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¿Más impuestos?

Desde ahora lo advertimos: para enfrentar la crisis y producir un cambio sustantivo se requiere del actual gobierno voluntad y determinación en la adopción de políticas que salden cuentas con el pasado, al tiempo de enfrentar la crisis sin cargarles todo el peso a los sectores medios y bajos.

¿Por qué produce tanta indignación el anuncio de nuevos impuestos? Por la sencilla razón de que van dirigidos a golpear a los mismos de siempre: los sectores medios y bajos de la sociedad. Es decir: recaerán sobre los que más impuestos pagan, que a su vez son los que padecen más profundamente la actual crisis sanitaria y económica, y muchos han perdido su trabajo o tienen serias dificultades para desarrollar sus actividades productivas.

Lo que produce mas irritación es que el gobierno de Luis Abinader no predica con el ejemplo. Por un lado, sus funcionarios no se han impuesto las sobriedades esperadas y, por otro, no se siente la voluntad para enfrentar a los responsables y beneficiarios del estado de cosas en que se encuentra el país luego de 20 años depredando el Estado. Todo indica que la nueva administración ha preferido el camino fácil de seguir endeudando el país, cargarle la crisis a los víctimas habituales y más privatización de los servicios públicos.

Pacientemente, la ciudadanía ha esperado sin que se produzcan, los informes sobre el estado de situación del Gobierno y de los distintos ministerios luego del paso de la vorágine peledeísta. Este silencio sepulcral e inacción comienza a ser sospechoso. La gente no quiere un nuevo borrón y cuenta nueva. En la lógica del poder se tiende a olvidar el pasado para adquirir patente de reproducirlo en el presente.

Esa percepción se refuerza porque muy poco se ha hecho respecto de las 57 instituciones públicas que desde la oposición se denunció que no tenían funciones o éstas estaban duplicadas.

Asimismo es inaceptable que en medio de esta crisis, como si nada, se mantengan los mismos sueldazos de lujo, gastos de representación, dietas, tarjetas sin límites, vehículos de alto consumo que se asignaron los jorocones del peledé y que tanto se reprochó desde la oposición.

La otra cuestión que produce indignación es que, en medio de la crisis, se mantenga el barrilito, el cofrecito y las dos exoneraciones para senadores y diputados, que son formas de corrupción “legalizadas”, y que con toda razón se le criticó al peledé.

El anuncio de nuevos impuestos se suma a la decisión de hace unos días de continuar el endeudamiento público mediante la colocación de bonos soberanos por un monto ascendente a US$4,300 millones.

El actual presidente y prestigiosos integrantes de su equipo económico, por años se pronunciaron contra el irresponsable endeudamiento público propiciado por los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina. Por esa razón es una grave incoherencia recurrir a más endeudamiento, sin previamente explorar otras iniciativas y sin ejecutar claras y contundentes decisiones para mejorar la calidad del gasto público. El gobierno de Luis Abinader conoce que para un país como la República Dominicana, cuya economía descansa en factores externos que se han contraído por causa de la pandemia, la deuda pública es una bomba de tiempo.

Es decir ¿cómo admitir nuevos impuestos para pagar un creciente endeudamiento público que sirve para financiar un presupuesto deficitario porque ha sido diseñado para el enriquecimiento de élites burocráticas y fomentar el clientelismo?

Lo consecuente por parte del gobierno de Luis Abinader, conforme al discurso levantado desde la oposición, en vez de endeudarnos más, era proceder: primero a eliminar excesos, distorsiones y acabar con el despilfarro y lo segundo buscar nuevas fuentes para enfrentar la crisis mientras se le hace una auditoría a la deuda pública para establecer con quién se contrajo, quién la concertó, en qué efectivamente se invirtió y deducir responsabilidades, si ese fuera el caso.

Este gobierno muestra, demasiado temprano, un acomodo al confort de las políticas neoliberales que predominaron en los gobiernos del peledé. Desde ahora lo advertimos: para enfrentar la crisis y producir un cambio sustantivo se requiere del actual gobierno voluntad y determinación en la adopción de políticas que salden cuentas con el pasado, al tiempo de enfrentar la crisis sin cargarles todo el peso a los sectores medios y bajos.

Entre esas iniciativas está la de requerir de los grandes grupos financieros y empresariales, –muy bien representados en este gobierno– un anticipo con cargo a futuros pagos del impuesto sobre la renta.

También, tomar iniciativas para la revisión del contrato con la Barrick Gold. En este momento la onza de oro tiene precios récords, somos el cuarto país exportador de oro del mundo y el primero de América Latina. Es inadmisible que siendo el pueblo dominicano el dueño soberano del oro que está en las entrañas de nuestro territorio sigamos sometidos a un contrato leonino negociado por Leonel Fernández con fines reeleccionistas y aprobado por el Congreso Nacional sin leerlo.

Por último: Dada la profundidad y carácter global de la actual crisis, hacer como otros países que están negociando con sus acreedores una moratoria o una reducción del pago de los intereses de la deuda.

Sé que estos son intereses que tradicionalmente no se tocan, más bien se les teme, pero esa es parte de la diferencia entre más de lo mismo o decidirse a impulsar un verdadero cambio en el país.

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Guillermo Moreno es abogado y político. Presidente de Alianza País.