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Monseñor Víctor Masalles reflexiona sobre la misión del comunicador a la luz del Papa Francisco

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Monseñor Víctor Masalles reflexiona sobre la misión del comunicador a la luz del Papa Francisco
Víctor Masalles es obispo auxiliar de Santo Domingo. (DIARIO LIBRE/ ARCHIVO)

La Iglesia ha sido fundada para comunicar el mensaje de otro y llevar la salvación a los hombres. Ella es consciente de que forma parte de su misión predicar el mensaje de Jesucristo, es decir, comunicar una vivencia, transmitir una experiencia. Por esto, la Iglesia ha tenido que aprender a comunicarse con el mundo, pues su Maestro le ha dado un mandato: “Vayan por todo el mundo y prediquen a toda criatura” (Mc 16,15).

La humanidad siempre ha manifestado profundo interés por escuchar un mensaje de la Iglesia que sea capaz de llegarle al corazón de la gente, especialmente los más excluidos. De ahí que sea absolutamente necesaria una inserción en el mundo de la comunicación.

El 28 de Junio de 2012 pasó a la historia cuando Benedicto XVI usó un iPad para mandar un primer “tuit” y se colocaba “online” con el portal de un Papa: web:news.va. Fueron muchos los que en poco tiempo entraron en contacto con el Santo Padre en un lenguaje actual.

El 19 de Marzo de este mismo mes el Papa Francisco abrió su cuenta de Instagram y a la semana contaba ya con más de dos millones de seguidores. Tenemos que entender que algo ha estado ocurriendo en la Iglesia, y es que comienza a tener contacto con la gente en un lenguaje novedoso.

I - Relación IglesiaMedios de Comunicación

Se ha comenzado a activar lo que durante siglos fue un lento proceso de lograr: el que la Iglesia pudiese llegar a comunicarse de un modo “asequible” con el pueblo de Dios a la que ella se debe. Pero ¿Ha sido siempre así la relación Iglesia-Medios de Comunicación? Una mirada al pasado nos permite distinguir cinco momentos que reflejan etapas diversas de esa relación.

Primer momento: Confrontación

Con el inicio de la masificación de la prensa a inicios del siglo XVIII, la Iglesia, especialmente a través de sus pastores, tuvo que asumir la desagradable tarea de señalar los abusos.

Al papel amonestador, comprensible y justificable en el contexto sociocultural de la época, se le añadió un rol de autodefensa ante el creciente acoso de que era objeto la misma Iglesia como institución.

Segundo momento: Hacia una positiva apreciación

Con León XIII (1878-1903) se inicia una etapa con enfoque distinto: una apreciación de aspectos positivos. La denuncia se sustituye por el uso y aprovechamiento de la prensa. Se le dará una valoración distinta al concepto de «libertad de expresión».

En la encíclica Etsi nos, en 1882, León XIII aborda el tema: ¿por qué los cristianos no aplican estas libertades de prensa y expresión para la causa noble de la fe? En 1888 volvería a tocar el tema de la «libertad» en la encíclica Libertas praestantissimum donde toca las libertades de culto, conciencia, enseñanza y prensa. Se hace una reflexión sobre la relación entre libertad de expresión y verdad.

Entre 1900 y 1920 la iglesia orientó las preocupaciones pastorales de la Iglesia hacia temas como el marxismo y la Primera Guerra Mundial. Para este tiempo hay una activa participación de católicos en la prensa y el ejercicio del periodismo es tomado como un servicio de pacificación.

Tercer momento: Los Papas comienzan a usar personalmente los Medios de Comunicación

Con Pío XI (1922-1939) se inicia una tercera etapa cuya mejor estampa del recuerdo es su mensaje transmitido por Radio Vaticana al mundo, el primero en la historia de un Papa. Pio XI hizo la primera aproximación al mundo del massmedia con la carta encíclica Vigilanti Cura.

Este documento versa sobre el poder, la popularidad y el impacto del cine, además de ofrecer líneas morales acerca de la producción cinematográfica. A él se debe la declaración de san Francisco de Sales como patrono de los periodistas católicos.

También Pío XII volvería sobre el tema, con la carta encíclica Miranda Prorsus, en 1957, extendió las consideraciones a la radio y la televisión. Las reflexiones de la encíclica aborda temas como la libertad de difusión y los errores que de una mal entendida práctica se derivan, y serán aplicadas al cine, la radio y la televisión. En 1958 Pío XII declaró a Santa Clara de Asís patrona de la televisión.

Juan XXIII confirmó los documentos de Pío XII con la Carta Apostólica “Motu proprio” Boni Pastoris, de 1959. Finalmente en 1963 con el Decreto Conciliar Inter Mirifica, sobre los medios de comunicación social, firmado por Pablo VI, establece las Jornadas Mundiales para las Comunicaciones Sociales y se disponga la entonces Pontificia Comisión para Cinematografía, la Radio y la Televisión.

