Medicina posmoderna

El uso del término posmodernidad se popularizó a partir de la publicación de “La condición posmoderna: informe sobre el saber” de Jean Francois Lyotard en 1979. En esta obra el autor intenta analizar el concepto teórico posmoderno desde una perspectiva filosófica y diagnostica los cambios ocurridos durante el siglo XX. El objetivo de esta publicación es el saber en la sociedad contemporánea. Lyotard afirma que el saber es producido para ser vendido y que se ha constituido en la principal fuerza de producción. Al adquirir la forma de mercancía indispensable para el desarrollo de las potencias productivas, el saber constituye el instrumento más importante en la competencia mundial por el poder. Actualmente hay una carrera para dominar las informaciones.

La posmodernidad desde una realidad histórico social apuesta por el progreso mundial; se renuncia a la idea de avance en conjunto provocando la pérdida de la cohesión social. Hay carencia de ideología y de compromiso con los demás. La verdad es cuestión de perspectiva o contexto más que algo universal. Los medios de comunicación masivos adquieren un carácter central y se convierten en transmisores de esa verdad, lo que se manifiesta en el hecho de que lo que no aparece en los medios no existe para la sociedad. Deja de importar el contenido del mensaje para revalorizar la forma como es transmitido y el grado de convicción que pueda producir.

En esta época se produce un cambio en el orden económico capitalista pasando de una economía de producción hacia una economía de consumo. Se rinde culto al cuerpo y culto a la tecnología. El criterio actual de eficiencia es tecnológico y no el juicio sobre lo verdadero y lo justo.

En la actualidad, la medicina se encuentra sometida a las leyes del mercado; el acto médico es un objeto de consumo y se investiga científicamente sólo lo que interesa a la industria farmacéutica. El individualismo, característico de la posmodernidad junto al predominio tecnológico, ha contribuido a la deshumanización de la práctica médica. Esta pérdida del carácter humano, consecuencia de un afán de lucro, ha conducido a que cualquier trastorno pueda considerarse una enfermedad, ganando terreno el concepto de que las personas sanas son “enfermos mal estudiados”. Esto lleva a que sujetos saludables sean sometidos a depender de la asistencia médica sin que exista evidencia de que la indicación de estudios diagnósticos tenga influencia en las expectativas de vida; excepto en aquellos individuos que por sus antecedentes personales y familiares tengan mayor riesgo de padecer una enfermedad.

La medicina es la ciencia y el arte de aliviar el dolor y el sufrimiento. El médico es quién asume el compromiso del alivio corporal y espiritual del enfermo. Para restituir el carácter humano a la Medicina se deben revalorizar los actos médicos, y ser dirigidos hacia su objetivo primigenio que es cuidar la salud para preservar la vida con calidad y dignidad.

Doctor Félix López Torres