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El cambio: atonía e inopia

Haití ha descubierto el inagotable filón de ocuparnos con batallones de trabajadores informales e irregulares, y enviarnos a sus mujeres embarazadas allá o embarazadas aquí, da lo mismo, para que den a luz en territorio dominicano, contando con que ya se verá después si consiguen o no que se les naturalice o nacionalice.

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El cambio: atonía e inopia

Gracias a la gentileza de unos parientes, cayó en mis manos un libro que tenía ganas de leer: “El horacismo histórico: escritos políticos del Licdo. Leonte Vásquez”. Horacio Vásquez tenía tres hermanos: Leonte, tronco de la familia Vásquez Gautier; Obdulia (Nena), de la familia Michel Vásquez; y Hortensia, de la familia De la Maza Vásquez.

Hojeando el libro descubrí (ya lo había oído decir, pero no lo había comprobado) que Leonte era un pensador y escritor de fuste, intelectual fogueado, de criterio firme, con dominio de temas variados, no solo del derecho.

Nada más empezar a leerlo me topé con unas reflexiones contenidas en un escrito de agosto de 1900, sobre la frontera sur, dirigido a sus compañeros del gabinete. Era el primer año del gobierno del cambio, encabezado por Juan Isidro Jimenes, de la tiranía de Lilís a la democracia. Horacio era vicepresidente de la República y Leonte ministro de fomento.

Dice Leonte Vásquez: “Los hombres que componemos el gobierno hoy día somos jóvenes y nuevos en la política: rompamos pues esa atonía habitual en tan importante asunto político económico”. Atonía significa carecer de energía, confianza en si mismo para enfrentar los retos.

Era un llamado a sus compañeros de gabinete del gobierno nuevo a que adoptaran decisiones sobre la frontera sur que resolvieran problemas, no que los mantuvieran latentes.

Leonte Vásquez le decía a su propio gobierno que había que atreverse a transformar, cambiar, tener decisión propia (para qué sino se va a un gobierno) y no dejarse arropar por el miedo, ni dejarse arrastrar por la tentación de ir a tientas sostenido como un ciego por el bastón y mañas del viejo régimen y por intereses rancios, rebosantes de privilegios.

Y agrega que, “De dos cosas debemos persuadirnos: de que los límites de Haití de hecho están en San Juan de la Maguana (¿Cómo? ¿Acaso siguen estándolos?), y de que hace mucho tiempo... ellos, con más inteligencia o patriotismo que nosotros, o con ambas cosas, cambiaron de táctica y se decidieron a vencernos en el terreno comercial, por cuyo medio han logrado establecer una influencia en nuestros pueblos del sur que nosotros no tenemos”.

Sigue diciendo, sobre los pueblos fronterizos, “...pueblos momificados por la absorción de su savia sin que el Estado del cual son contribuyentes les devuelva en forma alguna su contribución; hombres que por el tráfico y las conveniencias van alejándose de la patria y haitianizándose gradualmente...” Y truena: “para el Estado dominicano el sur está muerto económicamente”.

Leonte proponía que se redujera a un 25% los derechos de importación por el Puerto de Barahona y a 30% los de exportación. Y que: “podrían traerse hoy día muchos miles de familias de Puerto Rico y colocarlas en los ricos e inmensos terrenos del sur... Podrían darse franquicias considerables por el Puerto de Barahona, hoy sin producir nada... Podrían darse concesiones ventajosas para el establecimiento de un ferrocarril y ramales suficientes para desarrollar un centro de producción que salvando el sur amenazara a nuestros vecinos. ¿Y por qué no se hace todo eso? Hasta ahora puede decirse que por inopia política o por falta de patriotismo”.

La palabra “inopia” significa ignorancia, pobreza, en este caso mental.

Pues bien, nada de lo que sugirió llegó a hacerse, quizás por atonía e inopia de un nuevo gobierno. Lecciones del pasado que sirven para encauzar el presente.

Hoy en día el tema con Haití no es el comercio, pues se ha vitalizado con predominio de la informalidad, aunque no ha habido manera de organizarlo para que los dominicanos establecidos en la zona fronteriza prosperen, en vez de que unos cuantos se forren dejando aquellos pueblos sumidos en la más espantosa miseria.

Haití ha descubierto el inagotable filón de ocuparnos con batallones de trabajadores informales e irregulares, y enviarnos a sus mujeres embarazadas allá o embarazadas aquí, da lo mismo, para que den a luz en territorio dominicano, contando con que ya se verá después si consiguen o no que se les naturalice o nacionalice.

Mientras ese detalle se resuelve, sus columnas están aquí, y no existe el menor indicio de que serán obligadas a salir. Y como lo saben, siguen llegando por oleadas, modificando el perfil de la población, hábitos, costumbres, distorsionando el mercado de trabajo y dejándonos taras muy fuertes.

El deseo es que la atonía e inopia de los gobiernos se convierta en confianza en si mismo, dominio de las cosas, vitalidad y subordinación a los intereses de todos, no de grupos. Amén.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.