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El heroísmo y sacrificio de Duarte

Esa organización secreta, Trinitaria, fue la verdadera madre de nuestras libertades y su organización caló profundamente en el corazón de los dominicanos y él se ocupó de que se extendiera por todo el país, creando las condiciones necesarias para conseguir la independencia anhelada. A pesar de ser una organización secreta, sabemos por los hechos históricos, que prendió en todo el territorio nacional y aún perduran sus ideales.

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El heroísmo y sacrificio de Duarte

Cuando la Nación Dominicana estaba sumida en una larga noche de miseria, su economía arruinada y nuestra cultura ancestral, la primada de América, seriamente afectada por la dominación haitiana que estrangulaba las enseñanzas, el idioma, la religión y nuestros valores y costumbres, era claro que la dominicanidad corría un grave peligro, ese era un panorama muy sombrío. Entonces, un valiente y dinámico jovencito multiplica sus actividades por toda la ciudad de Santo Domingo, con un discurso de ideales y esperanzas despertando conciencias, prometiendo libertades, como un faro inexpugnable, y enfrentando los peligros se convirtió en el líder de las juventudes de la época antes huérfanas de futuro.

Su labor fue cuidadosa y metódica, pero también incansable. Sabemos con pruebas documentales, que desde los 16 años se había prometido así mismo no descansar hasta darnos una patria libre e independiente de la cual pudiéramos estar orgullosos todos los dominicanos. Desde el regreso de su bienaventurado viaje a Europa, se dedico a su noble misión.

Pero, para ese sublime propósito, lo primero era crear conciencia dominicanista en esta sociedad completamente confundida, espíritu constante de trabajo, y la mística del heroísmo y el sacrificio por la Patria. Nadie nunca lo ha hecho mejor que él.

En el almacén de su padre en La Atarazana, creó una escuela de avanzados pensamientos, y luego un glorioso día 16 de julio del 1838, reunió a 8 compañeros para que hicieran con él un solemne juramento en nombre de Dios y su conciencia, para dedicar su persona, vida y bienes a la creación de una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera.

Esa organización secreta, Trinitaria, fue la verdadera madre de nuestras libertades y su organización caló profundamente en el corazón de los dominicanos y él se ocupó de que se extendiera por todo el país, creando las condiciones necesarias para conseguir la independencia anhelada. A pesar de ser una organización secreta, sabemos por los hechos históricos, que prendió en todo el territorio nacional y aún perduran sus ideales.

En labor facilitó el inolvidable 27 de Febrero del 1844, y también la prontitud y facilidad con que se unieron y pronunciaron los demás pueblos de la naciente República, respaldando así los ideales sembrados por el Patricio que estuvieron incluso presentes cada vez que se mancilló nuestro pueblo.

El trabajo de Duarte no sólo propició que naciera la República, sino que también él supo defenderla y quererla durante toda la vida, aún consciente de que la labor era harto difícil, con enemigos poderosísimos dentro y fuera del país; por eso, el 26 de mayo del 1844, cuando los disfrazados traidorzuelos fraguaban la anexión a Francia, su voz varonil recia e insobornable frustró el Protectorado Francés y la pérdida de por vida de la península y bahía de Samaná. También con Sánchez, Puello y otros patriotas desalojó a los traidores de la Junta Central Gubernativa con la Acción Cívica Militar del 9 de junio de 1844, dejando plasmados para siempre sus ideales, para ser imitados en todas las épocas, preservando así la Patria de sus sueños. Juan Pablo Duarte fue el verdadero artífice de la conciencia dominicanista de la Patria, que hizo posible la independencia y el mantenimiento de la República, y venciendo todas las vicisitudes.

El camino no fue fácil. Pero él siempre tuvo fe en su pueblo, y este, el dominicano, supo levantarse de las caídas propiciadas por las traiciones, por las injustas y constantes invasiones y los grandes intereses de las potencias coloniales, que siempre han gravitado sobre la Nación. Pero, aún así, este pueblo, el más glorioso y heroico de América, en la tierra de todas las primacías, ha conservado siempre en su alma sus puros ideales y siempre ha sabido vencer sus grandes dificultades.

Duarte puede ser denostado y calumniado, pero la realidad es que aunque nunca quiso permanecer en el estercolero de la politiquería posterior a la fundación de la República, sí regresó cuando su bandera, que él había plasmado en el juramento trinitario, fue arriada y enhestado el pabellón español. Entonces vino una vez más a ofrendar su vida y todo lo que era por nuestras libertades. Por todo esto y mil cosas más el joven Duarte, el líder de la Revolución de los Muchachos, es y será siempre nuestro padre de la Patria.

* El autor es el presidente del Instituto Duartiano.

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