La insatisfacción de los dominicanos

«La hipótesis de la ignorancia difiere de las hipótesis de la geografía y de la cultura en que viene lista con sugerencia de cómo ‘resolver’ el problema de la pobreza: si la ignorancia nos trajo hasta aquí, entonces líderes iluminados e informados y los diseñadores de las políticas pueden sacarnos de ella y debiéramos ser capaces de ‘motorizar’ prosperidad alrededor del mundo mediante la provisión del consejo correcto y convenciendo a los políticos de lo que es buena política económica. [...] de hecho, el principal obstáculo [...] no es la ignorancia de los políticos, sino los incentivos y restricciones que ellos enfrentan, dadas las instituciones políticas y económicas de sus sociedades». Acemoglu y Robinson, Why Nations Fail, 2012

La encuesta Gallup de esta semana nos trae un inquietante recordatorio: los dominicanos viven su realidad de manera diferente a como es reelaborada por los funcionarios públicos. Mientras estos últimos se ufanan y se afanan en presentar un cuadro macroeconómico ejemplar, la mayoría de los dominicanos se resienten diariamente cuando tienen que salir a las calles y enfrentar la alta probabilidad de ser asaltado o agredido por la delincuencia; cuando tienen que endeudarse para comer; cuando los jóvenes no encuentran un empleo; o, simplemente, cuando tienen que ir a un hospital público a recibir un servicio de salud deplorable... Reconozco que esta lista puede resultar muy larga... por eso, mejor, lo dejo a su imaginación.

Aun así, muchos se muestran preocupados y alarmados por la forma acelerada en la que la gestión del presidente Medina ha ido perdiendo la aprobación de la mayoría de los dominicanos. De acuerdo con la más reciente encuesta de Gallup – dada a conocer en esta semana – solo el 47.8% de los dominicanos aprueba su gestión; un porcentaje muy inferior a las mediciones que la misma firma hizo en los primeros años de gestión de la presente administración, cuando la aprobación se situaba en la proximidad del 90%.

Este deterioro en la apreciación ciudadana de la presente gestión gubernamental comenzó su agudización apenas unos meses después del inicio del segundo mandato del Lic. Medina en agosto del año 2016. Efectivamente, en diciembre de ese año se destapó el escándalo internacional de Odebrecht y la ciudadanía mostró una indignación como nunca antes; luego, vinieron nuevos escándalos en diversas instituciones públicas y la corrupción pasó a ser considerada como uno de los mayores problemas para los dominicanos. Desde entonces, aparece consistentemente entre los cinco principales problemas reportados por las firmas encuestadoras.

En adición, los dominicanos se sienten agobiados por los robos, los asaltos y la delincuencia en general, como se muestra en la encuesta Gallup, cuando el 66.1% de los encuestados respondió que ese era el principal problema; asimismo, el alto costo de la vida, el desempleo y los apagones completan el conjunto de los problemas principales. Algunos problemas que ocupan la atención pública –como el control migratorio, la falta de comida, el abuso policial y el embarazo de adolescentes – aparecen como las menores preocupaciones de la ciudadanía.

El gasto del 4% en educación sigue siendo valorado (70.6%) como el logro más importante de la gestión del presidente Medina. Les siguen, pero muy distantes, la segunda línea del metro y el teleférico. Llama mucho la atención que las visitas sorpresa, el buque insignia de la política comunicacional del gobierno, solo recibe un 2.8% del reconocimiento de los encuestados.

Ahora bien, la baja aprobación que recibe el Gobierno (47.8%) por sus seis años de gestión pública tiene que ver con la valoración que los ciudadanos dan al desempeño gubernamental en temas que son cruciales para el diario vivir de los dominicanos. A pesar de las extraordinarias cifras oficiales sobre la creación de empleos, más del 60% de los encuestados entiende que la creación de nuevos empleos es uno de los aspectos más negativos del gobierno; de la misma manera, un 65.2% consideró que la estabilidad de la economía era mala o muy mala. Parece ser que la mayoría de las personas mide la estabilidad de la economía por sus propias experiencias personales –no podía ser de otra manera– y eso confirma la idea de que el crecimiento económico ha tenido un impacto muy reducido en el bienestar social.

Para completar el cuadro de factores negativos, de la población encuestada un 78.7% entiende que el gobierno ha tenido un mal desempeño en cuanto al control y regulación de la migración ilegal de haitianos y otros extranjeros; este porcentaje solo es superado por el mal desempeño en la lucha contra la corrupción (81.7%), el tráfico y consumo de drogas (81.4%) y la lucha contra la delincuencia (84.0%).

Como se puede apreciar, la mayoría de los dominicanos parece vivir una realidad distinta a la que se vende en el discurso oficial, y es grande la insatisfacción. Una fuente importante de esa insatisfacción es la frustración que produce mirar los logros del gobierno y compararlos con las expectativas que generaron sus promesas. Desde el modelo económico y la lucha contra la corrupción hasta la seguridad ciudadana el gobierno tiene un gran déficit en el cumplimiento de sus promesas.

Asimismo, el avance de un país no se mide por el camino recorrido de manera aislada; hay que medirlo en comparación con el camino recorrido por otros países. Desde este punto de vista, hemos avanzado menos y estamos rezagados en la mayoría de los índices relativos. Y esto no ha sido por ignorancia. Como se sabe, en la administración pública labora una gran cantidad de técnicos muy bien formados. El problema no es ese. El problema es que el paradigma dominante en la gestión pública está definido por políticos cuyos intereses –económicos y políticos– no coinciden con los intereses de la nación. Así de simple.

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Pedro Silverio Alvarez