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Las encuestas cuentan

«En la encuesta de enero de Mark Penn-Stagwell, Abinader sacó 43%, Gonzalo Castillo 27% y Leonel Fernández 19%. En la de Gallup, publicada pocos días después, Luis Abinader sacó 42.2%, Gonzalo Castillo 31.4% y Leonel Fernández 15.2%. Todos estos cacerolazos y manifestaciones en la Plaza de la Bandera y otros lugares del país, ¿reflejan un disgusto de la juventud y la clase media que reducirá los votos del candidato oficial? [...] La proporción de personas que en las encuestas se describen como independientes era ya muy alta, es decir que no simpatizaban o eran miembros de algún partido. ¿Aumentarán los independientes por lo sucedido el 16 de febrero, los cacerolazos y las manifestaciones de la juventud?». Bernardo Vega, Hoy, marzo 3, 2020

Para algunos analistas las encuestas que se han hecho hasta la fecha no cuentan, pues entienden que la complicación del panorama político, electoral e institucional no permite anticipar los resultados de mayo. Se olvidaron, de repente, para qué se hacen las encuestas y que, independientemente de una coyuntura en particular, las encuestas arrojan informaciones importantísimas sobre el sentir de los electores que sirven, entre otras cosas, para definir las estrategias de los partidos políticos. En el fondo, no se quiere aceptar que el cuadro de las preferencias políticas se ha ido definiendo marcadamente en contra del gobierno y su candidato; es bastante obvio que el candidato oficial no ha logrado despegar y que, por el contrario, sus posibilidades se están reduciendo a competir por un segundo o tercer lugar. Es una candidatura sin identidad propia que sufre las consecuencias de los errores propios y de los ajenos.

Cuando se mira la experiencia reciente en materia electoral se puede apreciar que un candidato a la presidencia que llega al mes de marzo con una ventaja significativa termina ganando las votaciones en mayo. Ocurrió en el 2000, 2004, 2008 y 2016. En el 2012 la carrera electoral estuvo bien cerrado y las encuestas daban un empate técnico; aunque encuestadoras acreditadas como la Gallup y Greenberg daban al candidato Medina una ligera ventaja, como al final se verificó.

Los tiempos van cambiando y se hace cada vez más difícil anticipar los resultados de un proceso electoral, pero aún así las encuestas siguen siendo el instrumento por excelencia para tratar de anticipar las tendencias electorales. En este mes de marzo han salido dos encuestas, la Greenberg-DL y la Mark Penn/Stagwell, que apuntan en la misma dirección: el candidato Luis Abinader se perfila como el próximo presidente de República Dominicana. En principio, la duda era de si ganaba en primera o segunda vuelta. Sin embargo, dados los resultados de esas dos firmas encuestadoras de renombre internacional, una victoria en primera vuelta luce perfectamente factible.

De acuerdo con los resultados presentados esta semana por la Greenberg-DL, si las elecciones fueran hoy Luis Abinader ganaría en primera vuelta con el 52%. Y el candidato oficialista quedaría en un lejano segundo lugar con 24%; una diferencia abismal a tan solo unos dos meses de las votaciones. «Después de un febrero particularmente dramático, con la suspensión de las elecciones municipales, las reacciones y protestas posteriores, y una gran incertidumbre hacia el proceso de votación, los votantes dominicanos están frustrados. Esa frustración beneficia a Luis Abinader y al PRM». Los factores que están detrás de esta tendencia en las preferencias electorales son muy difíciles de revertir en el corto tiempo que resta para mayo 17; al contrario, las cosas podrían empeorar para el candidato del gobierno. Y los márgenes para sustituir su candidatura se hacen cada vez más estrechos.

En este contexto, las protestas que se han estado escenificando en gran parte de la geografía nacional, además de la frustración nacional por la suspensión (¿?) de las elecciones municipales, reflejan, precisamente, la gran preocupación de la ciudadanía en materia de corrupción, desempleo – especialmente en los segmentos más jóvenes de la población – y seguridad ciudadana. En efecto, como ha sido destacado, la corrupción se sitúa, por primera vez, como la mayor preocupación (45%) de los dominicanos, muy por encima de la preocupación por el desempleo (28%) y la seguridad ciudadana (27%). Es como si la población le estuviera diciendo al gobierno que es inaceptable pagar un precio moral tan alto por el crecimiento económico. En otras palabras, el crecimiento económico no puede ser incompatible con un ejercicio moral de la gestión pública, y hasta ahora esa incompatibilidad es la que ha predominado.

Por eso, la encuesta Greenberg-DL arroja un resultado tan alarmante cuando dice que el 77% de los encuestados se identifica con la frase “Yo quiero ir en una dirección muy diferente a la que el PLD ha llevado a este país». Y confirma resultados similares presentados por otras firmas encuestadoras que reflejan el sentir de la gran mayoría de los dominicanos que perciben que el país va por mal camino.

El problema es que ya el gobierno no está en condiciones para enderezar el rumbo del país; ha perdido la confianza de la gente y no despierta un entusiasmo ni una esperanza de cara hacia el futuro; se le ha hecho tarde, y los electores parecen ya tener su decisión tomada, como se puede colegir de las más recientes encuestas, incluyendo la Mark Penn/Stagwell de esta semana, que presenta a Luis Abinader como ganador en primera vuelta. Los votantes necesitan, en medio de la turbulencia política e institucional que se vive actualmente, de una oferta electoral que abra un espacio de esperanza – no demagógico – que canalice por buen camino la frustración nacional. No se puede jugar al caos... ni al pesimismo...

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