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Crecimiento del PIB y acumulación de capital

Es harto conocido que el Producto Interno Bruto (PIB) no es una medida de bienestar, aunque se tiende a confundir una cosa con la otra

“Los economistas tienen algunos hechos valiosos acerca del crecimiento. Ellos saben que el crecimiento sostenido en el PIB per cápita solamente comenzó en el siglo XVIII. Ellos saben que los países pueden convertirse en ricos solamente si crecen constantemente en un largo periodo de tiempo. Ellos saben que en alguna forma fundamental el crecimiento es resultado del uso de nuevas tecnologías para lograr mayor productividad y descubrir nuevas ideas. Mas allá de esto, casi todo es debatible”. The Economist, abril 12, 2018

Es harto conocido que el Producto Interno Bruto (PIB) no es una medida de bienestar, aunque con frecuencia se tiende a confundir una cosa con la otra. A falta de mejores mediciones su uso se ha generalizado desde que el economista Simon Kuznets – en los años 1930 – sistematizó el calculo del ingreso nacional de Estados Unidos, reconociendo desde un principio que no se trataba de una medición de bienestar. Sin embargo, al posibilitar el calculo del ingreso per capita se abría una ventana para hacer comparaciones entre países diferentes niveles de desarrollo. Y, normalmente, países desarrollados tienen altos niveles de ingreso per capita; pero lo opuesto no necesariamente es cierto: que países con altos niveles de ingreso per capita sean desarrollados.

La entendible insatisfacción con el PIB como medida de bienestar ha originado distintos proyectos internacionales con el propósito de lograr mejores aproximaciones a una métrica del desarrollo, del bienestar o de la felicidad de los seres humanos; tarea, por demás, difícil si consideramos que envuelve conceptos tan etéreos como la percepción de los individuos acerca de su propia satisfacción. Mediciones de ese tipo están condenadas al fracaso, especialmente cuando pretenden hacer comparaciones de felicidad entre grupos humanos situados en contextos –económico, social, cultural y político– muy diferentes.

Es en este contexto que nos resulta interesante el proyecto que desde hace unos años se está desarrollando en las Naciones Unidas un proyecto con el objetivo de crear un Índice de Riqueza Inclusiva que «todavía capture el capital financiero y producido, pero también las habilidades de la fuerza de trabajo (capital humano), la cohesión social en nuestra sociedad (capital social) y el valor de nuestro medio ambiente (capital natural)»; es decir que el crecimiento económico puede ser visto como un proceso generador de acumulación de capital que incluye las distintas dimensiones de la formación de capital en la economía, con la salvedad de que se debe tener cuidado en no mezclar ingreso con riqueza, dos conceptos muy diferentes.

En realidad, se trata de un índice que la sostenibilidad y la armonía social, de acuerdo con Pushpam Kumar, jefe de la Unidad de Economía de los Servicios de Ecosistemas de Naciones Unidas. Y argumenta que el PIB no es una medida apropiada del progreso económico. «Interesantemente, muchos países registran un crecimiento del PIB mientras pierden capital natural», afirma. Como muestra de esto, señala que la tasa de crecimiento global de la riqueza, medida a través del citado índice, es mucho más baja que la tasa de crecimiento del PIB y que los datos apuntan hacia una caída en el capital natural en los 140 países de la muestra, desde 1992 hasta 2014.

Lo anterior significa que, si bien el PIB ha crecido durante ese mismo período, su tasa de crecimiento hubiese sido menor si los daños ambientales –medidos a través de la pérdida de capital natural o la depredación de los recursos naturales– hubiesen sido incorporados como parte de su cálculo. Asimismo, destaca Kumar que el crecimiento del capital humano, gracias al avance de la tecnología, la innovación y el conocimiento, ha tenido un impacto compensador con relación al deterioro del capital natural. Al final, el propósito es definir una medición que capture la trayectoria de la base productiva de una economía. Un crecimiento del PIB que deteriore aspectos importantes de la base productiva – como los recursos naturales – se traduce en una trayectoria no sostenible de la economía.

Pensemos, por un momento, en el caso dominicano. Es muy probable que durante las últimas décadas el alto crecimiento económico haya estado acompañado de una depredación no medida de los recursos naturales; especialmente, los recursos forestales y acuíferos han sido objeto de una explotación o depredación que pone en peligro el necesario balance ecológico, que debe basarse en una explotación que tome en cuenta sus costos sociales y privados. Pero una parte importante de la depredación de nuestros bosques se debe a la acción indiscriminada de quienes persiguen un propósito corporativo o por personas que lo hacen como un mecanismo de sobrevivencia. En cualquier caso, representa una pérdida de capital natural que debe ser considerado por las cuentas nacionales.

Otra dimensión importante, incorporada por el Índice de Riqueza Inclusiva (IWI, por las siglas en inglés), es el impacto del crecimiento económico en la formación de capital social, medido a través de la cohesión social que resulta del modelo económico que sirve de base al crecimiento económico. En el caso dominicano, pudiera argumentarse que el crecimiento económico no ha estado acompañado de una mayor cohesión social, muy a pesar de los programas sociales existentes; las tensiones sociales, los niveles de pobreza, la inseguridad ciudadana y la violencia de género, entre otras razones, revelan un deterioro en el capital social dominicano.

Así que, en términos generales, la economía dominicana evaluada a través de la medición tradicional del PIB ha tenido un desempeño robusto; la misma conclusión no puede ser validada cuando se incorpora en el análisis la formación de capital en las esferas humana, social y natural. El problema es aun más grave si agregamos la categoría del capital institucional, que ha sido el talón de Aquiles de nuestro modelo económico, político y social. Reformar o revolucionar esa realidad va a requerir mucho más que buenas intenciones...

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