Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Religión
Religión

Los mitos: De animales a dioses

... La importancia de los mitos colectivos es que sirven para unir y mantener la cooperación humana a gran escala, sigue siendo igual de importante en el presente, aunque ahora las ficciones dominantes, al menos en los países occidentales, son los ideales del “progreso”, “la libertad”, las “leyes del mercado” o los “derechos humanos”, conceptos que para Harari son “igual de ficticios que los antiguos dioses” y “no existen en la naturaleza, sino tan sólo en nuestra propia imaginación”.

Expandir imagen
Los mitos: De animales a dioses

Desde muy joven me interesé en el poder de los mitos. Llegué a realizar estudios comparados sobre estos. Su poder, su fuerza y como construyen la cosmovisión de comunidades, regiones y razas. La historia de la humanidad es un relato de mitos y metáforas. Literalmente, estos dominan el mundo y lo grave es que muchos no lo saben.

En “Sapiens: De animales a dioses” Yuval Noah Harari expresa: “Los mitos son el motor más poderoso de la Historia de la Humanidad, porque han permitido y siguen permitiendo la cooperación de miles y hasta millones de personas. Si examinas cualquier caso de cooperación a gran escala, comprobarás que siempre está basado en algún tipo de relato imaginario. Las personas no tienen ningún instinto para cooperar con extraños y, por tanto, la colaboración en grandes grupos de individuos que no se conocen personalmente entre ellos siempre se basa en ficciones. Cuando un mito colectivo tiene éxito, su poder es inmenso porque permite a millones de extraños cooperar y trabajar juntos hacia objetivos comunes”.

A tal punto explica el autor, que desde su “revolución cognitiva”, los sapiens viven en una “realidad dual”: por un lado, la realidad objetiva de los leones y los árboles, sobre la que también se comunican muchos otros animales; y por otro, la realidad imaginada de dioses y espíritus tribales, ficciones que sólo entienden los imaginativos sapiens, la especie más cuentista, y por eso mismo -según Harari- la más poderosa.

Desde la década de 1920, el físico Werner Heisenberg llega a la conclusión, desde las ciencias exactas, de que no existe unidad básica en la materia que pueda ser observada con independencia de quienes efectúan la observación. Por su parte, Thomas Kuhn en su obra La Estructura de las Revoluciones Científicas expresó que lo que se tiene como un hecho depende de la perspectiva de cada persona. Los hechos no existen en sí mismos, sino que son producto de acuerdos y consensos sociales. De igual modo el zoólogo y antropólogo Gregory Bateson afirma que solo podemos conocer ideas de los objetos, ya que son una creación nuestra y por lo tanto subjetiva, más no los objetos mismos.

Basado en las investigaciones en el campo de la visión cromática el biólogo chileno Humberto Maturana llegó a la misma conclusión y demostró que solo podemos pensar desde nuestras percepciones. Nuestras percepciones determinan nuestras interpretaciones, muchas veces inconscientes. Esto nos lleva a pensar que hay conceptos como “el pueblo elegido de Dios” o “el espíritu de la patria” que pueden sonar arcaicos y obsoletos. Y quizás otros piensen que la tesis de Harari sólo sirve para explicar las sociedades humanas del pasado, o las más retrógradas del mundo actual. Sin embargo, el pensador israelí considera hoy que la importancia de los mitos colectivos es que sirven para unir y mantener la cooperación humana a gran escala, sigue siendo igual de importante en el presente, aunque ahora las ficciones dominantes, al menos en los países occidentales, son los ideales del “progreso”, “la libertad”, las “leyes del mercado” o los “derechos humanos”, conceptos que para Harari son “igual de ficticios que los antiguos dioses” y “no existen en la naturaleza, sino tan sólo en nuestra propia imaginación”. En esencia, la misma visión de los científicos antes citados.

“Si intentáramos agrupar a miles de chimpancés en la plaza de Tiananmen, Wall Street, el Vaticano o la ONU, el resultado sería el pandemonio, pero hoy los sapiens se reúnen regularmente a millares en todos estos lugares”, escribe Harari en su libro. “La verdadera diferencia entre nosotros y los chimpancés, tanto en el pasado como hoy mismo, es el pegamento mítico que une a un gran número de individuos, familias y grupos. Este pegamento nos ha convertido en dueños de la creación”.

Afirma: “Nunca convenceremos a un mono para que nos dé un plátano con la promesa de que después de morir tendrá un número ilimitado de bananas a su disposición en el cielo de los monos”; sin embargo, sí puedes lograr que un ser humano esté dispuesto a morir y matar por una promesa similar.

TEMAS -

Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.