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El trabajo doméstico

“La solución no es dejar de regularizar al servicio doméstico, sino enfrentar el coladero migratorio mediante la aplicación estricta de las normas y la reforma del Código de Trabajo para atenuar el impacto de la cesantía confiscatoria.”

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El trabajo doméstico

Abimbaíto y Vitriólico dialogan sobre el empleo doméstico.

—Maestro Vitriólico, –dice Abimbaíto–, ya es hora de que hablemos de la regularización del trabajo doméstico y de su inclusión en la seguridad social. A gente pensante como nosotros nos corresponde plantear temas de envergadura. 

—Admiro tu disposición– responde Vitriólico.

—Regularizar el trabajo doméstico, darle formalidad y protección social, es un paso de avance. Es importante establecer un salario mínimo con dormida y sin dormida y al destajo, el número de horas de trabajo, brindar acceso a las prestaciones de salud, pensiones y accidentes laborales.

—Abimbaíto, suena bonito, pero tiene sus bemoles. Ojo pelao, pelaíto.

—¿Está usted en contra de la mejoría de las condiciones de vida del servicio doméstico?

—No, jamás. Pero hay que reconocer que no todos los hogares están en condiciones de cumplir los requisitos de llenar formularios, registrarse, retener la parte del empleado, ni transferir cada mes el importe de la cotización que le correspondería hacer. 

 —Parece raro, maestro Vitriólico, que usted ponga trabas al progreso social. En los países organizados el servicio doméstico está formalizado, cotiza a la seguridad social. En España están proponiendo que se le reconozca el derecho a recibir prestaciones por desempleo.

—No le pongo trabas. Lo apoyo, aunque sé que trastornará la apacible vida que se vive en muchos hogares y llevará poco a poco a la extinción de este servicio, por lo menos en la forma en que se conoce ahora, pues es una reminiscencia de la sociedad rural, con lazos parecidos a los de sociedades feudales. El proceso culminará con la progresiva integración de estos trabajadores a la prestación de servicios en empresas o con la emigración. El trabajo en los hogares será esporádico, por horas. 

—Maestro, entonces ¿está usted de acuerdo con la regularización? 

—Lo estoy, Abimbaíto, pero hay aspectos inquietantes. 

—¿Cuáles son? 

—Es raro que un sabelotodo como tú todavía no se haya dado cuenta. Si hubiéramos aprendido la lección trataríamos este asunto con sumo cuidado. ¿Sabes lo que podría ocurrir?

—Dígame qué, maestro. 

—Podría suceder que las amas de casa intensifiquen la contratación de haitianas indocumentadas para que presten labores de servicio doméstico (ya lo están haciendo), y, por esa vía, sustituyan a las dominicanas. De esa manera los hogares evadirían la obligación de regularizar la relación laboral. Habríamos ganado mucho en formalización del trabajo doméstico en el papel, pero en la práctica asfaltaríamos el camino de la desnacionalización de nuestra patria.   

—No había pensado en esa posibilidad.

—Te recuerdo que esa ha sido la ruta que ha seguido la invasión, perdón, la inmigración haitiana ilegal masiva para establecerse en el país y desplazar a los dominicanos de sus puestos de trabajo. 

—Luce inquietante lo que usted plantea, maestro Vitriólico. 

—Fíjate, la invasión inmigratoria haitiana empezó por el mundo rural donde impera la informalidad y la rentabilidad es baja e incierta. Exigir en esas condiciones el registro de los trabajadores en la seguridad social, con el alto costo del pasivo laboral que implica formalizarse, llevó a los empleadores a sustituir trabajadores dominicanos por haitianos. Así evitaron registrarlos, eliminaron el problema del pasivo laboral, sobre todo de la cesantía y su efecto multiplicador de los costos, y contrarrestaron las penalizaciones que sufre la agropecuaria, entre ellas el intento permanente de controlar sus precios. 

—Filósofo, eso sucede solo en las explotaciones agropecuarias informales, no es el caso de las empresas formalizadas, ¿verdad que no?

—Abimbaíto, para las empresas formalizadas dicen que existe una norma de la DGII que admite como gasto la nómina de trabajadores indocumentados. Esto alienta el empleo de inmigrantes irregulares y viola la ley. 

—Viéndolo así, maestro, parecen demasiados incentivos para desnacionalizar el país. 

—Lo que dije también aplica para la construcción, servicios turísticos y otros sectores como la seguridad de residencias y edificios. O se hace algo en ese aspecto o la nación dominicana se extingue. 

—¿Qué usted propone? 

—La solución no es dejar de regularizar al servicio doméstico, sino enfrentar el coladero migratorio mediante la aplicación estricta de las normas y la reforma del Código de Trabajo para atenuar el impacto de la cesantía confiscatoria. Y establecer condiciones de cotización especiales para la agropecuaria, construcción y servicios, parecidas a las que se proponen para el servicio doméstico. Una cosa debe ir con la otra. De lo contrario, nos encaminamos al suicidio como nación. l

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.