Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Encuestas
Encuestas

Las encuestas no tienen la culpa

Ahora, los estrategas oficialistas se han percatado de que necesitan los votos del candidato Leonel Fernández, luego de haberlo desconsiderado internamente y minimizado como candidato de la Fuerza del Pueblo.

«Quizá los profesionales de la investigación por muestreo deberíamos entonar un mea culpa por no habernos esforzado lo suficiente –no haber sabido hacerlo– en trasladar a los lectores y usuarios el mensaje fundamental de que no existe tal cosa como “el margen de error de un estudio”. La idea de que con un único indicador se pueda evaluar de forma global la precisión de un estudio no deja de ser atractiva, pero, como en otras muchas cosas, la realidad es más compleja y no responde a nuestros deseos simplificadores». Revista Investigación y Marketing (AEDEMO) No 132, septiembre 2016

Esta semana ha estado repleta de encuestas, todas con malas noticias para el proyecto continuista del gobierno. Gallup, Greenberg, y Mark Penn/Stagwell muestran unos márgenes de favorabilidad tan amplios para el candidato Luis Abinader que han puesto al candidato oficialista en una situación muy difícil de cara a las votaciones del próximo 5 de julio. Con la excepción de la encuestadora Mark Penn/Stagwell, todas anticipan una victoria en primera vuelta del candidato opositor. Pero aun en el caso de Mark Penn podría interpretarse que un resultado de primera vuelta -si consideramos el margen de error- pudiera hacer innecesario el balotaje.

La Gallup dominicana inició la semana con unos resultados que han puesto la lucha electoral -como se dice en el argot deportivo- de un solo lado. En efecto, de acuerdo con ese sondeo, el candidato Abinader hubiera obtenido el 53.7% de los votos si las elecciones se hubieran celebrado al momento de la aplicación de la encuesta; en tanto que el candidato del gobierno hubiera obtenido el 35.5%, para una diferencia extraordinaria de 18.2 puntos porcentuales.

Vale la pena destacar que dicho sondeo establece que el 75.7% de los votantes ya tienen tomada su decisión. Del restante 24.3%, un 37.4% se inclina por el candidato oficialista y un 30.9% por Abinader. Esto significa que, si se distribuyeran los votos de acuerdo con estas preferencias de los indecisos, la diferencia entre ambos variaría muy poco y no habría necesidad de una segunda vuelta.

Los resultados presentados por la Gallup fueron más que ratificados en la encuesta Greenberg-Diario Libre, cuando este miércoles dicha encuesta publicó que el 56% de los electores votarían por la candidatura de Luis Abinader, para una diferencia de 27 puntos porcentuales con el candidato del gobierno.

Adicionalmente, en esa misma fecha, la encuestadora Mark Penn/Stagwell, auspiciada por el informativo SIN, presentó resultados que dan una ventaja de 12 puntos porcentuales al candidato opositor sobre el oficialista. Es la menor diferencia de todas las encuestas que trabajan para medios informativos. Ha llamado la atención que apenas un mes atrás la misma encuestadora presentaba una diferencia de solo dos puntos porcentuales entre los candidatos punteros. Sin embargo, dos observaciones son oportunas. Primero, el candidato del Gobierno obtuvo en el último sondeo un porcentaje que estadísticamente puede ser interpretado como similar al anterior (35% versus 37%), mientras que el candidato opositor obtuvo ocho puntos porcentuales por encima de la primera encuesta y muy superior al margen de error. La segunda observación es que ambas encuestas fueron metodológicamente diferentes -una presencial y la otra telefónica. El nivel de indecisos en la encuesta telefónica fue del 13%, muy superior al de la encuesta presencial (5%); lo cual puede ser interpretado como la renuencia de una parte de los encuestados a revelar sus preferencias en medio de un programa masivo de asistencia social del Gobierno, lo que probablemente se reflejó en un menor porcentaje para el candidato opositor. Además, encuestas realizadas en diferentes fechas no tienen que obligatoriamente coincidir en los resultados.

En promedio, las tres encuestas -Gallup, Greenberg y Mark Penn- arrojan una intención de votos del 52% para Luis Abinader y de 33% para el candidato del gobierno; es decir, una ventaja promedio de 19 puntos porcentuales. Esta realidad ha desconcertado a los analistas del oficialismo, quienes se han visto abrumados por unos resultados tan adversos, e interpretan, errada y convenientemente, que tales resultados obedecen a los intereses particulares de los propietarios de los medios en cuestión; una forma de invalidar el mensaje, desacreditando al mensajero.

La culpa se debe buscar en otro lado; especialmente, en la propuesta de cambio que el candidato Abinader ha sometido a la consideración de la nación, basada en un gobierno apegado a los principios éticos y con un plan de gobierno con amplias reformas institucionales y económicas. Pero, además, deben considerar las estrategias fallidas que el Gobierno ha implementado, desde imponer un candidato en las primarias internas y causar la división del partido gobernante hasta las estrategias de aislar su candidato del debate público y dejar que esos espacios fueran dominados por la oposición. Se debe reconocer, sin embargo, que si le hubiesen permitido a su candidato someterse a las entrevistas no fabricadas y a los debates institucionales los resultados pudieron haber sido peores.

Ahora, los estrategas oficialistas se han percatado de que necesitan los votos del candidato Leonel Fernández, luego de haberlo desconsiderado internamente y minimizado como candidato de la Fuerza del Pueblo. En las últimas semanas, la posición más agresiva del expresidente ha afectado negativamente las posibilidades de crecimiento del candidato oficialista. Aquellos vientos han traído estas tempestades y el oficialismo enfrenta una situación que en nueve días pudiera tornarse en catastrófica.

Tal perspectiva ha obligado a que el presidente Medina se lance a la calle con el propósito de salvar la candidatura de su pupilo, y les ha dicho a sus seguidores que «hay que defender el voto como si fuera la vida misma»; una afirmación que dimensiona, con precisión milimétrica, el estado de desesperación del gobernante...

TEMAS -