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Amara la Negra en la civilización del espectáculo

Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas.

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Amara la Negra en la civilización del espectáculo

El 5 de noviembre 2021, Diario Libre, así como otros periódicos dominicanos, se hizo eco de que la copresentadora del programa Nuestra Belleza Latina de Univisión, Dana Danelys de los Santos, mejor conocida como Amara la Negra, estaba embarazada.

Nada extraordinario que una joven de 31 años que, además de hermosa en pleno apogeo de sus atributos físicos, esté embarazada. El acontecimiento fue, además, portada de la edición digital de People en español, la más importante revista “del corazón” que se publica en nuestra lengua en Estados Unidos. Además de la fotogénica figura de la artista en portada, me llamó la atención y me hizo reír lo que ella dice, con la mayor naturalidad del mundo, en la entrevista de la que se hizo eco la prensa nacional. El éxito de People en español es propio de la civilización del espectáculo en que vivimos.

Ni siquiera el Nobel de literatura Mario Vargas Llosa pudo escapar, hace unos años, a los tentáculos de la “prensa del corazón”, cuando, al separarse de su esposa, por su calidad de famoso fue portada de ¡Hola! la publicación española que incluso se publica en inglés. La vida de los famosos nace, se desarrolla y pierde actualidad en las páginas de ese género de publicación que entra en la definición que el propio Vargas Llosa tiene de la civilización del espectáculo: “¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”.

Se trata de los “famosos” como se complacen en llamar los periodistas de farándula a los artistas de variedades que evolucionan en la televisión y, todavía no tanto, los actores del incipiente cine dominicano. La noción de “famoso” no tiene límite. Se extiende a todo el que sea conocido sin excluir políticos, verbigracia los Twitters (simpáticos a veces; otras menos, como aquel de dar “tolete”), de la esposa del presidente de la República; el triste espectáculo de los apresamientos de la operación “pulpo”; el de los cómplices de César el abusador, su extraña salida del país e incluso su apresamiento en Colombia o la trifulca entre “tígueres” en que resultó herido el pelotero David Ortiz y que derivó en un espectáculo digno de una extensa telenovela que, después de tanto alboroto mediático, aún sigue en penumbras. Otro caso propio de la civilización del espectáculo es el conocido juicio Odebrecht que concluyó con sólo dos condenados y varias reputaciones laceradas. En cuanto a destruir reputaciones funcionan como auxiliares del descrédito las redes sociales como Facebook (que, parece, cambiará de nombre), Instagram, Tik Tok y el rápido, excelente y eficaz WhatsApp que tantos Fake news ha puesto en circulación.

Twitter, por ejemplo, es un arma de doble filo para el que no domina el idioma.

En ese contexto de la civilización del espectáculo me vienen a la memoria los amores tumultuosos del ex bigleaguer Alex Rodríguez y Jennifer López, la diva del Bronx. Durante los tres años, creo, que duró su relación llegué a tener la impresión de que esa pareja de famosos eran mis amigos, que los conocía personalmente. Y poco faltó para que tomara partido por Jennifer López cuando me sorprendió la noticia de que la famosa “diva” había encontrado consuelo en brazos del igualmente famoso y talentoso Ben Affleck demostrando que el scoop en la vida privada de las celebridades de hoy día está en la actualidad del chisme. ¿Alex? muy bien, gracias.

Cuando fui jefe de edición de Diario Libre, recuerdo que uno de los periodistas deportivos me dijo que la sección más importante del periódico era “Deportes”, lo mismo me aseguraba el editor de “Espectáculos”; me resistía a tomar en serio esas aseveraciones tan contundentes y hoy, casi 20 años después de la fundación del primer periódico dominicano gratuito, me he convencido finalmente de que tenían razón. Así lo entiende también Vargas Llosa en su excelente ensayo La civilización del espectáculo: “Pero la triste verdad”, escribe el autor de La casa verde, “es que ningún diario, revista y programa informativo de hoy puede sobrevivir —conservar un público fiel— si desobedece de manera absoluta los rasgos distintivos de la cultura predominante de la sociedad y el tiempo en el que opera”.

Retornemos pues a nuestro corderito.

Lo que precede me hace entender por qué People en español le diera tan amplia cobertura al embarazo de la presentadora y cantante Amara la Negra. Lo que me sorprende y no deja de hacerme reír es que los editores de la revista dejaran pasar lo que parece haber resuelto un misterio que llevó a la hoguera a tantas mujeres durante la Santa Inquisición por asemejarse a la inmaculada concepción: “En mi caso, yo amanecí embarazada como la Virgen María”, dice Amara sin reparo. Y, con el mismo tupé, agrega: “Amanecí embarazada y eso es todo lo que yo me acuerdo”. ¡Vaya perla!

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Diplomático. Escritor; ensayista. Academia Dominicana de la Lengua, de número. Premio Feria del Libro 2019.