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Imposición de la mayoría o concertación política

No es un acuerdo entre élites políticas lo que necesitamos, que daría como resultado una restricción en la participación, en la competencia y en el pluralismo, y una perpetuación en el poder de los grupos dominantes.

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Imposición de la mayoría o concertación política

Israel había ocupado todo el territorio de la península del Sinaí en 1967. En 1978, el presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menagen Begin se reunieron para negociar un acuerdo de paz con la ayuda del entonces presidente Jimmy Carter en Camp David.

- Carter le preguntó a Begin ¿Cuál era su interés en el Sinaí? Begin respondió insistiendo en conservar la mitad del Sinaí. Carter le contestó: “Eso me parece su posición. ¿Por qué creen que es necesario conservar el Sinaí?” A lo que Begin respondió: “Se trata de la seguridad de Israel, y eso no es negociable. Nosotros teníamos que mantenernos movilizados para la guerra 24 horas al día. Queremos que los tanques egipcios queden lejos de la frontera, de tal manera que tomen por lo menos un día para llegar a nuestra frontera. Así podríamos movilizarnos. Además, existe un aeropuerto militar en el Sinaí”.

- Sadat, por su parte, le dio a Carter la siguiente respuesta: “Se trata de soberanía de Egipto, que ha estado ocupado por muchos conquistadores. La soberanía de Egipto no es negociable. No vamos a tolerar otra ocupación, por otro conquistador. La bandera egipcia tiene que ondear en todas partes del Sinaí”.

- Cuando Carter le pregunto qué pensaba hacer con los tanques, Sadat contestó que no le importaban los tanques. Tenía interés en la soberanía. Así se estableció la base del Acuerdo de Camp David en el cual se acordó que la bandera de Egipto ondeara en todas las partes afectadas (soberanía), mientras que los tanques egipcios se retiraran de las cercanías de Israel (seguridad).

Si las partes no se hubieran enfocado en buscar soluciones negociadas basadas en los principios e intereses que están detrás de las posiciones incompatibles, no habrían logrado ningún acuerdo. La democracia y la paz exigen capacidad de diálogo y concertación.

Giovanni Sartori distingue tres objetos posibles de acuerdo entre líderes y grupos políticos, evaluando la relevancia en lo que concierne a la construcción de la democracia: 1. Consenso básico o consenso sobre valores últimos, como igualdad y libertad. 2. Consenso procedimental o sobre las “reglas de juego” y 3. Consenso sobre políticas gubernamentales. No sin antes reconocer que “el disenso y la oposición emergen como elementos que caracterizan a la democracia”.

Su argumento central es que, para el buen funcionamiento de la democracia, tiene que haber un acuerdo fundamental sobre “cómo los conflictos son resueltos”. (The Theory of Democracy Revisited, part I).

Igualmente, Philippe C. Schmitter señala que la consolidación de la democracia requiere de “negociaciones explícitas y prolongadas entre los actores” sobre “las condiciones de la cooperación y la competencia”. (Danger and Dilemmas of Democracy).

Los auténticos líderes negocian, unen voluntades e incluyen minorías. Ahora bien, esas minorías deben asumir con madurez política el rol de jugar a la inclusión.

El sistema electoral y de partidos políticos que tenemos nació para ponerle fin a la Revolución de Abril, a partir de las elecciones de 1966 que eligieron al Dr. Joaquín Balaguer. Ya cumplió su ciclo histórico. No da más.

Debemos parir un nuevo ciclo, no prolongar los vicios del anterior. La forma idónea es vía la concertación y el dialogo incluyente. El presidente de la Junta Central Electoral y sus miembros se han ofrecido a facilitar un proceso de diálogo y concertación política en base a principios e intereses democráticos. Con ello buscan rodear el proceso legislativo y su eventual resultado de la mayor legitimidad democrática. Ellos son los administradores del proceso electoral del 2020, es su legítimo interés que el mismo sea diáfano y transparente.

No es un acuerdo entre élites políticas lo que necesitamos, que daría como resultado una restricción en la participación, en la competencia y en el pluralismo, y una perpetuación en el poder de los grupos dominantes. Es construcción de consenso con todos lo que merecemos, incluyendo las minorías, grupos políticos sociales que merecen igualdad de condiciones para competir política y electoralmente.

De no hacerlo, estamos sembrando el germen de la antipolítica y que con ello crezca la indignación con nuestra simiente de clase gobernante.

Nelson Espinal Baez. Associate MIT-Harvard Public Disputes Program. Universidad de Harvard.

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