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Agresión urbana en La Castellana, 2

La Castellana lleva el mismo triste camino de Los Prados. El ADN luce empeñado en dañarla. Fue concebida como una urbanización modelo, dotada de cableado soterrado, con objeto de que no hubiera por el aire ni un alambre de teléfono, telecable o electricidad. Vana ilusión.

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Agresión urbana en La Castellana, 2

Hace un par de semanas, publiqué un artículo sobre los problemas que se presentan en Los Prados y La Castellana. A la Junta de Vecinos de Los Prados no le cayó bien que yo hubiera escrito, que se trata de un patrón urbanístico fallido. Y aseguran que “el gran problema (es) el haber permitido dicha modificación del uso de suelo (norma 85-09) sin el consenso de por lo menos la mayoría.”

Agregan: “Mucho nos hubiera gustado que usted mismo, cuando a partir de ese año (2009) comenzó este descalabro comunitario, hubiera hecho el mismo artículo defendiendo nuestra urbanización.”

Ahí está todo dicho. Confirman el calificativo que utilicé, pero bajo el nombre de descalabro comunitario, que es lo que yo quería decir.

La urbanización Los Prados fue una de las más hermosas y de mayor equilibrio social de la ciudad. Concebida para que la clase media la habitara en condiciones de poca densidad, área verde reservada y espacio para clubes sociales.

El desorden institucional que vive el país, ha vulnerado lo que fue su concepción inicial.

El consentimiento complaciente de las autoridades para permitir que se levantaran edificios, e instalaran toda clase de negocios y oficinas en cualquier área o espacio, en forma indiscriminada, ha producido una estampida de familias y desnaturalizado el perfil del bloque urbano.

Quizás haya tiempo todavía de rescatar lo que aun queda en pie del residencial original, pero para lograrlo se necesitaría que las juntas de vecinos cercanas se unieran en sus reclamos. Con la mayor humildad, me pongo a su disposición para apoyarlos en lo que pueda serles de utilidad.

Por su parte, el Ayuntamiento (ADN) reaccionó a mi artículo mediante un escrito público, en el cual se limitó a expresar, con respecto a la autorización para construir un edificio en la Calle Eugenio Deschamps de La Castellana, que el organismo cumple con la letra de lo establecido por la norma municipal 85-09.

Y, ¡pásmese lector! Esa es precisamente la norma que los munícipes de Los Prados aseguran que produjo el “descalabro comunitario” que afectó a esa urbanización y está amenazando de muerte a La Castellana.

Con ayudas así, señores del ADN, no se necesitan enemigos. ¿Acaso es la hora del sálvese quien pueda, de la ley de la selva, de la indefensión ciudadana?

El ADN lo que debería preguntarse es si las disposiciones en vigor son justas. Si preservan los derechos de su constituyente. Si conducen a residenciales más habitables, o por el contrario se prestan a arruinar la convivencia y forzar a emigrar a sus pobladores.

Y debería proceder a revisar y cambiar las normas que sean contrarias a los intereses de la comunidad.

El ADN debería conocer que un residencial siempre será, como lo indica la Real Academia de la Lengua, un área urbana destinada a viviendas de cierta calidad, y no un lugar para la proliferación de negocios y oficinas de todo tipo, intercaladas entre ellas, abrumando a los vecinos.

Una cosa es habilitar áreas determinadas de apoyo y servicios para esos lugares, y otra muy distinta mantener a la comunidad en vilo porque nadie sabe si le van a instalar al lado un colmado, restaurante, local de venta de bebidas, jardinería, bares, clubes nocturnos, heladería, peluquería, banca de apuestas, oficinas, o un edificio de varios pisos, entre muchas posibilidades.

La Castellana lleva el mismo triste camino de Los Prados. El ADN luce empeñado en dañarla. Fue concebida como una urbanización modelo, dotada de cableado soterrado, con objeto de que no hubiera por el aire ni un alambre de teléfono, tele cable o electricidad.

Vana ilusión. Desde muy temprano empezó a incumplirse esa concepción. ¿Por qué?

Y luego ha sido agredida con la autorización y permisividad de las autoridades para la construcción de edificios, e instalación de negocios en las calles paralelas a su límite natural y también dentro de su perímetro.

En ese sentido, convendría saber si el edificio ya en construcción en la calle Eugenio Deschamps, autorizado por el ADN por encima de los deseos y derechos de los moradores, tendrá salida a las calles perpendiculares, o sea a la Livia Veloz y la Abigaíl Mejía. Si fuere así, ¿no sería una violación a esa mala norma 85-09?

Exhorto a los funcionarios del ADN, incluyendo al alcalde, a que centren su atención en organizar la urbe y preservar los residenciales sin alterar su naturaleza, con el propósito de que los ciudadanos puedan vivir con normalidad y estar confiados de que los derechos adquiridos les serán respetados y no se encontrarán con una sorpresa urbana a la vuelta de cada esquina.

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