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Ir a la raíz o sucumbir

La verdad es que los niveles de violencia y el auge de la delincuencia no tienen solución mientras gobierne el PLD. Este liderazgo y partido, más que solución son parte del problema.

Cada cierto tiempo todas las sociedades son estremecidas por hechos violentos que revelan las más bajas pasiones humanas. Esto acaba de suceder ante el brutal asesinato de Emely Peguero Polanco, menor de 16 años, embarazada, cometido por el que era su novio, la madre de éste y otros cuyas identidades aún se desconocen. La movilización de la ciudadanía, el seguimiento y la presión de la opinión pública nacional exigiendo justicia evidenciaba el temor, más que fundado, de que este caso pudiera quedar impune por la influencias de poder de los autores materiales.

Lamentablemente, no en todos los casos se produce la reacción colectiva que produjo la muerte de Emely. La sociedad dominicana se ha acostumbrado a convivir, casi rutinariamente, con crímenes horrendos, que paralizarían a cualquier otro colectivo humano.

El mejor ejemplo de la escalada de violencia y delincuencia que nos acorrala está en el hecho de que, como si nada, el jueves 31, las autoridades buscando el cuerpo de Emely, se encontraron en Sierra Prieta, Fantino, en unos matorrales, con el de Dioscary Gómez, otra joven de 17 años, con quemaduras en el cuerpo, desaparecida luego de salir de la Universidad. Ese mismo día, en Nigua, San Cristóbal, también encuentran el cadáver de Rosalinda Yan Pérez, de 19 años, con las manos atadas y un trapo alrededor del cuello.

En la semana anterior, del 21 al 27 de agosto, en Pedro Brand, Santo Domingo Oeste, hubo 7 asesinatos, entre ellos, 5 policías. (Es oportuno anotar que de acuerdo a las cifras oficiales, solo en lo que va de este año la delincuencia ha dado muerte a 31 policías). Entre los apresados como sospechosos hay dos rasos, miembros de la institución policial. El domingo 28 de agosto, la policía dio cuenta de que, en un intercambio de disparo en Higüey, mató a cuatro miembros de esa supuesta banda que se dedicaba a matar policías.

El país, unos días antes, en la segunda semana de agosto, fue igualmente impactado por el homicidio del monaguillo de 16 años Fernelis Carrión, a manos del sacerdote Elvin Taveras, utilizando un martillo, de quien éste abusaba sexualmente.

Al repasar esta sucesión de hechos ocurridos en menos de un mes –y solo me he detenido en los más relevantes— es claro que contrario a lo que dice el discurso oficial, la inseguridad en el país no es una cuestión de percepción. Sin dudas, la nuestra es una sociedad que está enferma y su convivencia y cohesión está sesgada por la violencia y la delincuencia.

La inseguridad pública es la problemática que más afecta la cotidianidad de la vida de los dominicanos. Ahí están las cifras, los estudios, las encuestas. No hay una sola familia en que alguno de sus miembros no haya sido víctima de la delincuencia. La inseguridad pública nos afecta de tal forma que a una mayoría de personas les ha cambiado sus hábitos cotidianos de vida.

En los últimos 21 años, que incluye 17 de gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina, los últimos 13 seguidos, la inseguridad y auge de la delincuencia han ido en ascenso. Hay que decir que los individuos menores de 30 años que cometen actos de violencia y delincuencia son un producto, por acción o por omisión, de los gobiernos del PLD, pues en ellos nacieron o se formaron.

En este punto del artículo debería decir que corresponde al gobierno del PLD implementar reales políticas de prevención, persecución y sanción del delito para detener el auge de la delincuencia. Pero se trata de una afirmación retórica y vacía. La verdad es que los niveles de violencia y el auge de la delincuencia no tienen solución mientras gobierne el PLD. Este liderazgo y partido, más que solución son parte del problema.

¿Alguien cree que el gobierno peledeista tiene alguna posibilidad de aplicar políticas de prevención efectivas, sin renunciar al modelo económico que ha impuesto, que concentra la riqueza y reproduce la pobreza? ¿Puede ser efectiva la lucha contra la delincuencia mientras se permita la existencia de nexos entre sectores oficiales con el narcotráfico y lavado de activos? ¿Hay alguna posibilidad de éxito contra la delincuencia sin una radical transformación de la actual policía nacional, se acabe con las mafias y grupos que operan a su interior, se profesionalice y creen condiciones dignas de trabajo en este cuerpo? ¿Quién puede creer que el liderazgo peledeista se va a permitir un Ministerio Público y Poder Judicial independientes que acaben con la impunidad y apliquen la ley sin privilegios frente al poder político o económico?

No nos engañemos: Este gobierno y partido están demasiado implicados en esta lógica de ejercicio del poder como para poder enfrentarla.

No nos engañemos: Solo si atacamos de raíz esta problemática compleja, en un proceso, es que se irían abriendo avenidas de solución.

En este, el quinto mandato peledeista, el gobierno de Danilo Medina no tiene respuesta frente a la violencia y el auge de la delincuencia y, a lo más que llega es a cambiar el director de la Policía Nacional, que como acaba de afirmar, se dispone a ‘correr detrás de los delincuentes’. Es decir, admite que éstos llevan la delantera.

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