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La “negociación” en Washington: Lecciones aprendidas

El tema de la migración es un tema demasiado serio para disminuirlo a lo económico. No dije que no es importante, sino que lo económico es una parte importante, como lo es lo social, lo humano, lo cultural, lo constitucional y lo político.

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La “negociación” en Washington: Lecciones aprendidas

En una reunión celebrada la semana pasada en el Banco Mundial, me preguntaron sobre la negociación en Washington y todo lo relacionado al muro en la frontera con México y el cierre parcial del gobierno de los Estados Unidos. En ese momento realicé algunas reflexiones que quiero compartir del proceso, más bien drama, que se lleva a cabo en la capital de los EE. UU.

La construcción del muro fue una propuesta de campaña del candidato Donald Trump. Y que el mismo lo construiría los EE. UU. y lo pagaría México. Ahora propone, que lo pagará el contribuyente norteamericano ya que, según él, el dinero lo está aportando México con los beneficios derivados del nuevo marco de Comercio con México.

Es oportuno establecer que en términos económicos el muro representa poca cosa para los EE. UU., según algunos analistas, los 5 billones de dólares que cuesta para los EE. UU. su construcción representa, en términos relativos unos 20 millones de dólares para la economía de la República Dominicana. Pero el punto es que solo se construirán unas 215 millas de frontera (Laredo y el Valle de Río Grande, Texas), dejando fuera 1,700 millas sin muro. Además de poco eficiente, reducir su construcción o no, a un asunto de orden económico es, en efecto, no entender la simbología, los matices, la historia ni los múltiples intereses intangibles y tangibles que mueven las decisiones políticas de un gobierno.

Donald Trump es lo que se denomina un negociador duro. Las características de los negociadores duros son ver a la contraparte como enemigos, no quieren dar concesiones; son duros con los otros y rígidos en el enfoque del problema; desconfían, amenazan, manipulan. Se fundamentan en posiciones, promueven la guerra de egos, confundiendo lo personal con lo público. Su objetivo es ganarle al otro versus ser ellos mismos exitosos.

En esencia son poco estratégicos, muy predecibles y poco eficientes. Por tanto, no desarrollan alternativas de no acuerdo. Se basan en posición única, no en los intereses subyacentes a las posiciones, por lo que les es muy difícil ser creativos y generar propuestas de ganancia mutua que satisfagan los intereses de todas las partes envueltas. Es decir, plantean la negociación como un juego de suma cero: Muro o no muro, victoria o derrota.

La construcción del muro per se es lo que se denomina buscar un objetivo posicional. Lo que quiero y lo importante no es la posición sino los intereses, los “por qué” y “para qué” quiero el muro. Es ahí donde los buenos negociadores se fijan la mayor parte del tiempo, indagando intereses y proponiendo opciones creativas que satisfagan esos intereses subyacentes. Entendiendo por intereses subyacentes, las necesidades, deseos, aspiraciones, miedos y temores que fundamentan las posiciones.

Conocido esos intereses y sus matices, es como se pueden construir opciones de ganancia mutua. Y esas opciones para convertirse en eventual acuerdo deberían estar sustentadas en criterios objetivos que pueden revestir de legitimidad al mismo. Por ello, los demócratas insisten en que el muro no resuelve, no soluciona, no satisface los intereses (las necesidades) de porqué y para qué construirlo; y responden, que, basado en investigaciones de expertos y opiniones de las autoridades de la frontera, reportes de aeropuertos y puertos de entrada al territorio norteamericano, la construcción del muro no es la solución final, ni puede satisfacer las necesidades, ni los retos (los intereses) que significa la inmigración descontrolada.

Además, simbólicamente el mismo sería una contradicción con la historia del pueblo norteamericano y su razón de ser ante el mundo. El famoso “melting pot” de la historia de occidente. Hoy el gobierno de los Estados Unidos de América está parcialmente cerrado. No es en base a posiciones irreductibles como se construye el consenso, ni mucho menos en base a criterios personalistas y carente de fundamentos científicos, legales, sociales ni humanos. En democracia, la negociación es una forma inteligente de superar la mitad más uno, más bien es la forma de inclusión, participación y deliberación que busca la racionalidad en las decisiones políticas.

El tema de la migración es un tema demasiado serio para disminuirlo a lo económico. No dije que no es importante, sino que lo económico es una parte importante, como lo es lo social, lo humano, lo cultural, lo constitucional y lo político y todos ellos forman parte de los intereses subyacentes con que se construyen soluciones legítimas, integrales y sostenibles.

TEMAS -

Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.