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Los resultados de PISA

En las evaluaciones comparadas, los resultados de República Dominicana suelen ser peores que los de países donde las condiciones económicas son más precarias.

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Los resultados de PISA

La educación dominicana es todo un caso. Trátese de los estudiantes de tercer y sexto grado en la Evaluación Regional de la UNESCO, de estudiantes de octavo y duodécimo grado en las Pruebas Nacionales, de médicos, abogados, ingenieros, contadores o maestros, en cualquier nivel o modalidad que se realizan evaluaciones de conocimientos, la educación queda mal parada.

En las evaluaciones comparadas, los resultados de República Dominicana suelen ser peores que los de países donde las condiciones económicas son más precarias y el gasto anual por estudiante es mucho menor. Y como un centro que no usa su tiempo y recursos para enseñar los conocimientos, destrezas y habilidades que debe, suele desarrollar las actitudes, los valores y las creencias que no debe, para completar el cuadro, las evaluaciones sugieren que en el campo de los valores, las cosas son aún peores.

Los resultados del país en PISA 2015 no constituyen una sorpresa. De hecho, desde hace un cuarto de siglo, las Pruebas Nacionales le vienen diciendo al país que sus estudiantes están aprendiendo poco y que la situación no mejora. Pero PISA le recuerda al país la gravedad de la situación.

Ahora bien, rico o pobre, en América, Asia o Europa, en democracia o dictadura, todavía no se conocen los métodos, currículos, insumos, profesores y salarios que permitan enseñar bien y aprender mucho, sin trabajo duro, respeto por las normas y responsabilidad por los resultados.

Sin embargo, tras la muerte de Trujillo, la universidad y la escuela pública se convierten en los escenarios de luchas recurrentes por motivos internos y externos que se entretejían y reforzaban. Se luchó contra los remanentes de la tiranía, contra el golpe el golpe de estado, contra la intervención, contra la represión de los doce años. Se luchó contra una desatención oficial que empobreció el subsistema de educación público y obligo a asimilar el crecimiento con escuelas de dos y tres tandas.

Al margen de los motivos y justeza de esas luchas, las mismas obligaban a distribuir el tiempo y las energías entre diferentes objetivos. Y en esa distribución, al trabajo académico le tocó cada vez menos. Sin el tiempo suficiente para atender los contenidos del currículo, se construyeron bajaderos provisionales para facilitar la promoción. Gradualmente, esos bajaderos se convirtieron en los grandes caminos del sistema. Y la promoción al margen de los aprendizajes se institucionalizó. Pronto surgieron corrientes de pensamiento que disminuían la importancia de los aprendizajes como propósito y medida de las decisiones y acciones educativas. Y desde el nivel básico hasta el superior, las preocupaciones por el dominio de los contenidos de lengua española, matemáticas, física, historia, química arte y otras áreas fundamentales establecidas en los currículos, comenzaron a ser vistas como aberraciones pedagógicas.

El subsistema de educación público, que en 1961 apenas contaba con 500 mil estudiantes de nivel básico, 10 mil estudiantes de nivel medio, 3000 estudiantes universitarios y menos de 10 mil profesores, se urbanizó y creció en medio de la desatención, las luchas, la hostilidad política, las desviaciones conceptuales, la precariedad económica y un cierto desprecio por el saber. Las dificultades de ese subsistema alimentaron y protegieron gran parte del subsistema de educación privada.

A partir de 1992 y particularmente de 1996, se reducirían las tensiones políticas y los aumentos presupuestarios permitirían superar las expresiones más visibles del deterioro acumulado en décadas de desatención, mejorando las condiciones materiales de los centros y las condiciones de vida de los profesores y empleados del MINERD y la UASD. De hecho, gracias al 4%, las mejorías de estos últimos cuatro años han sido impresionantes.

Sin embargo, por razones muy diversas, los esfuerzos para dejar atrás el deterioro acumulado durante aquel largo período de estrecheces y confrontaciones, nunca han sido acompañados de esfuerzos proporcionales para dejar atrás la cultura educativa que en ese período se forjó. Mientras el país queda en último lugar UNESCO y PISA, en los centros educativos, que es donde esos resultados se producen, continúan las amenazas y frecuentes interrupciones de clases, el incumplimiento del horario y el calendario, el desperdicio del tiempo, la trivialización de los contenidos del currículo, las violaciones de las normas y la falta de compromisos con los resultados. Si la escuela no recupera sus fundamentos, no importa cuántos recursos se destinen al sistema, los resultados no mejorarán.

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