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El Templo y los valores

Pudiera ser que el famoso estribillo “seco, sacudido y medido por buen cajón”, sea la caracterización bien lograda de un grupo social... que comparte las cualidades de formalidad en el trato con el prójimo, lealtad, seriedad, superación personal y compromiso con la defensa de una determinada escala de valores.

Cuando a Luis Ovalles le tocó asumir la representación de Antonio Morel en este homenaje póstumo en que se le entregó la estatuilla de inmortal, recordaba: “Cuando lo conocí me dio la mano y se presentó diciéndome, soy mocano. Y cada vez que lo veía, me saludaba y repetía, soy mocano.”

Y es que el mocano se siente bien estando junto a otro mocano. Ese sentimiento de pertenencia a un grupo, es quizás una de sus principales características, que los convierte en abiertamente solidarios entre ellos mismos.

Antonio Morel, ya fallecido, fue uno de los grandes músicos dominicanos, director de una afamada y popular orquesta de la segunda mitad del siglo pasado. Como él, la provincia Espaillat produjo músicos excelsos, directores de orquesta como Papa Molina, o Gregorio (Goyo) Rivas. Y el mismo Rafael Solano, de padre mocano, pero que vio la luz en Puerto Plata.

El teatro lleno, expectante, con emoción contenida. En el escenario, las personalidades a ser elevadas a la categoría de inmortales, edecanes y miembros del comité organizador.

Mallete, machete, laurel, estatuillas. Himno nacional. Himno del templo. Trompetas. Intermedios artísticos. Todo preparado, según la rigurosa liturgia acordada, de acuerdo a un guión escrito, elaborado en sus mínimos detalles.

No era para menos. Se trataba de la celebración del V Ceremonial del Templo de la Fama de la Provincia Espaillat. Allí se encontraban otras personalidades que también fueron exaltadas, cuya labor se desenvolvió en ámbitos diferentes.

En la rama de la educación, fueron reconocidos los profesores Juan Crisóstomo Estrella, que da su nombre a la escuela de educación intermedia de Moca, y la profesora Mercedes (Chía) Estrella. Ambos dejaron huella profunda en generaciones que los recuerdan con agradecimiento.

A Crisóstomo Estrella no lo conocí. Me llamó la atención la anécdota que escuché de que fue el creador de la famosa galleta de manteca. Y su impulsor, al concebirla como parte fundamental de la cultura de la villa.

Recuerdo que, a raíz de la eliminación de Trujillo, participé junto a un grupo de estudiantes en la ocupación de la escuela que hoy lleva su nombre. En el salón de entrada di un brinco y bajé un retrato grande del dictador que se encontraba colgando de una pared; entre todos, lo tiramos al suelo y rompimos, hasta que vino un guardián enarbolando un enorme cuchillo, y tuvimos que abandonar el lugar a la carrera para evitar ser agredidos.

Doña Chía fue maestra venerada. Al verme me llamó por mi apodo de niño, Cocoliso. Y me premió, al decirme que leía con interés mis modestos artículos publicados en Diario Libre.

Mario Cabrera Morín, salió muy joven de su pueblo. En la capital le apodaron el Rubito de Moca, como con orgullo lo proclamó su hija, Conchita. Luego de arduas labores en la dirección del grupo industrial Lavador, fue elegido por sus dotes conciliadoras, espíritu constructivo y capacidad de liderazgo para dirigir la Asociación de Industrias y el Consejo de Hombres de Empresas, hoy Conep. También presidió Educa. Fue reconocido en el apartado de desarrollo industrial.

El Dr. Silverio López, es un hombre muy singular. Ha dedicado su vida al apostolado de servicio a la comunidad. Humanista. Su afán ha sido servir a los más necesitados, poniendo su caudal de conocimientos de las ciencias médicas, a disposición de aquellos que no tienen forma de pagar sus servicios. Fue exaltado en la rama de filantropía.

Y en deportes fueron incluidos dos formidables deportistas. Teresa Almánzar, medallista en atletismo en competencias internacionales. Y Pedro Gómez, excelso jugador de béisbol y softball, ganador de medallas de oro en ambos tipos de competencias a nivel internacional.

Pudiera ser que el famoso estribillo “seco, sacudido y medido por buen cajón”, sea la caracterización bien lograda de un grupo social, que no étnico, que comparte las cualidades de formalidad en el trato con el prójimo, lealtad, seriedad, superación personal y compromiso con la defensa de una determinada escala de valores.

El hecho es que allí, en el ceremonial de exaltación a la inmortalidad de tantos talentos que han dejado huella profunda en el andar de la comunidad mocana, fue notoria la presencia de un extendido sentimiento colectivo de orgullo.

Al final, eufórico y emocionado, Luisín Mejía, Presidente del Comité Olímpico Dominicano, al devolver el mallete de mando, en su calidad de presidente de honor del V ceremonial del Templo de la Fama de la Provincia Espaillat, exclamaba, dirigiéndose al público: “En mi vida no he visto, ni asistido a un ceremonial más solemne que el celebrado en este Templo.”

Era un reconocimiento a la seriedad y organización impecable del acto. A veces, la forma condiciona el contenido. En esta ocasión, lo complementó, para desarrollar una representación memorable.

Y es que, reconocer y destacar los valores que adornan a una comunidad, ponerlos como ejemplo a ser imitados, tal vez sea la mejor manera de hacer frente al deterioro que se observa a escala nacional.

Por eso es de agradecer al Templo de la Fama el esfuerzo que realiza al organizar periódicamente este ceremonial, y a todos aquellos que contribuyen a su materialización dándole el apoyo que se requiere para llevarlo a cabo.

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