De último minuto
Ring, ring, ring. De último minuto: “El presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), Rafael Blanco Canto, consideró ayer que entre las principales prioridades que tienen que tomar en cuenta las autoridades que resulten electas en las próximas elecciones deben estar el fortalecimiento de la institucionalidad, un pacto eléctrico, una reforma laboral y un pacto fiscal.” ¿Usted escuchó, filósofo Vitriólico?
- Tiene razón el señor Blanco Canto, y al mismo tiempo no la tiene. Es verdad lo que dice y no lo es. No basta con la envoltura. Debe irse un poco más allá. A la naranja hay que quitarle la cáscara para que pueda comerse.
¿Se ha vuelto usted loco, maestro Vitriólico?
- Pudiera ser, pero todavía no.
Y, entonces qué quiere decir.
- Yo, nada.
Acaso tiene miedo.
- No.
Dispare, mientras le queden tiros.
- Mira, Abimbaíto, el tema del fortalecimiento de la institucionalidad puede que diga mucho y puede que diga poco. Son etiquetas. Categorizaciones. Y cuando los humanos se aferran a las etiquetas algunos lo aprovechan para que no cambie nada.
Usted vino hoy como el submarino que tira y no se ve de donde salen los tiros.
- Es tiempo de decir las cosas por su nombre.
Pues, dígalo usted, maestro, y no se apure tanto que para defendernos aquí tengo este pedazo oxidado de navajita de afeitar, el palo grueso de la escoba, aunque ya medio descalabrado, y todo el coraje del mundo.
- La defensa nuestra, Abimbaíto, debe consistir en tener la verdad en las manos y el deseo inmenso de que este pueblo crezca, se eduque, salga de la ignorancia y acceda al progreso según parámetros de calidad mundiales.
¡Ay, filósofo! Usted sabe, mejor que yo, que los buenos deseos a veces llevan al camino del infierno.
- Todo converge hacia un punto.
Dígalo usted, maestro.
- La Constitución proclama que nuestra democracia funciona mediante el ejercicio simultáneo de tres poderes y algunos más que se le aproximan. Entre ellos se equilibran y contrapesan. ¡Oh, ingenuidad! En la práctica, en los hechos, sólo hay uno. Los demás están subordinados.
El antídoto es forzar a que haya transparencia absoluta en el desempeño público.
- Abimbaíto, esa es una parte; importante, si, y mucho. Pero la tendencia histórica de los “líderes políticos” es la de asumir el poder ejecutivo como una instancia que lo controla todo; y así cuando llegan a esa altura se dedican a ejercer presión vertical hacia abajo, hacia la yugular de las instituciones, y terminan asfixiándolas, inutilizándolas, dejándolas como meros artefactos decorativos.
Venerado filósofo, ¿qué significa presión vertical hacia abajo?
- Significa que desde arriba se distorsiona, corrompe, soborna, amenaza, compra, y se conducen labores de gobierno orientadas, ¿sabes tú a qué? Pues exclusivamente a mantenerse, perdurar en el poder, haciendo uso de los recursos del Estado como si salieran del propio bolsillo.
Filósofo Vitriólico, ¿y no es para evitar que eso suceda que existen las instituciones?
- Si y no. En teoría sí, en la práctica no. El poder legislativo debe controlar el uso de los fondos públicos, pero no lo hace; es al revés, es el poder ejecutivo el que controla al legislativo imponiéndole su agenda. ¿Sabes por qué? Porque el cargo se lo deben y a cambio de hacer lo que el ejecutivo demanda para sus propios fines particulares, se les consienten las prebendas. Es un juego de ganar, ganar; yo te apoyo, tú me devuelves el respaldo con mimos y concesiones. Patrimonialismo puro.
Sí, maestro, pero existen otros poderes que deberían jugar su rol, por ejemplo la justicia, o el electoral.
- La justicia existe para impartirla a los demás, nunca al poder constituido, que por tradición autoritaria es el ejecutivo. Tampoco funcionan los poderes emergentes, como el electoral, pues aparentan no ver lo que a distancia es visible, como el uso abierto y ni siquiera disimulado de recursos públicos en la competencia electoral.
Maestro, eso es difícil de cambiar. Viene desde el origen de la república.
- El mundo gira, Abimbaíto, y cambia. Antes había esclavitud; hoy no. Poder absoluto; ahora no tanto. El cambio es posible, pero se necesita crear conciencia de su necesidad, y sobre todo desarrollar un liderazgo que convenza y gane, se la juegue y triunfe.
Filósofo y maestro, no veo que haya suficiente consciencia en la gente para luchar con esta tara tan antigua. Lo que sobra es la ignorancia y la miseria que hace posible la compra del voto a cambio de un mendrugo.
- Discípulo apreciado, las razones objetivas existen, como lo demuestra el cansancio de la ciudadanía, la fatiga por el estado de cosas, la desilusión con el liderazgo político anclado en la administración de su propio bienestar, la existencia de tantos problemas que nunca se resuelven, el dinero público que se esfuma y nadie sabe cómo.
¿Usted cree?
- Las aspiraciones están ahí, sólo en espera de que un toque mágico e inspirado las convierta en redención.
Eduardo García Michel
Eduardo García Michel