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El peatón al poder

El peatón al poder pudiera ser el título de una obra de teatro. O tal vez una aspiración de aquellas sociedades en que es el objeto principal de las políticas públicas. Hay sociedades en las que el caminante es reconocido, protegido, estimulado. Hay otras en que es un simple paria, excluido, marginado. Las primeras son sociedades mejor integradas. Las segundas, no lo son tanto.

La dominicana se inserta en la modalidad de sociedad excluyente, en la que el peatón sólo encuentra obstáculos y se ve obligado a subordinarse al predominio del vehículo privado, con la restricción de que ese instrumento de desplazamiento únicamente se encuentra al alcance de aquellos con mayor poder económico.

En cambio, hay ciudades europeas incluyentes, como Madrid, España, en que en estos momentos se está produciendo un intenso debate centrado en el uso del espacio urbano. La municipalidad está impulsando la reducción en el centro de la ciudad del espacio utilizado por vehículos particulares y la expansión de las áreas para peatones y vehículos de transporte público y ecológicos.

Hay ebullición porque las políticas están dando un giro muy agresivo en favor del caminante, a pesar de que desde hace ya mucho tiempo disfruta de un trato muy marcado a su favor. Pero en lo adelante lo va a ser más. El carro privado está pasando a ser un monstruo jurásico y va en camino de ser expulsado del centro urbano y hasta de la periferia.

La idea es que el eje situado en la famosa Puerta del Sol, con su avenida más representativa, la Gran Vía, se convierta en ámbito exclusivo de peatones, con circulación vial autorizada sólo para buses, taxis, y vehículos ecológicos, así como para los de residentes en el lugar.

Eso está dando lugar a la remodelación del espacio vial. Menos carriles para vehículos privados, más carriles exclusivos para transporte público, y aceras más amplias para peatones.

Y es que este eje es un verdadero hormiguero humano. Gente, gente y más gente, caminando, comprando, bebiendo, comiendo, asistiendo a representaciones culturales de tertulias, teatro, cine, exposiciones, congresos, museos, disfrutando de su momento de ocio.

Ahora se ha agregado la modalidad de desplazamiento en bicicletas y en patinetas, que pueden ser alquilados a un precio módico para trayectos cortos o largos.

El propósito abarca varios frentes. Reducir la contaminación al restringir la circulación de vehículos contaminantes. Crear un ambiente urbano más propicio al relajamiento individual. Y propiciar la integración de la ciudadanía en espacios amigables.

Hasta finales de noviembre se sentirá la molestia que provocan las obras de reacondicionamiento, en espera de que al finalizarlas se alcance el orgasmo de los ciudadanos a pie, en su dulce venganza contra los agravios de la cultura del carro privado. Casi todo el centro, será peatonal, con una extensión de metros cuadrados muy grande, medible en decenas de hectáreas.

Son escalones en busca de recuperar aquella parte de la humanidad que se perdió en el largo trayecto desde la tribu.

Para quienes vivimos en Santo Domingo, como es mi caso, ciudades como Madrid y otras europeas, constituyen una atracción fascinante.

Por ejemplo, no se observan los tremendos entaponamientos que paralizan a nuestra ciudad, día por día, hora por hora, ni policías de tráfico contradiciendo las señales de los semáforos. Al contrario, la luz de estos artefactos es respetada en cualquier circunstancia.

A veces no vienen vehículos por el lado de la luz verde del semáforo, pero eso no es motivo para que los que tienen el color rojo de frente decidan pasar. Tampoco se observa a los conductores bloquear los cruces a sabiendas de que no pueden pasar, ni tampoco adueñarse del paso de peatones.

No. El respeto es absoluto, debido a que las multas por incumplimiento son altas, se cobran y dan lugar a la pérdida de puntos en el carnet de conducir.

No se ve trato especial para la circulación por las calles del presidente del gobierno ni de altos cargos públicos, salvo las necesarias medidas de seguridad, en todo caso muy discretas.

Llama la atención que raras veces se forma un tapón o congestionamiento de tránsito, a pesar de la cantidad de vehículos que circula. Y también el alivio que representa la existencia de carriles exclusivos para autobuses y taxis, así como, en algunos casos, para motores, bicicletas y patinetas.

La eficiencia del transporte urbano es impresionante, compuesto sobre todo por un amplio parque de modernos autobuses, una extensa red de trenes urbanos y suburbanos, complementada por taxis y vehículos bajo la franquicia de Uber y Cabify. Todo bien organizado con llegada de unidades de autobuses en frecuencia preanunciada y avisos en pantalla electrónica situada en cada parada. Lo mismo ocurre con el metro.

Todo eso hace posible que el ciudadano conozca con certeza el tiempo que le va a llevar desplazarse a su trabajo o a donde quisiera ir. E implica ahorro de tiempo y monetario, así como disminución del estrés.

Como si lo anterior fuera poco, se ve a jóvenes y adultos caminando por las aceras con su teléfono celular en las manos, comunicándose con total tranquilidad sin el temor de ser asaltados por algún delincuente. Las cámaras disponibles junto a la vigilancia policial, ofrecen al transeúnte la tranquilidad que requiere para pasear, vivir.

Si ciudades como Madrid lo han logrado, Santo Domingo también podría y necesita hacerlo. Pero no es fácil, decenios de educación de calidad todavía nos separan de esa aspiración. Y decenios, también, de políticas populistas y clientelistas, conspiran para alcanzar esos resultados. Algún día será.

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