Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Migración
Migración

Los retos del Presidente Moïse

Considerando que 50% de la población haitiana tiene menos de 20 años, el desempleo y alto costo de la vida incrementarán la emigración hacia República Dominicana y todo el continente.

Expandir imagen
Los retos del Presidente Moïse

El pasado martes 7 de febrero se juramentó Jovenel Moïse como 58avo. presidente de la República de Haití. De esta manera finalizó una larga y tortuosa encrucijada electoral que por más de un lustro mantuvo al vecino país en crisis y bajo el asedio del inmovilismo político.

Jovenel Moïse es el heredero del grupo de poder afín al antiguo presidente Martelly, el cual, amparado en el partido PHTK (Partido Haitiano de la cabeza calva en creole -en referencia a Martelly) y con mayoría en ambas cámaras, se estableció como la principal fuerza del escenario político haitiano.

Moïse fue electo presidente bajo un ambiente de extrema abstención donde solo participaron cerca de un millón de personas (10% de la población total) que votaron en los centros urbanos más importantes de Haití. Así mismo, errores de logística, falta de financiamiento, y la intromisión de actores locales e internacionales, conllevaron a que en muchas localidades las jornadas electorales estuvieran cargadas de tensión, violencia, y desorden generalizado.

Si a esto le sumamos el llamado a desconocimiento y denuncias de irregularidades de parte de la oposición, y la perimida acusación de lavado de activos en la justicia contra Moïse, el primer reto del presidente electo surge de los problemas de legitimidad que contrajo el proceso electoral desde un inicio.

La prestancia de Moïse en relación a otros candidatos se debió a la incesante campaña del PHTK, la enérgica división de la oposición, pero también a la identificación de algunos haitianos con los programas de desarrollo de infraestructura e incentivo a la inversión extranjera del pasado presidente Martelly.

Es precisamente en estos dos últimos aspectos, sumado al impulso a la agricultura, en que se centra el programa político del presidente electo. No obstante, las ambiciones de Moïse enfrentan un sombrío panorama económico de alta inflación (16% en enero 2017), escasez de divisas, desaparición del aparato productivo nacional, desempleo mayor al 40% del total de la población activa y 30% de la población total en pobreza extrema (menos de US$1.23 al día).

El relanzamiento a la agricultura se enfrenta a las persistentes sequías e inundaciones que azotan Haití, la pobre gestión de los recursos hídricos (con creciente sedimentación de la presa de Peligre), y la irreversible deforestación de la capa vegetal que ha arrasado con 97% de la capa forestal del país.

Un dato a resaltar es la total ausencia de temas medioambientales y sociales en el programa político de Moïse. Es loable que Jovenel se proponga hacer un esfuerzo centrado en la creación de empleos, la inversión extranjera y la producción y exportación de bienes haitianos en el exterior. Sin embargo, pensamos que ignorar la calidad de los servicios de salud y educación, así como la temática de la seguridad urbana, podría sepultar cualquier avance en materia de ingresos en la población (el tema medioambiental ni siquiera fue mencionado.)

En cuanto a las relaciones domínico-haitianas se refiere, el presidente electo ha dejado bien claro su intención de mantener un ambiente de cordialidad y entendimiento con sus vecinos del otro lado de la frontera. Esto quedó plasmado durante su visita a territorio dominicano en enero pasado.

Aunque entendemos que Moïse ha sido en Haití un ávido defensor de la convivencia domínico-haitiana, esta postura debe ser evaluada en vista de la alianza del grupo Martelly con intereses que entran en contradicción con el empresariado dominicano deseoso de penetrar el mercado haitiano.

Pero más importante aún, a pesar del relativo éxito que pueda tener Moïse, no hay duda que las presiones y malentendidos en torno a la cuestión migratoria se incrementarán con el tiempo. Considerando que 50% de la población haitiana tiene menos de 20 años, el desempleo y alto costo de la vida incrementarán la emigración hacia República Dominicana y todo el continente.

Lo alarmante es que un gran porcentaje de emigrantes haitianos son acogidos en centros de detención y deportados por la mayoría de países del hemisferio occidental. Solo en México y América Central habían 15,000 haitianos detenidos en enero (la cifra llega a 30,000 si agregamos América del Sur y EE.UU.).

Por lo tanto, estamos frente a una delicada situación, ya que ni el gobierno haitiano, ni la comunidad internacional, ni ningún estado del hemisferio, han mostrado un interés real en buscar alternativas a un problema que sobrepasa los límites y condiciones de ambos estados de la isla.

roberto.malllen@gmail.com

TEMAS -