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Deuda pública
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Ideas tontas acerca del ingreso fiscal

En conclusión, el Estado tiene una participación robusta en la movilización de recursos de la nación, mal estructurada. La presión tributaria es baja porque hay figuras impositivas que no se perciben y facilitan la evasión. Eso lleva a un endeudamiento insostenible. Hay que desmontar esa afición a la deuda, cuyo servicio es una carga pesada y de riesgo.

Una llena el vacío que deja la otra. Y empeora el futuro de todos.

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Ideas tontas acerca del ingreso fiscal

Suele decirse que el Estado dominicano apenas posee recursos para cumplir sus funciones al mínimo exigible. Se alude a una presión tributaria de alrededor del 14% del PIB. Los organismos internacionales recomiendan acercarla al promedio de Latinoamérica. El Leviatán criollo parecería ser una figura escuálida y sedienta, necesitada de savia para sostenerse.

Pero ocurre que las cifras de la región contienen elevadas contribuciones a la seguridad social y altas exacciones a los recursos naturales. Si se excluyeran, para que las bases fueran comparables, los guarismos fiscales dominicanos se acercarían a los de esos países.

Sacar de donde hay es fácil; en cambio, extraer de donde existe poco es complejo y explosivo. Las alforjas post pandémicas de la población pudieran estar más vacías que llenas. En todo caso, antes de acometer lo complejo, lo sensato sería ponerse de acuerdo sobre lo elemental.

¿Es tan cierto que el tamaño del Estado dominicano, mirado desde la perspectiva del ingreso, sea pequeño? ¿O más bien hay que ordenarlo y sanearlo?

Según cifras del presupuesto de 2021, el Estado dominicano tendrá una participación en el pastel de la economía del orden del 25.4% del PIB. O sea, ingresará y gastará una cuarta parte del producto de la nación. Esa cifra casi duplica la presión tributaria.

De ahí se desprende que la participación del sector público es más profunda y de mayor impacto de lo que se afirma cotidianamente. Y tal vez eso explique que mucha gente busque refugiarse en sus sinuosidades para resolver problemas de todo tipo. Pero esa visión es aparente, engañosa, pues se afinca en lo ajeno, en los préstamos.

¿A qué se debe esa falta de concordancia? La clave para desenredar la madeja se encuentra en la forma como se integra el ingreso del fisco, que se divide en tres partidas: percibido, no percibido y financiado.

El percibido asciende a un monto de RD$746,313 millones; el 15.2% del PIB. Y se corresponde con los ingresos tributarios y no tributarios captados con base en la legislación vigente.

El no percibido es el resultado de dejar de cobrar algunos impuestos a determinadas actividades económicas. Esos renglones, también llamados gasto tributario, ascienden a RD$209,657 millones, o el 4.3% del PIB.

El financiado son los préstamos que se reciben y que ascienden a RD$291,258 millones; o el 5.9% del PIB. En el fondo, lo que el Estado deja de cobrar como impuestos lo compensa y aumenta acudiendo al endeudamiento.

Obsérvese que si restáramos del total de ingresos la parte que el fisco no percibe, su participación real en el pastel sería igual al 21.1% del PIB; es decir, 25.4 menos 4.3, lo cual es igual a la suma de lo que percibe, 15.2, más lo que toma prestado, 5.9. Esto significa que el fisco sacrifica recursos al no cobrar esos impuestos, y simultáneamente más que los compensa endeudándose por una suma cada vez mayor. Es un ídolo con pies de barro: dependiente del endeudamiento.

La solución para recomponer y fortalecer las finanzas públicas consiste en recuperar los ingresos comprometidos en el “gasto tributario”, lo cual implica eliminar las exenciones (existe la opción de gravar las áreas sensibles con una tasa muy baja o dejar exentas muy pocas. El G7 acaba de proponer un impuesto mínimo de 15% a sociedades que ayudaría a realizar esta reestructuración fiscal).

Si así se hiciera las ventanas abiertas a la elusión y a la evasión fiscal se cerrarían. Y surgiría la oportunidad para multiplicar la captación de ingresos tributarios en base más generalizada, con lo que la tributación sería más justa y hasta podrían bajarse algunas tasas.

Si así se procediese el Estado captaría el ingreso percibido (15.2% del PIB), más el no percibido (4.3% del PIB), a lo que se agregaría por lo menos un 2.5% del PIB por control de la evasión en una primera etapa, con lo cual la participación en el pastel llegaría al 22.0% del PIB. Serían ingresos firmes (no aparentes), sanos y sin deudas. Esto facilitaría desmontar el financiamiento (5.9% del PIB). Afianzar la solvencia fiscal.

En conclusión, el Estado tiene una participación robusta en la movilización de recursos de la nación, mal estructurada. La presión tributaria es baja porque hay figuras impositivas que no se perciben y facilitan la evasión. Eso lleva a un endeudamiento insostenible. Hay que desmontar esa afición a la deuda, cuyo servicio es una carga pesada y de riesgo. Una llena el vacío que deja la otra. Y empeora el futuro de todos.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.