×
Compartir
Secciones
Última Hora
Podcasts
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
Redes Sociales
Reformas
Reformas

Hablemos ahora de la reforma fiscal

El debate electoral debería de estar cargado de temas cruciales para la gente como la seguridad social y la salud, el desarrollo productivo, los empleos y la competitividad internacional, el sector eléctrico, la seguridad pública y la justicia; (...) Por otra parte, en la medida en que la percepción de dispendio, clientelismo, corrupción y discrecionalidad en el gasto público continúe siendo generalizada, la resistencia a discutir una reforma impositiva, aunque esta también incluya la mejora del gasto público, promete unos costos políticos elevadísimos para quien intente promover una discusión de este tipo. En pocas palabras, nadie quiere tocar la tecla tributaria ni plantear la cuestión con responsabilidad. Pavel Isa C., 2016

Cuando se observa el proceso electoral de Estados Unidos es inevitable establecer comparaciones con lo que ocurre en nuestro país; candidatos discutiendo abiertamente sus posiciones sobre temas definitivamente controversiales sin miedo a los costos políticos que se deriven de esas posiciones. De esta manera, los electores tienen la oportunidad de formarse una idea aproximada de lo que piensan los aspirantes a dirigir la nación. Exactamente lo contrario ocurre aquí; la campaña está llena de humos para que los electores no se formen una idea de las verdaderas intenciones de quienes aspiran a dirigirlos; lo que guarda una estrecha relación con el precario desarrollo -en general- del liderazgo político dominicano.

Los electores dominicanos no tienen el derecho a exigir un debate entre las principales opciones para el 15 de mayo, a pesar de que la JCE entregará para la campaña política alrededor de RD$1,500 millones de los impuestos que esos electores pagan al fisco, y que seguramente -si se hiciera una consulta- la mayoría de los electores rechazaría.

Un tema fundamental para los dominicanos es el de la inminente reforma fiscal. Y sería de un valor incalculable que los dominicanos supieran de antemano a qué tipo de reforma fiscal se exponen, dependiendo de quién resultara electo en las votaciones de mayo venidero. Muchos se alarmarían si supieran que la reforma fiscal que se avecina se convertirá en una oportunidad más para incrementar los impuestos. Un argumento será que así lo contempla la Estrategia Nacional de Desarrollo.

Sin embargo, será complicado encontrar áreas en donde el incremento de los impuestos pueda hacerse sin que eso signifique un agravamiento de las pesadas cargas impositivas que padecen los dominicanos atrapados en las redes del control tributario. En efecto, hay sectores que están excesivamente gravados, como es el caso de las telecomunicaciones que han visto mermada su capacidad para realizar las inversiones necesarias para no quedarse rezagadas ante el avance continuo avance de la tecnología. En general, es impensable un incremento que lleve a las tasas del ITBIS por encima del 18%. Pero igualmente es inconcebible elevar las tasas del impuesto sobre la renta más allá de sus actuales niveles. Es decir que los dos instrumentos más importantes de tributación interna no soportan un incremento de tasas. Tampoco lo resisten los impuestos a los combustibles.

Y naturalmente muchos se estarán preguntando, «¿y los incentivos a las empresas?». El denominado ‘gasto tributario’ -una denominación que aún no entendemos- será uno de los focos cruciales de la próxima reforma fiscal. El FMI ha insistido en su eliminación, al igual que funcionarios del área económica que entienden como innecesarios los incentivos que reciben los distintos sectores productivos de la nación. Esta presión -junto a la presión de que los salarios sean aumentados por encima de la lógica económica- presupone una receta que llevaría a la quiebra a una gran parte de las empresas dominicanas.

Poniéndolo de otra manera: la existencia de esos incentivos es una prueba de que el sistema tributario dominicano es una amenaza a los sectores productivos del país y que sin ellos la inversión nacional estaría en niveles aún más deplorables, con peores niveles de desempleo. Esto significa que para desmontar la estructura de incentivos a la producción es absolutamente necesario desmontar las tasas impositivas a niveles que compensen una cosa con la otra. A simple vista pudiera parecer que se trata de un juego que suma cero. Pero no es así. Las menores tasas impositivas servirían como un estímulo para la actividad económica, y el fisco -probablemente- terminaría recaudando más.

Todas estas ideas son discutibles. Y ciertamente hay enfoques que difieren de estos planteamientos. El punto es, sin embargo, que el tema no puede ignorarse cuando el déficit público consolidado merodea el 5% y las finanzas públicas son objeto de preocupación para organismos como el FMI. Por eso, se impone una discusión abierta entre los candidatos a la Presidencia de la República.

¿Estarían los empresarios dispuestos a financiar a un candidato que simplemente quiere eliminar los incentivos a sus empresas? ¿Votarían los consumidores por un candidato que plantea un incremento de los impuestos al consumo y a la renta? Son muchas más las interrogantes; y sería oportuno conocer de antemano las posiciones de los candidatos para que los electores tomen una decisión mejor informada. Después no se diga que nos dieron «un palo acechao».

@pedrosilver31

Pedrosilver31@gmail.com

TEMAS -