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“Fuego y Furia. Dentro de la Casa Blanca de Trump”

Tratar de frenar la aparición del libro ha hecho del problema una crisis y convertido su publicación en una cruzada. La libertad de expresión le ganó la partida al presidente de los Estados Unidos.

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“Fuego y Furia. Dentro de la Casa Blanca de Trump”

Fire and Fury. Inside the Trump White House”, el libro recientemente publicado por el periodista Michael Wolff, está provocando una tormenta en la administración del presidente Donald Trump por la forma torpe en que este y su equipo se han manejado.

Muchas administraciones han vivido experiencias similares. Pero esta ha cometido una serie de errores dignos de estudiar.

Primero, el libro cuenta “la intra historia” y la cotidianidad de la administración. Mucho de lo que se dice en sus páginas ya es conocido en los medios norteamericanos: el volátil temperamento del presidente, la influencia de su familia en decisiones de Estado y de políticas públicas, el tema de las filtraciones incontroladas de miembros del staff. Este último elemento es muy importante pues a Michael Wolff se le otorgó un acceso ilimitado. “Era un espíritu libre en los pasillos del ‘West Wing’ de la Casa Blanca”, reseñan varios reporteros.

Este descuido puntual provoca una incapacidad de comunicar en forma coherente creando más descontrol del proceso y sus resultados. El autor entrevistó a sus fuentes de la forma que él quiso, cuando quiso, in situ y sin ningún tipo de limitación.

Segundo, como afirmara David Axelrod, el legendario asesor de Barack Obama, con la forma de actuar del presidente y su staff “se le ha dado oxígeno a este libro desde la Casa Blanca”.

En vez de impulsar su agenda política, en vez de tratar de conducir el mensaje y dar poca importancia al libro, Trump y su equipo actuaron a la defensiva desacreditaron al autor; dieron así publicidad gratis al libro y “repartieron golpes” a quien hace unos meses era un aliado incondicional como es el caso de Steve Bannon.

El libro está provocando lo inesperado, pues Steve Bannon, asesor ultraderechista que estaba en los oídos de Trump en los primeros meses de su mandato, hasta que cayó en desgracia y fue expulsado de la Casa Blanca, emitió el domingo pasado un comunicado en el que se disculpó por sus declaraciones sobre Donald Trump Jr., al que había calificado en un libro de “traidor” y “anti patriota”, y lo define ahora como “un patriota y un buen hombre”, sostiene que la investigación sobre la supuesta colusión contra Hillary Clinton, durante la campaña, entre el equipo de Trump y la inteligencia rusa es “una caza de brujas” y subraya su apoyo “inquebrantable” al presidente de EEUU, su exjefe Donald Trump. “Lamento que mi retraso en responder a la información errónea sobre Don Jr. haya desviado la atención de los históricos logros del presidente en su primer año de presidencia”.

En el libro, sin embargo, Bannon expone al hijo mayor del presidente como un irresponsable por haberse reunido en la torre Trump con una abogada rusa vinculada al Kremlin. Recuerde el lector que el Departamento de Justicia puso en marcha la investigación por “cualquier vínculo y/o coordinación entre el gobierno ruso e individuos asociados con la campaña del presidente Donald Trump.” Esta y otras citas han enfurecido al presidente, quien se disponía a demandarlo por violar el acuerdo de confidencialidad que este asesor firmó en la campaña de Trump.

En el mundo corporativo tal acuerdo de confidencialidad es común. Las compañías privadas necesitan mantener secretos respecto a socios, fórmulas, metodologías y resulta normal hacer valer estos acuerdos. El conflicto viene cuando se trata de silenciar temas que violan la ética y moral pública o impiden salvar la vida de personas, preservar el orden público, defender el interés colectivo, la seguridad nacional y las libertades democráticas. La Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos expresamente “prohíbe la creación de cualquier ley ... que reduzca la libertad de expresión, o que vulnere la libertad de prensa...”.

Tratar de frenar su la aparición del libro ha hecho del problema una crisis y convertido su publicación en una cruzada. La libertad de expresión le ganó la partida al presidente de los Estados Unidos de América.

Nelson Espinal Báez. Associate MIT-Harvard Public Disputes Program, Universidad de Harvard.

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