Cuarta etapa: El nacimiento y desarrollo de un dicasterio vaticano para las comunicaciones

Pablo VI dio inicia a los mensajes para las Jornadas Mundiales para las Comunicaciones Sociales. Durante su pontificado se publicaron doce, con Juan Pablo II veintisiete, con Benedicto XVI ocho y Francisco lleva ya tres. Les ha acompañado siempre esta visión eminentemente positiva de los medios de comunicación social. El desarrollo ulterior culminará en lo que hoy se conoce como Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, vigente desde el 1 de marzo de 1989.

Son muchos los argumentos que este dicasterio ha tocado en referencia a las comunicaciones, y de una manera más prolífica durante el pontificado de Juan Pablo II. En 1989, «Pornografía y violencia en los medios de comunicación: una respuesta pastoral» y «Criterios de colaboración ecuménica e interreligiosa en el campo de las comunicaciones»; en 1992, la Instrucción Pastoral Aetatis Novae, sobre las comunicaciones sociales, en el XX aniversario de la Communio et Progressio; en 1997, «Ética en la publicidad»; en 2000, «Ética en las comunicaciones sociales»; en 2002 «Ética en Internet» y «La Iglesia en Internet». El último documento, «La Iglesia en Internet», tiene sus precedentes inmediatos en los mensajes de Juan Pablo II para las JMCS de 1989 («La religión en los medios de comunicación»), 1990 («La nueva cultura informática»), 2001 («Proclamar desde los terrados: el Evangelio en la era de la comunicación global»), y 2002 («Internet, un nuevo foro para la proclamación del Evangelio»).

Quinta etapa: De la teoría a la praxis

Aunque es la etapa más breve en cuanto a años se refiere, es en la que el crecimiento y el impacto mediático ha tenido su auge tanto en el mundo como en la Iglesia. Si Pío XI fue el iniciador del uso activo de los medios con el radio mensaje emitido por Radio Vaticana en 1931 (Qui arcano Dei), los Pontífices sucesivos, especialmente Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco han sido pioneros en usar otras tecnologías de vanguardia.

En el 2001, Juan Pablo II enviaba un correo electrónico por vez primera para un Papa en la historia. El documento enviado fue el texto de la «Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesiae in Oceania» y los destinatarios eran las iglesias locales de ese continente. Juan Pablo II fue también el primero que habló de Internet en un documento oficial de la Iglesia, en el Mensaje para la XXXVI JMCS de 2002, «Internet, un nuevo foro para la proclamación del Evangelio».

Durante el Pontificado de Benedicto XVI la migración a las redes sociales ha sido una constante: en el 2008 la Santa Sede abrió un canal institucional en YouTube en cinco idiomas, para ofrecer la cobertura informativa más reciente sobre las actividades del Papa y de la Santa Sede en breves cápsulas de video.

En el 2010 la oficina de comunicación del Vaticano anunció el lanzamiento del blog oficial del Vatican Infomation Service más grande. Un año más tarde, en el 2011, nacería la versión digital de L´Osservatore Romano.

Unos meses más tarde, en la víspera del 29 de junio de 2011, era el mismo Benedicto XVI quien ponía online la así llamada «CNN del Vaticano»: el portal news.va que concentra en un solo lugar las informaciones de todos los medios informativos vinculados a la Santa Sede. La migración a las plataformas digitales lo ha constituido el también histórico lanzamiento del perfil personal del Papa Benedicto XVI en la red de microblogs Twitter.

Hacía un sexto momento en la relación de la Iglesia con la comunicación

En el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2013 el Papa interpela a usar Internet ya no como «medio» sino como «ambiente» de evangelización. Este cambio de perspectiva supone una redimensión en la visión cristiana de la comunicación.

De hecho, actualmente el Papa Francisco es el comunicador que tiene la cuenta Twitter más activa del mundo, y ha incursionado en los más diversos ambientes digitales para hacer presencia evangelizadora, constituyéndose como un verdadero fenómeno mediático que va mucho más allá de todo convencionalismo.

II - Francisco: un nuevo modo de comunicar

Pero en la actualidad podemos ver al Papa Francisco entrar de lleno en un modo totalmente nuevo de comunicar, con características propias, un modo fascinante, atractivo y capaz de suscitar la atención incluso de las personas más reacias a escuchar un mensaje de la Iglesia. El Papa Francisco ha hecho entrar a la Iglesia en contacto con estamentos de la sociedad que estaban completamente de espaldas a los modos anteriores de ella comunicarse.

Francisco es el gran comunicador de nuestro tiempo, pero ¿cómo es posible si él no dedica más de 10 minutos a ver los periódicos y no ve televisión desde el 1990? Nos encontramos en un cambio de época, ya no guiado por el intelecto y la razón, sino marcados por la cultura, la vida, el símbolo y la poesía.

Francisco encarna una tendencia post-moderna hacia la vida, los gestos, y la cercanía a todos sin exclusión. La comunicación de Francisco presenta una respuesta al desafío de la comunicación eclesial. Con él se rompen todos los clichés, pues imprime la primacía de lo humano por encima de la tecnología; su comunicación es un llamado a una cultura del encuentro con los excluidos, que es el anhelo silente de la mayoría de las personas en el planeta.

