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Fondos de pensiones e inorgánicos

En medio del duelo y las tribulaciones que embargan a la sociedad, es mandatorio exorcizar la desesperanza y aferrarse al relato de que, entre todos, unidos, será posible superar el espanto y volver a la normalidad con nuevos y más intensos bríos.

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Fondos de pensiones e inorgánicos

En la actual situación de emergencia conviene evitar que se cometan errores que sirvan de pretexto para que se destruyan algunas de las pocas instituciones ya consolidadas que existen, y se tire por la borda lo que tanto esfuerzo le ha costado a esta sociedad.

Veamos dos ejemplos.

Primero. Los fondos de pensiones son un notable y meritorio logro institucional. Su finalidad es estar disponibles para cuando se produzca el retiro del trabajador; no antes. Eso sí, en un futuro no lejano, con serenidad y calma, los aportes a esos fondos pudieran ser ampliados y mejorada la cobertura.

Lo que no procede es desmontar ahora esos recursos, como algunos han recomendado, dado que dañaría irremisiblemente el plan de retiro y dejaría maltrecha la confianza, puesto que son recursos colocados a muy largo plazo. Asimismo, al estar estos fondos invertidos en títulos públicos y bancarios, la demanda simultánea de su entrega causaría una conmoción financiera de complejo desenlace.

Además, si esos fondos se desmontaran sería sin provecho alguno, ya que el alivio de liquidez que se pretende puede obtenerse de las instancias públicas, como se ha empezado a hacer.

Segundo. El Banco Central es una de las instituciones más consolidadas del país. La ley monetaria lo dotó de funciones y contrapesos para garantizar el control de los medios de pagos y la inflación.

Ante las sugerencias que se han expresado en el sentido de que se emitan pesos de los llamados inorgánicos para paliar los efectos de la crisis, no hay que olvidar los años que costó a esta sociedad imponer la prohibición de esa modalidad, hasta que por fin surgió una coyuntura en que fue posible establecerla mediante la aprobación de la Ley Monetaria y Financiera. Esa legislación fue fruto de un largo proceso de avances y retrocesos.

Es bien sabido que en países de débil institucionalidad el poder siempre está ávido, en cualquier tiempo y circunstancia, por echar mano a la fuente de emisión monetaria. Las hiperinflaciones que han estado presentes en algunas de las naciones sudamericanas y el consecuente empobrecimiento de sus poblaciones se nutren del uso imprudente y recurrente de esta modalidad.

Por lo demás, no solo es que el remedio costaría más que la enfermedad, con el riesgo de convertirlo en fuerte perpetua de inestabilidad, sino que tal planteamiento se hace superfluo pues el organismo monetario posee instrumentos diversos para crear liquidez en la medida en que la ley lo concibe, que es lo que se persigue.

En otro orden, hay acuerdo y comprensión acerca de que en esta difícil coyuntura es obligación de las autoridades identificar y agenciarse los recursos necesarios para mantener vivo y recuperar el tejido económico.

Es una pena que desde la cúpula gubernamental no se haya hecho caso a las tantas voces que desde hace tiempo han venido alertando sobre la temeridad y peligro de seguir endeudando al país, sin propósito ni sentido.

Ahora, en presencia de un fuerte choque externo, solo queda lamentarse y sufrir las consecuencias del elevado servicio de la deuda pública, lo cual hará más traumático y doloroso salir de la crisis, y lo que es peor, resta espacio a la obtención de financiamiento externo en el momento en que más se le necesita.

Dada la reducción simultánea que se está produciendo en el ingreso de las principales fuentes de divisas (turismo, remesas, exportaciones, inversión extranjera directa), es perentorio y de primerísima prioridad compensar esta merma y acudir a las fuentes de financiamiento externo para hacer acopio de monedas duras en la medida en que lo permita el espacio fiscal disponible.

En especial, acceder a las ventanillas de los organismos multilaterales, cuyas facilidades afortunadamente están siendo ampliadas, así como también a las bilaterales y privadas.

En cuanto a las fuentes internas, existen opciones dentro del ordenamiento institucional, sin tener que desnaturalizarlo, aparte de que hay un potencial todavía inexplorado de racionalizar el gasto público para liberar fondos hacia objetivos prioritarios.

En medio del duelo y las tribulaciones que embargan a la sociedad, es mandatorio exorcizar la desesperanza y aferrarse al relato de que, entre todos, unidos, será posible superar el espanto y volver a la normalidad con nuevos y más intensos bríos.

Pero eso solo será posible si en la alta dirigencia nacional hubiera altruismo, desprendimiento, claridad de miras y disposición sincera de aunar esfuerzos y concertar un amplio acuerdo que despeje incertidumbres, enrumbe al país hacia la recuperación y libere la energía y vitalidad constructiva de este pueblo.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.