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La opinión de un lector

Si bien es patética la debilidad de las instituciones públicas, más dañino es que las privadas estén subordinadas al interés político predominante. Y es que el poder, cuando se alarga, no solo devora instituciones públicas, sino también del ámbito privado.

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La opinión de un lector

En estos días he tenido correspondencia con un lector, cuyo nombre me guardo para no trastornar su derecho a la privacidad.

A continuación copio lo que me envió recientemente:

“Saludos Eduardo,

Muchas gracias por sus respuestas. Estamos para servir, tengo casi cuatro años en Estados Unidos y diariamente leo Diario Libre y Listín Diario. Veo la violencia, la falta de esperanza y la burla de como muchos políticos y empresarios con una mentalidad mediocre pintan una burbuja irreal. Le pido a Dios que nuestro país se encamine al desarrollo real para que no muy lejos llegue a ser un país del primer mundo.

Luego de contarle mis preocupaciones por República Dominicana, me gustaría proponerle unos temas por si un día le interesa tratarlos en sus artículos:

1. El dominicano y la mediocridad

Como cultura casi general: hacer las cosas a medias o de baja calidad aun teniendo la oportunidad de hacerlo excelente.

2. El Estado dominicano ideal

El estado con instituciones de tamaño pequeño pero completamente efectivas, Cámara de Diputados sin senadores, procurador elegido de manera independiente.

3. Desarrollo de lo nuestro

Por ejemplo, aquí en Estados Unidos en cualquier campo lejano hay semáforos, señales de límite de velocidad y pare. No recuerdo cuando manejaba en RD ver alguna señal con límite de velocidad. Conocía una persona que diseñaba semáforos en RD pero el Gobierno creo que nunca lo apoyó con ese proyecto (por medio de Proindustria) y pudiendo los semáforos evitar la muerte de muchas personas, ahorro de combustible, de tiempo, ordenar la vida y el tránsito, etc. En San Cristóbal, cerca de donde vivía, recuerdo que solo en una calle han muerto más de 10 personas por la imprudencia.

Que Dios le siga dando sabiduría para sus artículos y que tenga buenas noches.”

En verdad, como afirma el lector, no son únicamente los políticos quienes dibujan y venden una burbuja irreal. Si bien es patética la debilidad de las instituciones públicas, más dañino es que las privadas estén subordinadas al interés político predominante. Y es que el poder, cuando se alarga, no solo devora instituciones públicas, sino también del ámbito privado.

La preocupación de este lector es clara y cristalina: sueña con que lleguemos a ser un país del primer mundo.

El mayor impedimento para que se materialice ese sueño es el afán inacabable de permanecer por siempre sentado en la silla de alfileres. El clientelismo que se promueve para alcanzar esa finalidad condiciona la vida ciudadana y quita brotes de pétalos robustos al desarrollo. Somete al país a ciclos de inestabilidad y retroceso. Y castra las esperanzas de mucha gente que tira la toalla y emigra en busca de horizontes más promisorios.

El lector a quien nos referimos da en la diana al proponer un “Estado con instituciones de tamaño pequeño pero completamente efectivas”.

Me conformaría con que se agruparan las provincias en regiones y se pusiera un límite de 90 diputados y 12 senadores. Y que el procurador general y los fiscales sean elegidos en forma independiente, sin tributo a agrupación política alguna.

También se refiere el lector a que al dominicano “le encanta hacer las cosas a medias o de baja calidad, aun teniendo la oportunidad de hacerlo excelente.”

En sentido general, existe el afán de obtener lo fácil, de salir del paso. Predomina la mediocridad. El mal ejemplo se irradia desde el ordenamiento político, de donde surgen millonarios fabricados en microondas y las botellas son tantas que constituyen la demostración de que el dinero puede ganarse sin méritos, dedicación ni esfuerzo, simplemente siendo “vivos” o “aprovechados”.

Y ese mal ejemplo se esparce por la sociedad, reforzado por la llegada del maná del cielo, que son las remesas. Solo hay que sentarse a esperar que lleguen, jugando dominó. Y ahora ese estilo de vida se profundiza por la canasta de subsidios entregada con marcado tinte politiquero.

De ahí que la satisfacción de realizar un trabajo bien hecho, orgullo de quienes poseen una ética de trabajo, haya perdido prosélitos. Proliferan los mediocres en busca de lo fácil. Es un reto enorme cambiar esa cultura, pero habrá que hacerlo.

Sin embargo, debe destacarse que hay muchos dominicanos que procuran y alcanzan estándares elevados y son reconocidos así por algunas empresas de calidad mundial en las cuales trabajan. Ellos son la demostración de que el material esta ahí, pero hay que modelarlo con más educación y buenos ejemplos.

Con lectores así, qué gusto da escribir. Gracias.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.