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Algunos olvidos en las memorias del presidente Medina

Las visitas sorpresa –de baja calidad institucional– pueden servir como un referente para evaluar la ponderación que el gobierno da a la calidad de los procesos institucionales y que se puede apreciar en áreas de la administración pública, como la educativa, la eléctrica y la salud, entre otras.

«Si me lo permiten, ahora deseo referirme a la delicada situación que vive el país tras la suspensión de las elecciones municipales del pasado 16 de febrero que ha generado una justificada indignación en toda la sociedad. Ya lo hemos dicho: se trata de un hecho lamentable y bochornoso que nos avergüenza y que empaña la democracia dominicana. Me identifico plenamente con el clamor de amplios sectores de la sociedad dominicana, especialmente las nuevas generaciones, en el sentido de que se busque a fondo la verdad, toda la verdad, sin cortapisas ni restricciones. El pueblo dominicano demanda y merece una respuesta». Discurso de rendición de cuentas del presidente Medina, febrero 27, 2020

Mientras miles de dominicanos se aglomeraban alrededor de la Plaza de la Bandera para exigir respeto por el proceso electoral en curso y explicaciones reales por lo ocurrido con las abortadas votaciones de febrero 16, el presidente Medina se disponía a presentar su última rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional sin la participación de los legisladores de la oposición y con un auditorio predispuesto a aplaudir hasta en los momentos de bostezos. La dualidad de los escenarios –Asamblea Nacional y Plaza de la Bandera– no podía reflejar mejor la situación política e institucional que vive el país en estos precisos momentos.

Y reflejaba, además, cómo el Gobierno se ha ido encapsulando en una burbuja que lo ha ido desconectando del sentir de la mayoría de los dominicanos; es un esfuerzo inútil –aunque inevitable– tratar de apaciguar la creciente indignación de la ciudadanía enrostrándole los avances materiales, reales o no, que ha hecho el país en una gestión que cumple ocho años en menos de seis meses. Indiscutiblemente que después de tanto tiempo y el manejo de alrededor de cuatro billones (billones en español) de pesos a través del presupuesto nacional debe registrarse un inventario de obras que pueden ser presentadas como avances del país. Por ejemplo, para el lector no familiarizado con estos grandes números, en las visitas sorpresa –consideradas una obra cumbre del presidente Medina– se han gastado, de acuerdo con el discurso de rendición de cuentas, unos 49 mil millones de pesos en siete años y medio; esto representa apenas un 1% de todos los recursos presupuestarios gastados en la presente gestión de gobierno.

En relación con lo anterior, un detalle que llama la atención es que con ese pequeño gasto en las visitas sorpresa se han creado, según los datos del discurso,alrededor de 470,000 empleos, directos e indirectos. Poniéndolo en perspectiva, esto significa que las visitas sorpresa han creado más del 50% de todos los empleos creados (889,986) en la economía dominicana en los últimos ocho años; en el mejor de los casos, esta proporción luce irrealista.

Las visitas sorpresa –de baja calidad institucional– pueden servir como un referente para evaluar la ponderación que el Gobierno da a la calidad de los procesos institucionales y que se puede apreciar en áreas de la administración pública, como la educativa, la eléctrica y la salud, entre otras. En general, el país ha experimentado un deterioro institucional como se puede constatar en las posiciones que ocupamos en los rankings internacionales.

En el caso del sector educativo, el presidente Medina destacó las cuantiosas inversiones que el Gobierno ha hecho en el marco del compromiso de gastar el equivalente del 4% del PIB en la educación preuniversitaria. Sin embargo, olvidó mencionar que es prácticamente nulo el avance que se ha hecho en la calidad educativa, como atestiguan las evaluaciones internacionales. En este sentido, la primera gran promesa fue liberar al país del analfabetismo en menos de dos años a partir de 2012; todavía hoy, el presidente prometió que cumplirá con esa meta antes de que termine su gobierno; es decir, con un retraso de seis años.

Lo mismo pudiera decirse del sector eléctrico que con unas transferencias acumuladas que sobrepasan los once mil millones de dólares (la deuda pública ni siquiera se mencionó) se sigue brindando un servicio eléctrico de mala calidad. Desde el 2012, el presidente ha estado anunciando el fin de los apagones, y en su último discurso prometió que la solución está a la vuelta de la esquina. Es una táctica ya conocida, las promesas incumplidas son sustituidas con nuevas promesas, más ambiciosas; pero metas que no han sido cumplidas pueden lucir que ya se cumplieron, una especie de manipulación comunicacional.

Pero en donde se notó más el desconecte del Gobierno con el sentir de la ciudadanía fue en las menciones que se hicieron en el discurso con respecto a la impunidad y la corrupción. Apenas una vez se mencionó la palabra impunidad, para asociarla con la seguridad ciudadana, un tema en el que ha sido evidente el fracaso del presente gobierno; igual ocurrió con la palabra corrupción para ligarla a los procesos de compras. En otras palabras, el Gobierno no puede presentar avances creíbles en materia de corrupción e impunidad. Odebrecht y Punta Catalina, entre otros, no parecen formar parte de la realidad que vive el Gobierno. El repudio del público a personajes asociados con la corrupción es, hasta ahora, el único instrumento de sanción que dispone la ciudadanía. Por eso, la gravedad de la suspensión de las elecciones y la reacción de indignación que ha provocado hay que mirarlos en el contexto de unos electores que lucen frustrados por el manejo descarado de los recursos públicos y el pésimo funcionamiento de las instituciones que están llamadas a preservar la democracia.

Al final de su discurso, el presidente Medina destacó lo siguiente, «Porque sé que el próximo 16 de agosto, como uno más entre mi pueblo, podré mirar a los ojos de cualquier dominicano o dominicana, con la tranquilidad de saber que he dado lo mejor que tenía por la República Dominicana». Llegado ese momento, ¿podrá hacerlo?

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