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La agenda inconclusa de un año que concluye

El país sigue repasando y rumiando los mismos problemas, sin que se vislumbren soluciones eficientes.

«La lista de asignaturas pendientes en la región incluye mayores tasas de inversión, ahorro y exportaciones, así como potenciar el desarrollo del sector privado. Los países deben atacar sus desequilibrios externos y fiscales, fortalecer la integración económica regional para volverse más competitivos a nivel global y evitar sacrificar indebidamente la inversión durante el proceso de ajuste. Las brechas existentes en logística e infraestructura representan obstáculos importantes para el comercio intrarregional; los costos logísticos promedio son entre tres y cuatro veces más altos que en los países de la OCDE». Banco Mundial, 2017.

En un año es prácticamente imposible concluir con la variedad de temas que ocupan la agenda pública. Sin embargo, parecería que en la mayoría de esos temas no somos capaces de hacer avances significativos. A veces damos la impresión de girar como el perro que trata inútilmente de morderse la cola. Giramos, giramos... pero no avanzamos. Y al final solo queda el cansancio y el mareo, con la sensación de que los esfuerzos han sido estériles. Es lo que se siente al mirar retrospectivamente este 2017 a punto de expirar. El país sigue repasando y rumiando los mismos problemas, sin que se vislumbren soluciones eficientes. Cada uno puede hacer su propia lista de los problemas que afectan a los dominicanos y que en el presenta año quedaron igual o empeoraron. De mi parte, a continuación, presento mi propia lista.

Pacto eléctrico: Después de más de tres años de la convocatoria a la discusión del pacto eléctrico ha sido necesario abortar un par de veces la firma, pues unas partes del sector empresarial y social se oponen a la firma, y ha sido difícil asegurar el quorum necesario para asegurar que el acto de la firma no se convierta en situación muy embarazosa para el gobierno. Aquí el tema no es que el 95% de las propuestas fueran consensuadas; el tema es que el 5% restante pudiera tener una ponderación mayor. Da la impresión de que es un pacto para salir del paso.

Pacto fiscal: Si el pacto eléctrico ha sido tan difícil de alcanzar es probable que el pacto fiscal ni siquiera sea intentado. Ya dentro del 2018 sería muy difícil arriesgarse a la discusión de un pacto que podría tomar tanto tiempo como el eléctrico. La agenda política del país se agrega como un factor de gran distracción cuando en los partidos políticos se hacen aprestos para decidir las candidaturas para las elecciones de 2020. Con un gobierno entrando en la segunda parte de su mandato luce poco probable que se embarque en un pacto fiscal; de manera que dicho pacto podría quedarse para el próximo periodo de gobierno. Sería lamentable que así fuera, pues la reforma fiscal es fundamental para crear un marco tributario que promueva la inversión privada y se establezcan reglas fiscales que condicionen la capacidad ilimitada de gastar de los gobiernos.

Endeudamiento público: Aunque este tema formaría parte del pacto fiscal es recomendable considerarlo como un tema en si mismo, dadas las repercusiones que tiene en las finanzas públicas y la estabilidad futura de la economía dominicana. El endeudamiento ha sido el sostén de la estabilidad presente, a cambio de grandes riesgos en la estabilidad futura. Y refleja una grave irresponsabilidad en términos intergeneracionales. El problema del endeudamiento sigue agravándose sin que el gobierno haya presentado un plan para revertir esa tendencia. Por el contrario, los funcionarios del área financiera están satisfechos con el manejo que han hecho de la deuda. Eso es lo peor.

Competitividad: En este año la República Dominicana recibió uno de los peores reportes de competitividad, con énfasis en el deterioro institucional, el clima de negocios, las trabas burocráticas, la falta de un sistema judicial que aplica la regla de la ley y las deficiencias del sistema educativo, entre otras causas. El mejoramiento de la competitividad depende, en gran medida, de la escurridiza reforma fiscal.

Inseguridad ciudadana: Los crímenes por encargo, el crecimiento del narcotráfico, las pandillas armadas, los asaltos en las calles, en los negocios y en las viviendas, configuran un cuadro aterrador para la familia dominicana. Cada plan para mejorar la seguridad ciudadana ha terminado en fracaso, y de paso se ha dilapidado una enorme cantidad de recursos presupuestarios.

Corrupción e impunidad: He aquí la llave maestra de muchos de nuestros problemas. Todos los temas anteriores están afectados por la corrupción y la impunidad. El 2017 comenzó con el escandalo de Odebrecht que comprometió a altas instancias del poder político y dirigentes de la oposición. La estrategia desde un principio lució clara: se ha investigado hasta donde las revelaciones externas obliguen y se han configurado expedientes que parecen, más bien, piezas de complicidad. En el año entrante se verán los resultados, pero la ciudadanía, en general, no alberga esperanza alguna de que haya un propósito serio de llegar a las últimas consecuencias. Parece que las sanciones se limitarán a las que puedan ser aplicadas por Estados Unidos.

Otros temas bien pudieran formar parte de esta agenda inconclusa que en cierto modo es reiterativa de los mismos problemas que año tras año van haciendo metástasis en la sociedad dominicana. Pero si los problemas no se resuelven -o no se avanza significativamente en sus soluciones- es lógico concluir que nos acercamos peligrosamente a ese punto de no retorno en donde la estabilidad económica se deterioraría de una manera drástica y dramática. El 2018 podría ser una oportunidad más para asumir con responsabilidad la mitigación de los altos riesgos que amenazan el futuro de nuestra economía. No perdamos más tiempo...

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