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Educación
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Con los aprendizajes en mente

La escuela tiene dos tareas misionales. Proteger a niños y adolescentes durante los días y horas del año que establece el calendario, y desarrollar los conocimientos, capacidades, destrezas, habilidades, actitudes, valores y creencias definidos en el currículo. Disponer de adecuadas edificaciones, mobiliario, equipos, y materiales de calidad, de alimentación escolar y de capacitados y bien pagados profesores es muy importante para lograr un ambiente escolar donde todos los alumnos sean protegidos y aprendan. Probado que medie una cultura donde se valora el saber; predominan altas expectativas sobre profesores y estudiantes; todo el mundo trabaja duro, con sentido de compromiso, responsabilidad y respeto por las normas; para garantizar el desarrollo del potencial de los alumnos, como el propósito que define la organización, dirige la acción y mide el desempeño.

Sin embargo, mientras fueron apareciendo grupos prestos a la lucha frontal por presupuesto e insumos, fueron desapareciendo aquellos dispuestos a pelear por la protección y los aprendizajes. Debido a ese desequilibrio, más que un espacio para educar, la escuela devino en un pretexto para comprar y contratar. Desde la esquizofrénica organización y distribución del poder en el Ministerio, pasando por la indiferencia frente al incumplimiento del horario y al irrespeto a los contenidos curriculares, la promoción estudiantil al margen de los aprendizajes, la evaluación del profesor al margen de los resultados escolares, en el sistema educativo dominicano la protección y los aprendizajes aparecen como cuestiones secundarias. Y ello en gran parte explica porqué entre 1992, cuando inició el plan decenal y el 2018, las condiciones materiales de la escuela y los niveles de vida del personal han mejorado notablemente, y porqué tanto las evaluaciones nacionales como las internacionales señalan que a pesar de su enorme talento, aquí los estudiantes aprendieron muy poco y que en los últimos 26 años la situación no mejora.

Ahora bien, el costo anual por estudiante en jornada de día completo es por lo menos dos veces y medio el costo anual de un estudiante en jornada de medio día. Y con una presión tributaria muy baja, para asignar a la educación pre-universitaria el 4% del PIB sería necesario reducir el financiamiento a otros sectores vitales. Ello quiere decir que en la asignación del 4% y la introducción de la jornada extendida hay una gran apuesta. Una de las grandes apuestas del período democrático. La cual debió ser el punto de partida para la construcción de una cultura educativa centrada en la protección y los aprendizajes.

Desafortunadamente, como en los viejos tiempos, se publicitaría masiva y glamorosamente las compras, contrataciones y distribuciones de insumos. Pero la difusión de los resultados escolares no recibirían igual tratamiento. La jornada extendida sería presentada como un programa para entregar cosas y no como una política pública que persigue asegurar la protección de los alumnos durante ocho horas diarias y dar a los centros el tiempo necesario para trabajar a profundidad los contenidos curriculares. A las comunidades, la familia, los funcionarios, directores y alumnos, no se les reclamarían los esfuerzos adicionales necesarios para superar de manera acelerada el atraso que sufren los niños y adolescentes dominicanos. Y a pesar del desequilibrio antes mencionado, no se intentaría rescatar en el imaginario de la población las tareas misionales de la escuela, la responsabilidad de los actores y la importancia de los resultados.

Se ha enviado el mensaje que la provisión de insumos es el propósito. Y como siempre se puede proveer más, en la escuela se continua dedicando más tiempo y energía a luchar por lo que no se tiene, que a usar bien lo que se tiene. Sin tomar en cuenta que los centros comienzan a mejorar con los recursos humanos y materiales que disponen, no con los que esperan disponer. Que si bien existe el largo plazo, las grandes intervenciones que en cuatro o cinco años no producen impactos medibles sobre los aprendizajes, raras veces los producen en periodos más largos. Y que después de décadas de intervenciones para salir de la misma cola, este país no se puede permitir que su mayor apuesta a la educación termine sin pena ni gloria. Por eso, sería prudente que se evaluara el camino recorrido a fin de realizar a tiempo las rectificaciones que resulten necesarias. Siempre con los aprendizajes en mente.

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