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Alianza prematura e ingenua, ¿para quién?

Es cierto, la política exige capacidad de negociar con fuerzas que construyan poder y capacidad de convocatoria. Lo contrario determina aislamiento y perdida de oportunidad. Ahora bien, las negociaciones políticas tienen una problemática central: la ausencia de criterios objetivos para determinar cuáles son los costos y beneficios reales de una determinada decisión.

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Alianza prematura e ingenua, ¿para quién?

A partir de enero del 2017 todas las clases sociales del país marchamos contra la impunidad y la corrupción. Dimos un grito de hastío por más institucionalidad y justicia.

Como afirmara Huchi Lora, vimos una reforma constitucional, con sus luces, pero impulsada por el presidente Leonel Fernández “para quitarse el nunca-jamás y tomar el control del Poder Judicial, sus nombramientos en las Altas Cortes...”. Vinieron las decisiones y los “no ha lugar” correspondiente a ese diseño. Así iniciamos la marcha por todo el país.

Esta movilización ante la desconfianza y la desconexión de la clase política hicieron emerger nuevos valores sociales. La institucionalidad, la impunidad y la justicia devino en sentir y agenda nacional.

En ese contexto ciudadano nos dirigimos al proceso electoral del 2020.

Es cierto, la política exige capacidad de negociar con fuerzas que construyan poder y capacidad de convocatoria. Lo contrario determina aislamiento y perdida de oportunidad. Ahora bien, las negociaciones políticas tienen una problemática central: la ausencia de criterios objetivos para determinar cuáles son los costos y beneficios reales de una determinada decisión. Hay que encontrar los criterios apropiados que ayuden a determinar objetivamente lo que realmente le crea valor, no solo electoral, a un candidato, su partido y también al país. Lo que antes se hizo y resultó exitoso, no es una orientación objetiva en negociación política donde cada coyuntura es específica y particular. Sin embargo, este criterio es cierto en negociación empresarial.

Es por ello, que tengo más interrogantes que certezas:

¿Para qué el PRM toma partido de forma tan prematura a favor de las fuerzas que resultaron vencidas en el conflicto interno del PLD? ¿Acaso el que resultó vencido tenía posibilidad de endosar, en lo inmediato, sus fuerzas a alguien mas que no fuera Luis Abinader y el PRM? Evidentemente que no. Entonces, ¿para qué darle tanto y tan pronto a Fernández, por lo que está obligado a darme porque no tiene alternativas de no acuerdo en su negociación conmigo?

¿Por qué no continuar con los acuerdos tácticos que ya tenían y evitar así validar a Fernández como legitimo opositor si hasta ayer era designado por el PRM como el arquitecto de la impunidad del PLD? ¿Acaso el mal del PLD está en sus tres letras?

¿Por qué no negociar la comunicación estratégica y la puesta en escena evitando así que el PRM asuma las cargas y la LFP los beneficios de legitimar a Fernández como líder de oposición?

¿Para qué validar a Fernández como líder opositor y ponerlo a competir conmigo por el espacio de oposición que yo tengo solo? ¿Para qué hacer una alianza estratégica con esas fuerzas, si ya estamos de hecho aliados tácticamente?

El objetivo de Fernández es que el PLD pierda y la estrategia de Luis debió ser que satisficiera ese objetivo exclusivamente a través de que PRM gane. Entonces, ¿para qué poner en condiciones a Fernández de que logre tanta fuerza para que pueda desplazar al PLD y a competir con el propio PRM?

En caso de que LFP desplace al PLD, las bases del PLD apoyarían a Fernández, y entonces ¿Qué puerta tocaría Abinader para evitar el triunfo de Fernández?

En caso de que Fernández no sea habilitado como candidato o sencillamente no suba en las encuestas, ¿para qué darle tanto a Fernández si desde un tercer lugar su única opción es apoyar al PRM?

¿Cuál es la visión de país de esa alianza? ¿a quienes consultaron para ese sueño de país? ¿Es en función de hacer reformas concretas? ¿Cuáles reformas? Y la pregunta más importante, ¿se escuchó a la gente?

Fernández luce el gran beneficiado de esa alianza y Abinader y el PRM no ganan nada que ya no habían ganado.

Negociar alianzas con diferentes sectores de la vida nacional es positiva. Las más relevantes son las realizadas con Eduardo Estrella y Max Puig. Igualmente, las realizadas con jóvenes y personalidades que asumen candidaturas importantes en Santiago y el gran Santo Domingo. La del PRM y LFP me luce un acto prematuro de ingenuidad política para el primero que pudiera tener consecuencias contraproducentes.

TEMAS -

Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.