Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Parques
Parques

La cola de la mascota

En el recorrido por el Retiro palpo que las conversaciones y la ternura sueltan sus ataduras cuando la mascota con que se anda se encuentra con la de otro caminante cualquiera, se saludan, mueven la cola en señal de amistad, se estremecen de alegría. Su espontaneidad revitaliza los sentimientos propios.

Expandir imagen
La cola de la mascota

En estos días que paso en la ciudad de Madrid, suelo encaminarme al Parque del Retiro, a eso de las 6.30 p.m., acompañado de mi primo Carlos, y de Loki, un hermoso perro negro Labrador, para ejercitarme y sumergirme en la vida cotidiana de sus habitantes.

Aquí se camina mucho. Se ve a gente de todas las edades en buena forma física. Se observa el deambular de multitudes.

En mi época de estudiante en esta urbe predominaba la obesidad, afincada en el consumo de comidas con gran contenido de grasas saturadas.

Tal vez era una reacción a las precariedades de la terrible guerra civil que dividió a los españoles en dos bandos en 1936. Había que compensar el hambre sufrida porque nadie sabía si aquello podía repetirse.

La consolidación de la dieta mediterránea coincide con la entrada de España en la Unión Europea. Si bien existía en sus componentes principales, se ha reducido la ingesta de embutidos y de otras grasas saturadas, intensificado el consumo de verduras, legumbres, pescados, aceite de oliva y frutas variadas.

La dieta dominicana, en cambio, es intensiva en el consumo de fritos y grasas saturadas, así como carbohidratos.

Da gusto ver lo bien que se conservan los espacios verdes en esta ciudad, desde las calles estrechas sembradas de árboles en sus aceras, hasta los extensos y variados parques, orgullo de sus habitantes. Qué distinto a mi país.

Aquí, en Madrid, tratan de incorporar más espacio verde para humanizar la urbe. Allá, en Santo Domingo, buscan reducir los que existen y ampliar las murallas de cemento y de asfalto. Un abismo cultural nos separa.

A esta hora en que camino en este otoño, ya es de noche. Mucha gente pasea en el Retiro acompañada de sus perros; llevan también sus niños y se alcanza a ver grupos de jóvenes trotando, caminando, montando en patinetas o en bicicletas. También lo hacen parejas de hecho, sin que importe su condición de género. O solitarios empedernidos.

Las mascotas abundan. Cada familia tiene por lo menos una.

La soledad ha hecho presa de la vida en estas sociedades. La natalidad ha caído. Los jóvenes se emancipan a temprana edad y los adultos viven solos. Las mascotas compensan el vacío de calidez familiar, diluida en los avatares diarios de quienes se ganan la vida con sueldos precarios.

En el recorrido por el Retiro palpo que las conversaciones y la ternura sueltan sus ataduras cuando la mascota con que se anda se encuentra con la de otro caminante cualquiera, se saludan, mueven la cola en señal de amistad, se estremecen de alegría. Su espontaneidad revitaliza los sentimientos propios.

Es entonces cuando la capa acerada que esconde los sentimientos humanos se abre y surge un saludo o la curiosidad de saber cómo se llama el perro, o cuál es su raza. Y hasta puede que esta circunstancia tan simple y casual sea el origen del nacimiento de muchas pasiones humanas.

En el pasado, la chispa del amor surgía por medio de señales sutiles intercambiadas entre las eventuales parejas cuando coincidían en algún lugar, y esto daba luz verde al acercamiento erótico.

Ahora ocurre por la mediación de la cola de una mascota que se mueve alegre y excitada al sentir la presencia de otro can. Los humanos que los llevan descubren que pueden conversar entre sí, de tú a tú, no sólo de la edad o raza de la mascota, sino también de si mismos, de sus vidas, contingencias, premuras y deseos.

A partir de ahí descubren que la soledad se lleva mejor estando en cálida compañía humana y comprueban cómo se agolpan los latidos alentados por una libido reactivada.

Preocupa, eso sí, que en estos lares desarrollados ya no sea tan evidente que el acto más íntimo esté hecho para realizarse entre sexos opuestos.

Y es que ha habido un proceso de cooptación y manipulación de las instancias de poder y de los medios de comunicación que lleva a equiparar igualdad de derechos con igualdad de sexos, con lo cual se distorsiona lo que la naturaleza creó para la reproducción de la especie entre sexos opuestos.

Y eso tiende a implantar patrones de convivencia contra natura, degenerar la consciencia colectiva, sumergirla en un mundo de ficciones, deslizarla hacia el uso de sustancias disipadoras.

Sería muy penoso que la sociedad de bienestar terminara aniquilada por no haber podido instaurar un equilibrio entre el ejercicio extremo de las libertades individuales y la necesidad colectiva de sobrevivencia.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.