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Premios Nobel
Premios Nobel

El premio Nobel y la economía experimental

«Los premiados de este año han introducido una nueva aproximación para obtener respuestas confiables acerca de las mejores maneras de luchar contra la pobreza global. [...]Los resultados de la investigación de los galardonados – y la de aquellos investigadores que ha seguido sus pasos – han mejorado dramáticamente nuestra habilidad de combatir la pobreza en la práctica. Como un resultado directo de sus estudios, mas de cinco millones de niños hindúes se han beneficiado de programas efectivos de tutorías remediales en las escuelas. Otro ejemplo son los fuertes subsidios para los servicios preventivos de salud que han sido introducidos en muchos países». Real Academia de las Ciencias de Suecia, octubre 14, 2019

En esta semana el premio Nobel de Economía fue otorgado a tres académicos, dos de MIT y uno de la universidad de Harvard, por sus aportes en el diseño de experimentos que han contribuido a definir políticas más efectivas de lucha contra la pobreza. Son ellos, los profesores Abhijit Banerjee, egresado de Harvard; Michael Kremer, también egresado de Harvard, y Esther Duflo, egresada de MIT. Un detalle interesante es que la profesora Duflo se convierte, de esta manera, en la economista (hombre o mujer) más joven – a sus 46 años – en recibir tan importante galardón. Pero, además, es apenas la segunda mujer que lo recibe, después que en el 2009 la economista Elinor Ostrom fuese acreditada con el Nobel. Desde 1969 –cuando se creó el Nobel de Economía– han sido premiados 84 economistas, y solo dos mujeres lo han logrado, algo que hace más destacable que Duflo –de nacionalidad francesa– lo haya conseguido a una edad relativamente muy joven.

Durante el presente siglo XXI alrededor de una docena de economistas que han sido premiados con el Nobel de Economía han dedicado sus esfuerzos en el área de la economía empírica; entre ellos –además de los citados anteriormente–, se encuentran Kahneman, Vernon Smith, Phelps, Sargent, Sims y Thaler. De hecho, la academia sueca ha mostrado una alta propensión a premiar preferentemente a la economía empírica, desde que Frisch y Tinbergen –ambos econometristas– compartieron en 1969 el primer Nobel de Economia. Esta propensión tiene mucho que ver con el propio desarrollo de la ciencia económica, y la utilización generalizada de métodos estadísticos y matemáticos en el análisis de la conducta económica.

Además, la generación masiva de data que puede ser utilizada en el análisis económico puede conllevar a un empirismo vacío de todo contenido teórico. Es decir, que la teoría económica pudiera estar perdiendo espacio en el interés de los economistas. Y esto se puede apreciar en un planteamiento que se le atribuye al destacado economista Enmanuel Saez de la Universidad de California en Berkeley, quien afirmó que «si los datos no encajan con la teoría, cambia la teoría». Para algunos, esto es sinónimo de que en la economía se está dando un cambio de paradigma; para otros, pudiera ser un salto al vacío... sin paracaídas.

Un problema de gran envergadura para la economía empírica es que la ciencia económica es una ciencia social. Y como tal la conducta humana es fundamental. Siendo así, cada experimento es único y restringido al contexto en el que se realiza, ya sea espacial o temporal. Por lo que es muy difícil generalizar a partir de resultados específicos al contexto. Lo que funciona en un contexto cultural, social o racial – por citar algunos ejemplos – no necesariamente funciona en todas partes. En consecuencia, la economía no es una ciencia empírica, aunque los datos sean una parte importante del análisis económico. Y el economista debe dominar esas técnicas. Pero el economista que se queda en las técnicas es simplemente un tecnólogo.

Adicionalmente, cuando el economista se aproxima a los datos sin un marco teórico se corre el riesgo de no poderlos organizar en la dirección correcta. Desde el punto de vista estadístico, los datos pueden ser manipulados de diferentes maneras con resultados diferentes, y ser empujados en la dirección que es de interés del investigador. De ahí que la teoría es como un foco que ilumina el camino de la investigación. Si la teoría puede ser cambiada porque no se ajusta a los datos, como plantea Saez, entonces se perdería el criterio organizador del proceso de transformación de estos.

Un principio teórico y básico de la economía es que los individuos responden a los incentivos. Y esto ha podido ser comprobado por los nuevos laureados con el premio Nobel. Los experimentos de Duflo muestran que cuando se aplican los incentivos correctos se obtienen los resultados deseados. Pero cuando se evalúa el impacto de la ayuda externa de los países desarrollados para combatir la pobreza en el tercer mundo se llega a la conclusión que gran parte de esa ayuda se disipa en los procesos burocráticos, en mala asignación y en corrupción.

Por tales razones, economistas como William Easterly son fuertes críticos de la ayuda externa, pues desvía el foco de atención del combate a la pobreza hacia lugar equivocado; la solución no está en hacerla más efectiva, sino en hacerla menos necesaria. Pero esto requeriría promover mejores instituciones locales y establecer políticas que conformen una estructura de incentivos que induzcan una superación de la pobreza a través del empoderamiento de los pobres, que les permita superar la pobreza con base en su propia autonomía y dignidad, y no a través de la instrumentalización política. El tema es, por tanto, detener la pobreza en sus causas, no en sus síntomas.

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