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Crisis económica
Crisis económica

La guerra comercial de Donald Trump

Una guerra comercial pudiera comenzar con estragos en los sectores productivos de las naciones envueltas, pero rápidamente se extendería al sector financiero que sirve de soporte a la actividad industrial. El colapso del sector industrial arrastraría a toda la economía.

«Cuando la gran depresión comenzó, los republicanos reaccionaron a la situación débil de la economía con un plan para elevar los aranceles de miles de bienes a niveles que excedían el 60%. Los economistas se opusieron, y Henry Ford lo denunció como “estupidez económica”. Los demócratas estuvieron a favor del comercio y se opusieron a la propuesta. Pero el presidente Hoover, desesperado para asegurar su propia reelección y deseoso de ganar el favor de los trabajadores, quienes estaban cada vez más preocupados con la lentitud de la economía, firmó el decreto en 1930. La historia nos cuenta lo que pasó enseguida». Economista Lee Branstetter, USA Today, julio 25, 2016

Justo cuando comenzaban a darse signos alentadores de que una confrontación bélica de Estados Unidos con Corea del Norte se alejaba -un conflicto que involucraría a otras grandes potencias- nos viene la noticia de que el presidente Trump se propone aplicar medidas proteccionistas contra la importación de acero y aluminio, metales que son fundamentales en una amplia de gama de productos industriales en Norteamérica. La reacción no se ha hecho esperar, tanto dentro del gobierno como fuera, ha habido un fuerte rechazo; al punto que Gary Cohn, el principal consejero económico de Trump y quien fuera pieza clave en la reforma tributaria que recientemente fue aprobada, renunció por su rotundo desacuerdo con esa decisión.

Cohn perdió una larga batalla contra varios funcionarios de la Casa Blanca, especialmente su disputa con Peter Navarro, principal asesor de Trump en materia de comercio y director del Consejo Nacional de Comercio, quien es un defensor de las políticas proteccionistas que Trump ha defendido públicamente. La renuncia de Cohn y las razones que la han motivado han añadido incertidumbre a los mercados financieros internacionales, como puede apreciarse las caídas en las cotizaciones de la mayoría de ellos.

La aplicación de una tarifa adicional al comercio internacional no es del todo descabellada. De acuerdo con la teoría del comercio internacional una nación grande –como Estados Unidos–pudiera tener un resultado neto positivo con la aplicación de una tarifa óptima, aunque el volumen de su comercio internacional se reduzca. Un simple detalle impediría que esto se alcance: que los socios comerciales –igual de grandes– tomen medidas retaliatorias y apliquen sus propias tarifas óptimas. La dinámica de este juego o guerra comercial es que al final el comercio internacional sufra un desplome de tal magnitud que provoque una grave crisis económica a nivel mundial. Esto fue lo que pasó en 1930 cuando Hoover se empecinó en implementar medidas similares a los productos importados en Estados Unidos. Ese fue un episodio importante para explicar la profundidad y la duración de la gran recesión.

La propuesta de Trump –se espera que la decisión final sea anunciada el 11 de abril– incrementaría la tarifa a las importaciones de acero en un 25%. Los países más afectados serían Canadá, que es el principal proveedor de acero a USA, y le siguen Brasil, Corea del Sur y China. En el caso del aluminio se aplicaría una tarifa del 10%; de nuevo, Canadá resultaría el país más afectado, acompañado de Rusia, los Emiratos Árabes Unidos y China. En realidad, Estados Unidos apenas puede producir cerca de un 20% del aluminio que necesita, si utilizara toda su capacidad instalada; pero esto es difícil que ocurra, pues cerca del 35% de los costos de producir aluminio están relacionados con el consumo de electricidad, un insumo de alto costo en USA. Una larga lista de industrias norteamericanas quedaría afectada de concretarse la propuesta de Trump; entre ellas, la industria de la defensa nacional, la industria automotriz y la industria de la cerveza. Al final, sin embargo, serán los consumidores los que tendrán que pagar los platos rotos.

Es por eso por lo que no ha sido una sorpresa que la propuesta de Trump haya encontrado el rechazo casi generalizado entre economistas, políticos y líderes de opinión pública. Aun dentro del mismo partido republicano se han pronunciado en contra de tal propósito y algunos funcionarios importantes se podrían agregar al numeroso grupo que recientemente ha dejado la Casa Blanca. Igualmente, se han pronunciado en contra el FMI y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero dentro de todas las reacciones de rechazo se deben destacar las provenientes de la Unión Europea, Rusia, Canadá, China y Brasil. La razón es que estas naciones serían el centro de una guerra comercial contra Estados Unidos. (Una situación que debilitaría el liderazgo mundial de Estados Unidos, pues involucraría a importantes aliados naturales de USA y fortalecería el liderazgo de China y Rusia.)

Estos países, en su conjunto, han dejado muy claro que si Trump aplica las tarifas anunciadas responderán con medidas similares a la entrada de productos norteamericanos a los mercados de sus respectivos países. En otras palabras, se libraría una guerra comercial, que pudiera ser tan dañina o peor que una guerra militar. Una guerra comercial pudiera comenzar con estragos en los sectores productivos de las naciones envueltas, pero rápidamente se extendería al sector financiero que sirve de soporte a la actividad industrial. El colapso del sector industrial arrastraría a toda la economía. Y las cosas pudieran ser peor que lo ocurrido con la reciente crisis financiera que provocó una gran recesión.

Un escenario así es probable si Trump insiste con su propuesta. Y nos alerta, como dominicanos, pues un deterioro del entorno internacional en la magnitud que pudiera ocurrir pondría a prueba la capacidad de la economía dominicana para absorber los efectos de tal deterioro. Para una economía que está al borde de los indicadores de estabilidad sería una prueba muy riesgosa y difícil de superar...

Pedrosilver31@gmail.com

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