Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Empleos
Empleos

La democracia se hace insostenible

Necesitamos crear conciencia de un nuevo liderazgo que sea capaz de producir los cambios estructurales y sociales que conduzcan a las gentes a vivir con mayor dignidad.

Expandir imagen
La democracia se hace insostenible

El Estado es la garantía de la gobernabilidad, pero cuando el Estado no cumple con su tarea en la libre determinación y ejecución de sus leyes, y concentra todo alrededor de su función, se convierte en despotismo y autoritarismo.

El Estado no es la ley, como dijo Jacques Maritain, más bien “un órgano habilitado para hacer uso del poder y la coerción en el orden y el bienestar público; un instrumento al servicio del hombre”. De este modo, el Estado se convierte en la garantía de la democracia fundamentando su hacer en los valores de libertad, igualdad, justicia, respeto, tolerancia, pluralismo y participación. Pero la gente lamentablemente ha perdido la fe y la confianza en la democracia y en los sistemas que sostienen la gobernabilidad, porque la democracia y los sistemas han perdido los valores de sostenibilidad en el estado de derecho, no solo por haber incumplido su función y robado sus bienes, sino también la esperanza de su bienestar, manteniendo a la gente a vivir en un caos en el orden social, político, económico y administrativo, del cual él es el único beneficiario.

La democracia y la gobernabilidad se han convertido en un club de amigos, que se reparten sus estamentos, instituciones, recursos a su conveniencia, rodeándose de un clientelismo político en el manejo del Estado, que pone en peligro el estado de derecho, la productividad del sistema administrativo y la seguridad social, acarreando estos una mala práctica de política pública, que origina pobreza en poca calidad de vida y condenan a un país o nación a vivir sin ningún bienestar social y garantía de su futuro.

No es posible seguir creyendo y manteniendo un aparato democrático que no representa nada en la recuperación de sus principales indicadores económicos, garantía de inversiones y calidad de vida. Esto es el resultado cuando la democracia y los mercados no avanzan hacia un desarrollo sostenible y son inducidos por la globalización económica y fragmentación política a una acumulación de riqueza y beneficios personales.

Porque la globalización exige a las economías insertarse en un mercado internacional volátil en el que los capitales se desplacen por las fronteras con plena libertad, sin que debiliten las políticas operacionales de desarrollo y productiva en el sostenimiento social. Pero lamentablemente esto no es posible porque el Estado está siendo cuestionado y presionado al no ejecutar políticas de justicia, en brindar seguridad y bienestar social, políticas de desarrollo y garantía de inversiones.

Vivimos hoy en un desorden político y social donde el Estado y el gobierno han perdido la credibilidad por la corrupción alarmante, mas el descrédito de los políticos, de quienes no saben administran los recursos del Estado y se enriquecen sin el mas mínimo escrúpulo de decencia, ayudando esto a que los empresarios y las empresas sean los beneficiarios de los que exportan e importan, agrandando sus economías a costa de un empobrecimiento garrafal. Todo esto provoca un descontento social, que es manipulado y soterrado por una política de asistencia social que mantiene a las gentes calladas y conforme, sin importarles el día a día y su futuro inmediato, solo contentándose con una botella de ron y un pica pollo. Y así vienen cuatro años y pasan cuatro años más, sin poder ver la aurora de un nuevo día. Necesitamos crear conciencia de un nuevo liderazgo que sea capaz de producir los cambios estructurales y sociales que conduzcan a las gentes a vivir con mayor dignidad.

En tal virtud, las legítimas demandas de nuestras sociedades quieren indefectiblemente que el Estado cumpla de manera cabal –cosa que no ha venido ocurriendo– con sus responsabilidades fundamentales, como son: las de administrar justicia, brindar seguridad, proteger el medio ambiente, garantizar niveles básicos de seguridad social, fortalecimiento de los derechos humanos, promover el empleo, la salud y la educación con mira a garantizar un desarrollo que se corresponda con los niveles vida. Pero vemos con frustración que los estudios y los análisis más reciente siguen apuntando a que América Latina y el Caribe representan la región que cuenta con el nivel más alto de desigualdad en materia de ingreso, de distribución del consumo, de representación política y de los beneficios que se perciben en el área de salud y educación, porque mientras no se cree trabajo para enfrentar la pobreza no se fortalecerá la gobernabilidad democrática.

Estos análisis nos llevan a concluir que en América Latina y el Caribe siempre hemos vivido en constantes crisis políticas, económicas y sociales que no ayudan al crecimiento y en el que los pocos beneficios de las políticas no llegan a todos. Esto hace que nuestras democracias sea insostenible y la credibilidad en nuestro sistema sea cuestionado. Mientras eso suceda no puede haber desarrollo ni crecimiento económico, cuando no se corresponda con los niveles de seguridad social, bienestar y calidad de vida.

TEMAS -