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EE.UU.: el voluntarismo político ignoró a los expertos

Todo esto confirma lo que venimos diciendo por mucho tiempo, el victimismo y el voluntarismo de derecha o de izquierda suelen ser muy destructivos cuando se gobierna una nación.

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EE.UU.: el voluntarismo político ignoró a los expertos

En los primeros 3 meses del año 2020 el COVID-19 infectó prácticamente a todo el planeta. Todos los países entraron en una crisis de salud pública y económica derivada de consecuencias impredecibles. Los EE. UU. devinieron en el centro del desastre, fueron los primeros en el número de infectados y en el número de muertes.

Habían afrontado con mucho éxito problemas similares en el pasado. Desde el 1998, científicos y expertos de organismos gubernamentales advertían sobre el “coronavirus”. Habían desarrollado investigaciones científicas de salud y diseñado políticas públicas para contrarrestar cualquier pandemia. Los demócratas y los republicanos trabajaban unidos en este sentido, y observaban, exclusivamente los criterios científicos.

La verdad es que una posible pandemia había sido considerada por los gobiernos de los EE. UU. como esperada, predecible e inminente. Existían planes, entrenamientos, profundas investigaciones, ejercicios conjuntos de organismos de seguridad y experimentadas instituciones gubernamentales. El país había estado preparado.

A los pocos días de su juramentación como presidente, el 13 de enero del 2017, Donald Trump y su gobierno recibieron explicación detallada de los previsibles riesgos y peligros de posibles crisis, desde ataques cibernéticos hasta pandemias, haciéndose más hincapié en esto último por su inminencia. Incluso recibieron el manual de gestión de pandemia (pandemic playbook) el cual representaba años de conocimiento institucional de cómo responder en forma coordinada, nacional e internacionalmente, la previsible crisis y el “Pandemic Influenza Plan. UPDATE 2017” elaborados por “Centers for Desease Control and Prevention” advirtiendo que se “sufrirían retardos en la disponibilidad de vacunas y la alta posibilidad de carencias en drogas antivirales, equipos de protección para los trabajadores de la salud, así como de equipos médicos y ventiladores, particularmente en los primeros días de la pandemia, por lo que era urgente invertir y trabajar en ello...”.

Durante los tres años siguientes, las advertencias seguían viniendo, pero la Casa Blanca no hizo nada. No solo las ignoraba con desprecio, sino que desmanteló el sistema federal coordinando para enfrentar y proteger al pueblo contra una pandemia global. Funcionarios, expertos y asesores científicos que habían trabajado para administraciones republicanas y demócratas fueron sacados o forzados a renunciar de las instituciones. Se dejaron así instituciones desca- bezadas, se nombró personal que fuera exclusivamente leal a Trump y se propuso anualmente la reducción de presupuesto de instituciones vitales, como la CDC (“Centers for Desease Control and Prevention”). Igualmente se redujo la presencia de la CDC en distintos países, donde realizaban monitoreo in situ de posibles riesgos y amenazas: eran los ojos y los oídos en terreno extranjero. A modo de ejemplo la CDC se vio obligada a reducir su personal en China de 47 a 14 empleados.

Cuando estalla la crisis el propio equipo de asesores y funcionarios le recomendaron a Trump implementar el “Pandemic Influenza Plan” elaborado por la CDC y una serie de acciones concretas a las que nunca les prestó atención. Su desprecio por la ciencia, su incapacidad para escuchar la opinión de expertos y, sobre todo, su “liderazgo” irresponsable, victimista y ególatra los llevó a la tragedia.

El relato de la administración Trump fue hacer creer al pueblo norteamericano y al mundo que la pandemia llegó inesperada, similar a un desastre natural o a un ataque sorpresivo, pero no es cierto tal como indico anteriormente.

El COVID-19 reveló la verdad de lo que venía sucediendo en Estados Unidos de América y que muchos aun niegan o prefieren mirar para otro lado. Son tantos los desaciertos, los delitos, los abusos y las mentiras de esta administración que no se sabría por dónde empezar para narrar.

Un estadista gobierna tomando en cuenta las recomendaciones de los expertos, de la ciencia, dándoles continuidad a las políticas públicas e instituciones que fortalecen la nación. Un estadista asume la responsabilidad cuando las cosas salen mal y reconoce el crédito de los demás cuando salen bien. Todo esto confirma lo que venimos diciendo por mucho tiempo, el victimismo y el voluntarismo de derecha o de izquierda suelen ser muy destructivos cuando se gobierna una nación.

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Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.