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Comparaciones históricas

En el ámbito universitario dominicano se ha notado un grupo, aunque minúsculo, que se empeña en estudiar y dominar los últimos postulados de las proyecciones tecnológicas.

Tal como se ha informado, el Japón está a la vanguardia en esa área. No solo los japoneses han creado humanoides, sino también adelantos tan sofisticados, como es penetrar la mente humana y adivinar sus pensamientos. Los chinos también se encaminan en la búsqueda de otras tecnologías. Cuentan ellos ya con aparatos que pueblan el espacio.

En Estados Unidos las investigaciones y los avances se logran en Silicon Valley. Igualmente, las investigaciones tecnológicas están agrupadas en la Unión Europea que está integrada por 27 países. Pero aparte de estos puntos luminosos en las áreas comentadas, mi raciocinio se remonta a otros tiempos, comparándolos con el momento actual en lo que el mismo tema permanece sin cambios.

Me refiero al comportamiento humano y al manejo de la indisciplina en la Administración Pública y sus derivaciones como lo son las funciones presupuestarias y sus colaterales las Finanzas Públicas y Privadas.

Dentro del parnaso francés del siglo XIX me simpatiza un poeta más que ningún otro. Se llama Charles Baudelaire, un bardo destacado en cantos sociales y en protestas dentro de la época en que vivía. Así, cito el siguiente concepto de su poema “Mi corazón al desnudo”: “existe cierta cobardía –afirma Baudelaire- o quizás una cierta pereza en gente honesta. Solo los bandoleros están convencidos de que han de triunfar. Y por eso triunfan”. Cuántas verdades se advierten hoy en día, tanto en nuestro país como otros similares en Centro América y Sur América.

Si esos versos se adecuan a los gritos y reclamos de la Marcha Verde ¿cuántos serían condenados en nuestro mundo?

Calculamos más de 200 años y ahora mi poeta favorito es el criollo Franklin Mieses Burgos y en ese favoritismo me fascina el poema “Paisaje con un Merengue al Fondo”, del cual copio la parte fragmentaria tocante a nuestro país: “¿Que somos indolentes? ¿Que no apreciamos nada? ¿Que únicamente amamos la botella de ron, la hamaca en que holgazanes quemamos el andullo del ocio en los cachimbos de barro mal cocidos que nos dio miseria para nuestro solaz? Puede ser; no lo niego; pero ahora, entre tanto, bailemos un merengue hasta la madrugada, entre ajíes caribes de caricias robadas, caben cielos ardidos de fuego de aguardiente, bajo una blanca luna, redonda, de cazabe”.

¿Nuestro campo ha cambiado de ese comportamiento luego de los versos de Franklin Mieses Burgos? Sí, ha cambiado, y mucho, ahora nuestros habitantes radican en tercio rural y dos tercios urbano.

¿Están los campos dominicanos vacíos? No, se encuentran repletos de trabajadores sustitutos de los dominicanos idos a las ciudades. ¿Cuáles serán las consecuencias? Una mezcla rural dominicana por un alto porcentaje de los vecinos. ¿Cuál es la solución? Yo veo como recurso la automatización agrícola y ganadera que debe ser conducida por nuestros compatriotas, tal como ocurre en otras latitudes. Que los dominicanos sustituyan a los haitianos usando tractores, desyerbadores y cosechadoras. No veo otra salida para despedir a los vecinos.

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