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28 de abril 1965 y República Dominicana de hoy

La poca cultura política de los dominicanos era tan evidente que permitió tuviera éxito una acusación tan absurda como que Bosch era el que había traído la lucha de clases a República Dominicana.

El acuerdo de paz entre el gobierno constitucionalista y la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), el 3 de septiembre de 1965, no fue más que un enorme eufemismo como quedó demostrado durante los años que siguieron al retorno a la normalidad. Durante los nueve meses del gobierno provisional de Héctor García-Godoy. Fueron cayendo, tanto en las calles de Santo Domingo como en diversos lugares del interior del país, combatientes constitucionalistas que no entendieron el eufemismo que se disimulaba tras esa paz que no era más que la Pax americana que, como aquélla que imponía el imperio romano a los pueblos rebeldes a la vida que Roma consideraba debían llevar todos los pueblos relacionados con el mayor imperio de la antigüedad.

Juan Bosch, luego de casi 24 años de exilio, regresó a Santo Domingo cinco meses después de la muerte de Trujillo y un mes antes de que el general Rodríguez Echavarría expulsara a Ramfis y la familia Trujillo del país, Bosch fue el único que comprendió que Trujillo se había encargado de no permitir el más mínimo desarrollo político a los que no habían podido salir del país.

A su llegada, Bosch comenzó su campaña como si nunca hubiera salido de República Dominicana con un discurso como aquel pronunciado por Franklin D. Roosevelt en 1930 al proponer el new deal a los norteamericanos para hacer frente a la gran depresión económica de 1929. Juan Bosch, en su primer discurso al pie del avión que lo traía de regreso a Santo Domingo, “Hay que matar el miedo”, hacía un llamado para que el odio no dominara los sentimientos de los dominicanos, mientras que la agrupación patriótica Unión Cívica Nacional (UCN), y la agrupación política 14 de Junio (1J4), perseguían a los trujillistas. Un error político pues Trujillo, en sus 31 años de dictadura había moldeado a los dominicanos y, en ese momento histórico, la gran mayoría era aún trujillista.

La poca cultura política de los dominicanos era tan evidente que permitió tuviera éxito una acusación tan absurda como que Bosch era el que había traído la lucha de clases a República Dominicana. A pesar de la acusación de comunista que hasta finales del siglo XX arrastró junto a su sombra, Bosch obtuvo el 59% de los sufragios en las elecciones del 20 de diciembre de 1962. Un triunfo arrollador en un país que no había evolucionado lo suficiente y en el que aún tenían éxito las acusaciones y mentiras sin fundamentos propias de los regímenes totalitarios.

Dos años después del ajusticiamiento de Trujillo, en febrero de 1963, cuando Bosch tomó posesión como presidente de la República, nuestro país no había evolucionado y, paradoja de la historia, el gobierno de Bosch fue derrocado con la doble acusación de “comunista” y “trujillista” como si más de 20 años de exilio, como dice el tango de Gardel, no fueran nada.

El golpe de Estado al gobierno constitucional presidido por Bosch catalizó la evolución que no tuvo lugar en República Dominicana en los meses que siguieron a la muerte de Trujillo. Ese cambio se produjo al derrocar el gobierno de facto presidido por Donald Reid Cabral el 24 de abril de 1965 para reponer a Bosch en la Presidencia. Un movimiento cívico-militar cuyos objetivos fueron frustrados el 28 de abril de ese año por la intervención militar de Estados Unidos y una supuesta Fuerza Interamericana de Paz (FIP), comandada por Hugo Panasco Alvin, un anciano general brasileño. Una intervención que iba a torcer el rumbo de la República Dominicana y la pondría en la ruta trazada por la Pax Americana y asegurar a los Estados Unidos de que no hubiera otra Cuba en el Caribe.

Se ha hablado mucho sobre los acontecimientos que van del 24 de abril al 3 de septiembre de 1965 si se les puede llamar “revolución”. ¡Claro que sí! No importa que sus dirigentes no lograran sus objetivos ni que Bosch no fuera elegido presidente en las elecciones del 1 de junio de 1966 sino el llamado “candidato de la paz”, Joaquín Balaguer, quien sería entonces el presidente de la post guerra hasta 1978 cuando terminó el período que hoy se conoce como el “gobierno de los doce años”.

Al producirse la intervención militar de la FIP, Bosch entendió que al cabo de la guerra no iba a ser elegido presidente, pues los Estados Unidos no le tenían confianza, como escribió un periodista del New York Times a su muerte, Bosch fue una víctima de la Guerra Fría. Ese 28 de abril de 1965, Juan Bosch entendió que había perdido la guerra, pero entendió también que, a pesar de la derrota, República Dominicana, había dejado atrás los años de la dictadura de Trujillo; a pesar de ser consciente de su futuro político inmediato participó en los comicios de junio de 1966, porque si no lo hacía las fuerzas de intervención no saldrían de República Dominicana.

Del mismo modo muchos de los combatientes constitucionalistas que no entendieron que el acuerdo de paz de septiembre de 1965, incluido el propio líder de la contienda y muchos jóvenes de la izquierda revolucionaria, era un eufemismo de “derrota” cayeron en las calles de Santo Domingo, en las montañas y campos del país durante el gobierno de los doce años; pero el 24 de abril de 1965 fue el parteaguas entre la dictadura de Trujillo y la República Dominicana democrática de hoy.

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Diplomático. Escritor; ensayista. Academia Dominicana de la Lengua, de número. Premio Feria del Libro 2019.