoridad. No tienen perdón de Dios. No se dan cuenta de que asumen el mayor descrédito. 

—Limita tu desahogo. ¿Tienes alguna solución concreta que aportar?

—No soy experto en nada. Sin embargo, la curiosidad me lleva a entrometerme en todo. Pienso en el interés de los demás, no en el mío. 

—Ve al grano.

—Te menciono algunas posibilidades: colocar agentes de tránsito en la intersección de la Charles Sumner con Nicolás Ureña de Mendoza y la Dr. Defilló; instalar un muro divisorio en ese tramo; impedir que los conductores usen la calle como parqueo; organizar la carga y descarga de mercancías para permitirla solo en horas nocturnas; tener disponible una grúa para hacer respetar estas disposiciones. En otras palabras, ejercer la autoridad legítima y democrática en lo que se requiere. Es todo. 

—Luce fácil Cucharita. Es cuestión de asumir los roles que pertenecen a cada cual.

—Te pongo otro ejemplo. En la intersección de la calle Lorenzo Despradel de la urbanización La Castellana con la Mejía Ricart hay que encomendarse al señor, de lunes a viernes, para no desear nada malo a las madres de los funcionarios que permiten que se escenifique el desorden que allí ocurre con reiteración. 

—No sabía que era para tanto. 

—En esa intersección los vehículos suben, bajan, doblan, se tapan, topan, bloquean, sin que nadie actúe. Dos cuadras más adelante, en la Carmen Mendoza con Mejía Ricart, un par de negocios tienen secuestrada la calle como parqueo exclusivo y frenan el flujo. Y, como si fuera poco, los vehículos que bajan por la Mendoza al llegar a la Mejía Ricart doblan a la derecha o a la izquierda, como les plazca, interrumpiendo la circulación. 

—Supongo que no es tan difícil solucionar problemas tan puntuales, ¿verdad que no? 

—Las soluciones están a la vista para quienes tengan interés en solventar los problemas de la comunidad y son invisibles para aquellos que sueñan con llegar a posiciones de poder solo para ejercerlo, disfrutarlo, exprimirlo y satisfacer su ego.

—¿Se te ocurre algo más?

—Estos problemas pueden resolverse con sentido común y medidas sencillas. Hace falta, sobre todo, que las autoridades responsables de la movilidad urbana y del tráfico hagan uso continuo de pantalones de ruedo ancho y pesado, acompañados de un sobrecito de alcanfor de responsabilidad y una dosis de cundeamor del cumplimiento del deber.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.