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1973

Fue el año en que Caamaño cayó a manos del gobierno de Balaguer

Ese memorable 1973 fue una suerte de bisagra para los 12 años que iba a permanecer Joaquín Balaguer de manera ininterrumpida en la Presidencia de la República cumpliendo, con algunos percances naturalmente, los postulados que la Pax americana le había dejado como tarea luego de ser elegido en junio de 1966.

A partir de su toma de posesión (1/07/1966), el nuevo mandatario comenzó a apresar sin consideración a dirigentes izquierdistas que habían destacado en la recién finalizada guerra civil en particular aquellos que no comprendieron que la firma del Acta institucional del 3 de septiembre de 1965 no era más que un eufemismo que disimulaba la derrota.

No es necesario levantar una lista de los que cayeron en el primer gobierno de Balaguer (1966-70), sólo hay que leer el poema de Peña Gómez “Lloran las viejas campanas” en el que en cada versión da cuenta del número de excombatientes e izquierdistas caídos entre la toma de posesión de Balaguer en julio de 1966 y enero de 1972 pasando por la muerte de Otto Morales, Amín Abel y Maximiliano Gómez. El verso final “lloran las viejas campanas de los templos coloniales” aludía evidentemente a la “zona constitucionalista” comandada por Francisco Caamaño y en donde se concentraban los militares y civiles que luchaban por la reposición del depuesto gobierno constitucional de Juan Bosch y las fuerzas de intervención militar de Estados Unidos.

En efecto, al iniciarse en 1972 el segundo año del nuevo período presidencial de Joaquín Balaguer fueron abatidos en las inmediaciones de la autopista de Las Américas Amaury Germán, Ulises Cerón, Virgilio Perdomo y Bienvenido Leal Prandy del grupo Los Palmeros considerados entonces contrapartida urbana del coronel Francisco Caamaño que se había desvanecido en La Haya en 1967 abandonando su puesto de Agregado militar en Londres. Esa idea se mantuvo vigente hasta que años después se supo que fuertes desavenencias de criterio y metodología entre Caamaño y Germán Aristy, habían dejado al líder de abril del 65 sin apoyo urbano.

Para los que consideran, como el filósofo Michel de Montaigne, que el azar es una categoría histórica, esta inesperada jugada del azar se hizo evidente cuando Caamaño desembarcó en playa Caracoles el 2 de febrero de 1973, pues su rompimiento con Los Palmeros dejó al coronel de Abril y sus siete compañeros sin logística ni respaldo urbano en las “escarpadas montañas de Quisqueya”.

Con el asesinato del comandante guerrillero el 16 de febrero de 1973, así como con la muerte, apresamiento y exilio de dos de los que escaparon a la emboscada de ese aciago día se dio por terminada la guerrilla de Caracoles.

Al eliminar importantes dirigentes de la izquierda revolucionaria y, de pasada, al líder de la Revolución de Abril del 65, Balaguer, buen alumno, cumplía excelentemente la cartilla de la Pax americana; pero la misión no estaba terminada si no dirigía su mirada a la oposición política democrática del país y es ahí donde el azar irrumpe de nuevo en la historia dominicana reciente aunque no directamente sino como catalizador de la división del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que se veía venir desde el regreso de Bosch de Europa en abril de 1970.

Al Caamaño romper con Los Palmeros, trató de acercarse al PRD y específicamente a Bosch, entonces presidente del histórico partido y le envió un mensaje que Emilio Ludovino Fernández no transmitió inmediata ni personalmente: “Emilio Ludovino Fernández”, afirma Hermann en su diálogo con el general Ramiro Matos, “había traído a Santo Domingo un mensaje enviado por el coronel Caamaño para el profesor Juan Bosch, quien entonces era la máxima autoridad del Partido Revolucionarlo Dominicano. Pero resulta que ese mensaje político llevado por Fernández no había sido transmitido a su destinatario, Juan Bosch, sino a Peña Gómez. Con esos datos a mano, Peña Gómez pudo haberse formado una idea general de lo que Caamaño se proponía hacer, de ahí que sus declaraciones [antes del desembargo de Caamaño] no eran del todo ingenuas”. (El guerrillero y el general, Santo Domingo, Alfa y Omega, 1989, pp.17-18).

Al carecer de información, Bosch dijo que ése que había desembarcado en Caracoles no era Caamaño. Ni Emilio Ludovino Fernández ni Peña Gómez dijeron que Caamaño le había enviado un mensaje al presidente del PRD que ellos no transmitieron.

Por sus erráticas declaraciones Bosch cargó durante años con el estigma de haber abandonado al Caamaño de Caracoles; un mensaje que, como le aclara Hamlet Hermann al general Matos González: “no fue sino hasta el mismo día de nuestro desembarco cuando Peña Gómez y Fernández se decidieron a hablar con Bosch. Sólo que el mensaje que le dieron no fue el que Caamaño había enviado sino uno inventado y que, en la práctica inutilizaría al PRD en un posible apoyo a Caamaño” (ibíd., pp.21-22).

Al agudizarse las diferencias entre el presidente y el secretario general del PRD, Bosch se sintió obligado a renunciar del PRD en noviembre de 1973 y fundar, un mes después, el Partido de la liberación Dominicana (PLD). Una división que dio categoría histórica al 1973 y proporcionó a Balaguer el aliento que necesitaba para su tercer período presidencial (1974-78), y, al minar a la izquierda revolucionaria dominicana, dar por terminada su tarea de alejar República Dominicana del socialismo y disipar los temores de Estados Unidos de tener otra Cuba en sus narices. 

Al eliminar importantes dirigentes de la izquierda revolucionaria y, de pasada, al líder de la Revolución de Abril, Balaguer, buen alumno, cumplía excelentemente la cartilla de la Pax americana; pero la misión no estaba terminada si no dirigía su mirada a la oposición política democrática del país y es ahí donde el azar irrumpe de nuevo en la historia dominicana reciente aunque no directamente mas como catalizador de la división del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que se veía venir desde el regreso de Bosch de Europa en abril de 1970.

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Diplomático. Escritor; ensayista. Academia Dominicana de la Lengua, de número. Premio Feria del Libro 2019.