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Agropecuaria
Agropecuaria

La queja de un productor agrícola

El Gobierno subsidia a los choferes y a las empresas de electricidad, sin embargo, a la agropecuaria, que es estratégica porque es la garantía de la comida, nunca le ha subsidiado un solo galón.

Hace poco vi una entrevista que se le hizo a Ernesto de la Maza Rodríguez, mediano productor de guineos en la línea noroeste. Lo conozco desde niño. Si ha hablado es porque siente la responsabilidad de contribuir a que se resuelvan los problemas que abaten al empresario rural.

Veamos lo que dice:

— “P. Usted está eliminando su plantación de bananos ¿Por qué?

R. Quiero llamar la atención del Gobierno. Sería una lástima que la producción de bananos en la línea noroeste se vaya a pique, como está ocurriendo. Esta finca mía tiene 25 años en producción bananera y la estoy eliminando porque los altos costos de producción son insostenibles. Las cosas se han puesto de forma tal que esta finca para irrigar con gasoil se lleva un dinero que la producción no lo da. El guineo está más barato que hace 22 años. El gasoil más caro. Con precios de venta congelados e insumos subiendo es insostenible mantener una plantación de guineos o de cualquier otro bien.

— P. Ni el precio del guineo, ni el de los combustibles dependen del Estado. ¿Qué consejos darías al Gobierno para amortiguar el impacto del costo de los insumos?

R. El Gobierno subsidia a los choferes y a las empresas de electricidad, sin embargo, a la agropecuaria, que es estratégica porque es la garantía de la comida, nunca le ha subsidiado un solo galón. En cuanto a los insumos, los abonos, los fungicidas, los insecticidas son muchísimo más caros aquí que en el resto de los países de América Latina. Y nosotros supuestamente estamos compitiendo con ellos. Ellos pueden vender más barato y ganan. Sin embargo, en este país vendiéndolos más caro se pierde. Además, tenemos la mano de obra más mala del mundo (haitiana) y, por ende, la más cara.

— P. Entonces ¿no le auguras un buen futuro a la agropecuaria?

R. No tiene ningún futuro. Nada más la mano milagrosa del Estado, que desgraciadamente no mira hacia el campo, podría aliviar un poco la situación. Esto se está dando a nivel de toda la producción agropecuaria, llámese como se llame el producto. Los costos de producción aquí son más altos que en cualquier país de América Latina. No estamos en condiciones de competir con nadie. Los demás países se prepararon para competir y participar en acuerdos de libre comercio. Aquí se habla de competitividad, pero a esta finca no ha venido nadie a orientarnos sobre eso.

— P. ¿Y qué podría hacer el Estado?

R. Por lo menos ponernos en condiciones de igualdad con los productores de los países latinoamericanos. En las mismas condiciones. Hasta a los boxeadores los pesan para que puedan competir. Uno de 100 libras no puede pelear con otro de 200. Va en desventaja.

— P. En concreto ¿qué puede hacerse?

R. No podemos competir con productores que tienen financiamiento barato, insumos baratos, la protección del Estado. El Estado nunca ha protegido la producción agropecuaria. Tengo 50 años aquí en la línea noroeste, vine siendo un niño para trabajar la agricultura y digo ahora lo que digo con dolor del alma, pues esto es lo que me gusta, pero lamentablemente voy a tener que dejarlo”.

Ernesto describe una situación preocupante. Es una pena que el sector no cuente con voces que se hagan sentir, expresen con altura sus reclamos y ayuden a las autoridades a introducir los correctivos necesarios. En vez de eso, rumia en silencio su desventura.

Suele decirse que la agropecuaria es de gran peso estratégico, discurso que no se corresponde con la tradición populista de transferir ingresos desde el campo a la urbe, utilizándola como lubricante para anestesiar, con precios situados por debajo del costo, a la masa consumidora urbana, cuyo voto es mayoritario.

Los conceptos emitidos por Ernesto puede que contengan sesgos involuntarios, pero poseen el mérito de la espontaneidad y de inducir a la reflexión.

Es fundamental apoyar una actividad rural que sea próspera, rentable y contribuya a desconcentrar la población, en vez de una miserable y descapitalizada que apenas sobreviva por la utilización de mano de obra de inmigrantes indocumentados de baja calificación. Urge revisar y precisar los medios y propósitos de la política que la rige.

Los países desarrollados están conscientes de la necesidad de disponer de seguridad alimentaria y de cadenas de alto valor. Por eso la protegen y subsidian. Líbrenos el Señor de que ocurra una carestía en medio de una pandemia o de una crisis.

Es, pues, materia para pensar, actuar.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.