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El Centésimo Mono: hacia una Teoría del Cambio

Lo importante es que hay un punto a partir del cual el conocimiento y la acción se propagan y nos llevan a un nuevo estado de consciencia y compromiso colectivo. ¿Estaremos llegando, con relación a la impunidad y la corrupción, al centésimo mono?

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 El Centésimo Mono: hacia una                       Teoría del Cambio

En los años 50 un grupo de científicos liderados por el biólogo Lyall Watson observó durante varios años, en la isla de Koshima, próxima a Japón, a una colonia de monos Macaca Fuscata en estado salvaje. En 1952, los científicos empezaron a proporcionar a los monos batatas dulces que arrojaban sobre la arena. Al principio los monos comían los tubérculos con algo de arena, hasta que una hembra joven, llamada Imo, comenzó a lavar las batatas y pronto otros monos jóvenes aprendieron este comportamiento.

Entre 1952 y 1958, todos los monos jóvenes lavaban las batatas antes de comérselas. Sólo los adultos que imitaron a sus crías incorporaron este cambio. Otros adultos siguieron comiendo las batatas con arena.

Lo descrito hasta este momento no dejaría de ser un mero aprendizaje por imitación (Miller y Dollard, 1941) o también llamado aprendizaje vicario (Bandura y Walters, 1963), es decir, hay un modelo del que se aprende algo por observación.

Sin embargo, en el otoño de 1958, a partir de un determinado instante, diríase mejor de un determinado mono, todos los primates de la tribu lavaban las batatas antes de comerlas. Y la sorpresa no quedó ahí, hubo algo que aún le impresionó más a estos investigadores. Sin que los monos de Koshima salieran de la isla, la conducta de lavar las batatas antes de comerlas se había extendido a otros monos del archipiélago ¡e incluso del continente!

El hábito aparentemente saltó las barreras naturales al aparecer en otras islas e incluso en Takasakiyama, en Japón. Científicamente no se encontró ninguna explicación. A partir de un mono, imaginemos que fuese el número cien, el centésimo mono, se produjo una explosión de conocimiento que fue automáticamente incorporada por todos los miembros de su especie, sin importar la distancia a la que se encontraran. (Watson, 1979).

Edgard Morín relata textualmente, en Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad: “Hace poco se descubrió que hay una comunicación entre los árboles de una misma especie. En una experiencia realizada por científicos, se quitaron todas las hojas a un árbol para ver cómo se comportaba. El árbol reaccionó de un modo previsible, es decir, que empezó a segregar savia más intensamente para reemplazar rápidamente las hojas que le habían sacado. Y también segregó una sustancia que lo protegía contra los parásitos. Pero lo que es interesante es que los árboles vecinos de la misma especie empezaron a segregar la misma sustancia antiparasitaria que el árbol agredido”.

Pareciera que toda entidad viva tuviera un vínculo más sutil que le une a los demás miembros de su especie a través del cual recoge información necesaria para su evolución cada cierto tiempo, o quizás, cada cierto número de unidades, sujetos o individuos.

La primera vez que leí sobre estas teorías, fue a partir de las investigaciones del Dr. Rupert Sheldrake, biólogo y filósofo británico, quien planteó una hipótesis que intentaba explicar estos experimentos y fenómenos: los Campos morfogenéticos, o campos no locales como prefiere llamarlos. Según Sheldrake: “Los campos morfogenéticos son campos de forma; campos, patrones o estructuras de orden. Estos campos organizan no solo los campos de organismos vivos sino también de cristales y moléculas. Cada tipo de molécula, cada proteína, por ejemplo, tiene su propio campo mórfico -un campo de hemoglobina, un campo de insulina, etc. De igual manera cada tipo de cristal, cada tipo de organismo, cada tipo de instinto o patrón de comportamiento tiene su campo mórfico. Estos campos son los que ordenan la naturaleza. Hay muchos tipos de campos porque hay muchos tipos de cosas y patrones en la naturaleza...”.

En términos sociales y locales puede observarse que en las elecciones del 2016 el tema de la impunidad y la corrupción tenía importancia solo para un sector minoritario de la sociedad dominicana. Hoy, ya no es lo mismo.

Aunque en ocasiones nos sintamos desesperanzados por los acontecimientos, los cambios están ocurriendo, en algunas ocasiones en forma paulatina, en otras, caótica y no lineal. Lo importante es que hay un punto a partir del cual el conocimiento y la acción se propagan y nos llevan a un nuevo estado de conciencia y compromiso colectivo. ¿Estaremos llegando, con relación a la impunidad y la corrupción, al centésimo mono?

*Associate MIT-Harvard Public Disputes Program, Universidad de Harvard.

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