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Bosch, el traicionado

Cuando pienso en Bosch y en la traición de su obra por sus más cercanos compañeros, no siento pesar. Me alienta saber, para las batallas del presente, que si estuviera vivo estaría luchando en primera fila contra la pandilla gobernante, como hizo toda su vida contra las injusticias, la corrupción, las dictaduras, por la democracia verdadera, la independencia y soberanía nacionales.

La traición a Juan Bosch y su obra política empezó luego de las elecciones de 1990. En estas, el PLD triunfó y, el PRSC, mediante el fraude se impuso, una vez más. Bosch, que ya contaba con 81 años llamó a la protesta contra la presidencia espuria de Balaguer bajo la consigna “Que se vaya ya”. Pero los dirigentes del PLD ya estaban mirando para otro lado y lo dejaron solo. Incluso, algunos llegaron a expresar que “ese viejo está loco”. Para ese momento ya un grupo de los dirigentes del PLD había accedido a representaciones en el Congreso y los ayuntamientos y comenzado a disfrutar de las mieles del poder. El acceso al poder político, para muchos de ellos, pasó a ser un medio para su realización personal y no para hacer “la liberación nacional”. Bosch llegó a tener una clara percepción del retroceso ideológico del PLD y, en marzo de 1991, presentó su renuncia al PLD. A pesar de que retornó, luego del compromiso expreso de los organismos de respetar los métodos y principios propios del partido, muchos lo hicieron como una mera formalidad.

Así, al llegar la crisis política de 1994, derivada del nuevo fraude electoral de Balaguer, esta vez contra Peña Gómez, quien había ganado las elecciones, la camarilla que se había adueñado de la dirección del PLD, en vez de conformar un frente político con el PRD para sacar a Balaguer del poder, prefirió aliarse a Balaguer, lo que terminó concretándose en el “Frente Patriótico” que ganó en segunda vuelta las elecciones de 1996. El país perdía así la oportunidad, nueva vez, como pasó en el 62 y en el 78, de liquidar las herencias del tirano y de Balaguer.

¿Cómo se produjo esta transformación del PLD en la suma de todos los males de los partidos tradicionales que buscaba superar? Bosch hizo un aporte genuino al construir un partido de organismos, encarnando un proyecto histórico de liberación nacional, en donde los miembros y simpatizantes tenían que formarse políticamente y sujetarse a normas disciplinarias y métodos de trabajo. Pero la verdad es que el PLD tuvo siempre un mal de origen. Bosch, en su esfuerzo por evitar que los peledeístas se ‘perredeizaran’ o actuaran como los reformistas, encerró al militante peledeista en el partido, privándole de acompañar y educarse políticamente al calor del pueblo y de sus luchas cotidianas. Esa visión quedó plasmada en su lema: “servir al partido para servir al pueblo”. Algo muy distinto a “construir el partido desde el pueblo, con el pueblo, para servirle al pueblo”. Esa visión de construcción del partido contribuyó a forjar al peledeista con aire de superioridad política, le alimentó el sectarismo y minó en muchos el compromiso social, la solidaridad y las convicciones democráticas.

Al término del segundo gobierno de Danilo Medina y, luego de tres gobiernos de Leonel Fernández, es más que evidente la traición que desde el poder ha llevado a cabo la camarilla dirigente del PLD, no solo de los principios que orientaron y le dieron origen al PLD sino de la obra política de Juan Bosch. Desde el 1996, con el ascenso de Leonel Fernández la “liberación nacional” se tiró al zafacón y se implantó el modelo neoliberal, vendieron a precio de “vaca muerta” y depredaron las empresas del Estado, los ingenios y las tierras del CEA; han endeudado de forma irresponsable al país, comprometen cada vez más nuestra soberanía alimentaria, han hundido el aparato productivo nacional y nos hacen cada vez más dependiente de importaciones y propiciado la destrucción de ríos y cordilleras poniendo en peligro la vida misma.

El PLD ha hecho los gobiernos más corruptos de toda la historia republicana. La pandilla de “pequeños burgueses” que se hizo del control del PLD y del poder, en estos 20 años se ha convertido en “grandes burgueses” y algunos incluso en “oligarcas” que compiten con los sectores económicos tradicionales del país.

El PLD en sus gobiernos ha profundizado las debilidades de la “falsa democracia” legada por el balaguerismo y el perredeismo; ha secuestrado los poderes del Estado y las altas cortes para garantizarse impunidad y reproducirse en el poder desde el poder mismo.

El PLD, próximo a cumplir 20 años en el poder, a pesar de haber manejado los recursos del Estado y los poderes públicos a su antojo, no ha resuelto uno solo de los problemas fundamentales del país: persiste y profundiza la inseguridad pública, los salarios de hambre y se mantiene la baja calidad de los sistemas educativo y de salud.

Lo hecho por la camarilla de dirigentes del PLD con la obra política de Bosch tiene la categoría de “genocidio político” de varias generaciones que se habían congregado en el PLD en torno al discurso, prácticas y visión política de Bosch, llevando a muchos a la frustración y a adjurar de la política.

Cuando pienso en Bosch y la traición de su obra por sus más cercanos compañeros, no siento pesar. Me alienta saber, para las batallas del presente, que si estuviera vivo estaría luchando en primera fila contra la pandilla gobernante, como hizo toda su vida contra las injusticias, la corrupción, las dictaduras, por la democracia verdadera, la independencia y soberanía nacionales.

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