×
Compartir
Secciones
Última Hora
Podcasts
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Literatura
Literatura

El modernismo hispanoamericano fue un tsunami cultural

“...el modernismo no fue cosa de minorías, sino un verdadero tsunami cultural: Todo lo que se escribió a partir de 1894, de una manera o de otra, tiene que ver con este movimiento”.

Lo primero que declaramos es que Rubén Darío, a pesar de ser la figura más conspicua del llamado modernismo hispanoamericano (el brasileño fue completamente diferente), no es el movimiento. Todos los tratadistas discuten este hecho, no su principalía.

Se ha aceptado que ninguno de los señalados como precursores del movimiento puede excluirse; por eso entre los modernistas hay figuras como José Martí en Cuba, Manuel González Prada en Perú, Manuel Gutiérrez Nájera en México, José Asunción Silva, José María Vargas Vila en Colombia y un largo etcétera. Lo que hizo Darío fue crear el nombre justamente en 1888, como lo recuerda Allen W. Phillips en su ensayo: “Rubén Darío y sus juicios sobre el modernismo” (“Estudios y artículos sobre el modernismo”, selección de Homero Castillo, Gredos, 1968): señalando que Ernesto Mejía Sánchez, especialista en este, dijo que apareció por primera vez en un artículo titulado “La literatura en Centroamérica” en la Revista de Artes y Letras de Santiago de Chile aludiendo al escritor mexicano Ricardo Contreras, hablando de “su absoluto modernismo en la expresión.”

Quizás por eso, al publicar “Azul” ese mismo año, se dijo que comienza oficialmente el movimiento con este nombre.

Realmente, aunque la mayoría confunde el modernismo con el parnasianismo, hay una novela de 1884 que inicia otro movimiento que tuvo vigencia, tanto aquí como en el resto hispano. Me refiero “A Rebus” de Joris Karl Huysmans, mejor conocida en español como “A Contrapelo,” que en resumen: “Á Rebours o A contrapelo es una novela enfocada completamente en el protagonista, el duque Jean Floressas Des Esseintes, y sus afinidades estéticas, artísticas, filosóficas, existenciales, literarias y morales, las cuales se encuentran entrelazadas en el mismo personaje. La novela trata de un joven aristócrata de espíritu refinado que escapa de la vulgaridad propia de la ciudad burguesa en la que se encuentra inmerso. Des Esseintes huye del hastío que le producen las relaciones sociales basadas en un pensamiento y moral para él mediocres, o en la mera persecución de los placeres sensibles más bajos. El personaje, tras acercarse a diversos ambientes —de aristócratas, de jóvenes, de hombres de letras y burdeles—, constata su desprecio por estos seres vacíos que no sacian su voluntad, sino que la perpetúan en una cadena de metas triviales y vulgares. A su vez, desdeña la falsedad del positivismo racionalista y del utilitarismo ramplón que rigen sus relaciones sociales contemporáneas.” Que dio inicio al decadentismo literario que surge imitando a este “decadente” ilustre.

Además está el simbolismo, o sea “el reino interior” de que hablaba Darío, el imperio de la idea y del ritmo, que tiene el manifiesto de Jean Moréas que reprodujimos en “Modernismo y criollismo en Santo Domingo en el Siglo XIX (La turba letrada y los mitos literarios”, Edición de Universidad INTEC, marzo 2018.

Surge en una época en la cual la mayoría de nuestros intelectuales leían en francés por la Anexión o remanente de la ocupación haitiana. La influencia del decadentismo está en Tulio Manuel Cestero en “Fugitiva” su primer poema en prosa en el cual habla de jarrones japoneses en un bohío de la calle San Pedro, publicado en la revista El Hogar de Fabio Fiallo el 2 de noviembre de 1894, que da inicio a nuestro modernismo poético; lo del capitaleño vegano Bienvenido Salvador Nouel, autor de “Azul”, el primer poema en verso con elementos modernistas es fruto de un cenáculo junto a Lorenzo Despradel, como lo señala éste en “Estafeta Literaria, a Bienvenido S. Nouel”, revista La Cuna de América Nos. 11 y 12 final de julio de 1919, (https://acento.com.do/2018/opinion/8580907-texto-completo-lorenzo- despradel/), por lo cual, no puede decirse que fuera un “improvisado”. Este hecho nos indica que no se quedó solo en Santo Domingo el influjo de Rubén, a quien adoraba Nouel. Incluso, Max Henríquez Ureña señala a Andrejulio Aybar, Miguel A. Garrido y Apolinar Perdomo.

Como lo del libro de Tulio Cestero “Notas y escorzos” de 1898 criticado y exaltado, aquí y fuera, y su labor en Caracas y New York, faltando mucho por investigar frente a la falta de una gran cantidad de revistas y periódicos de la época que no pudimos revisar. Sin embargo citamos lo que escogimos para iniciar la obra citada, de Jorge Luis Borges el proemio de su poemario “El oro de los tigres” de 1972: “Descreo de las escuelas literarias que juzgo simulacros didácticos para simplificar lo que enseñan pero si me obligaran a declarar de dónde provienen mis versos, diría que del modernismo, esa gran libertad, que renovó las muchas literaturas cuyo instrumento común es el castellano y que llegó por cierto hasta Europa”.

De modo que tomando al pie de la letra lo dicho por Borges, que nació en el momento en que se vivía la febrilidad continental de lo entonces nuevo y maravilloso, el modernismo no puede ni debe circunscribirse al rubendarismo considerado solo desde el parnasianismo, y de hecho, no se circunscribe. Demostraremos en un segundo artículo que el modernismo no fue cosa de minorías, sino un verdadero tsunami cultural: Todo lo que se escribió a partir de 1894, de una manera o de otra, tiene que ver con este movimiento. De eso hablaremos. No solo no pasó sin pena ni gloria, sino que todavía están vigentes algunas consignas suyas del simbolismo, como el interiorismo, por no ir más lejos.

TEMAS -

Escritor, maestro, articulista, investigador y abogado. Ganador del Premio Nacional de Literatura 2021.