III - Análisis de su estilo de comunicación

Los especialistas en comunicación analizan este novedoso estilo del primer papa latinoamericano y primer jesuita de la historia, el cual está imprimiendo un cambio radical al sistema en el Vaticano, todo esto a partir de un nuevo modo de liderazgo religioso, que se demuestra, en gran medida, a partir de las conductas comunicativas, de los gestos con los que se llegan a plasmar las ideas en un modo más profundo.

Francisco recurre a formas de comunicación no convencionales, tales como homilías diarias desde la Residencia de Santa Marta, las continuas catequesis en las audiencias públicas y los documentos doctrinarios tan asequibles para todos, así como su preocupación por el medio ambiente, los pobres y los excluidos de la Tierra.

También forma parte de su estilo de comunicación cartas públicas que dirige a algunos personajes o las cartas privadas que a veces se dan a conocer, así como llamadas telefónicas que hace personalmente, los “tuits” que envía a diario y, sobre todo, un género muy poco común para un Papa, pero que tiene repercusión mundial: el de la entrevista, con la que refleja su espíritu abierto y dialogante.

El estilo comunicacional de Francisco conjuga gestos y palabras. Sus mensajes son interpelantes para sus interlocutores: es capaz de llamar a cada problema por su nombre y, a su vez, invita a todos a involucrarse para construir el mundo solidario y justo que predica. En su lenguaje no hay ni artificios ni ostentación, pero tiene un gran impacto expresivo, de forma que sus frases llegan fácilmente a los titulares de los medios. No es un gran orador, pero es capaz de generar una empatía y proximidad con su auditorio como nadie.

El Papa Francisco ha demostrado que la comunicación no puede reducirse a tácticas de manipulación propagandística, sino que puede y debe tener su base en la sinceridad. Es autocrítico con la propia Iglesia. Sus mensajes interpelan a la sociedad pues Francisco es percibido por creyentes y no creyentes como un hombre coherente. Su coherencia no sólo se circunscribe al presente, sino que también lo avala su trayectoria: lo que Francisco dice y hace hoy es lo que mismo que predicaba y hacía cuando era Jorge Mario Bergoglio.

De igual manera, el Pontífice tiene una gran influencia en el mundo de la juventud, a la que invita provocadoramente a sacudirse de la rutina y la comodidad. Sus mensajes son simples, cortos y profundos, y los invita a ser auténticos, dando a entender que conoce sus inquietudes.

Para poder percibir lo trascendente de su estilo de comunicación tiene un lenguaje universal de cuidado por el planeta, por los pobres de la tierra y por la justicia. Se destaca su liderazgo más allá de la Iglesia, pues es innegable su incidencia en la política internacional y en la diplomacia, por su participación en el acercamiento de Estados Unidos y Cuba. También se percibe su espíritu ecuménico cuando trata con las iglesias cristianas y con otras religiones, como el judaísmo, el islamismo y otras.

IV - Algunas características de su comunicación visual

Habría que preguntarse qué es lo que hace irresistible el estilo comunicativo del Papa Francisco, qué es lo que ha generado el llamado “efecto Francisco”. Y es que con Francisco surge un Papa de cercanía, amigo, que sale al balcón sin la muceta de terciopelo rojo confeccionada por Gammarelli, saluda a la multitud con un informal “buona sera”, rompe con los protocolos que alejan, dejando de lado los discursos prefabricados y hablando a la gente de corazón a corazón.

Otro aspecto que roba los corazones del mundo es su humildad, al negarse a vivir en un palacio; al almorzar en un comedor común; lavarle los pies a hombres, mujeres, musulmanes y no creyentes; por no usar crucifijo ni anillo de oro; usar zapatos desgastados y viajar con su viejo maletín. Estos rasgos plasman una comunicación visual que le da una sólida consistencia a sus argumentos.

El Pontífice ha mostrado un extraordinario respeto por las personas que no profesan la fe católica, de modo que en algunas audiencias llegó a negarse bendecir de modo explícito al auditorio para no ofender a los que no creen. No será esto una conducta convencional, pero definitivamente se gana la empatía de los lejanos a la Iglesia.

Francisco llega a escandalizar con sus gestos y su lenguaje de inclusión, en donde se evita la confrontación ante temáticas que provocan la deserción en la Iglesia. Se entiende que no está pretendiendo hacer cambios en la doctrina, pero si en la actitud ante los alejados que tradicionalmente han sentido rechazo por parte de muchos en la Iglesia.

En más de una ocasión asegura a los jóvenes haber preparado un discurso, pero salta el protocolo y ha dicho: “Los discursos son aburridos, por eso lo entrego al obispo encargado de la juventud, para que lo publique”. Francisco prefiere dialogar con la gente, toma apuntes y dialoga prescindiendo del texto preparado en una comunicación que permite reencontrar el “abrazo entre la humanidad y el Evangelio”.

V Los pecados de la prensa

El Papa Francisco nunca ha tenido reparos en ser autocrítico con su propio staff, es decir, los miembros de la Curia. Con toda libertad ha sabido sacar los pecados capitales de la Curia. En diversas ocasiones se ha referido también a los pecados de la Prensa. He aquí un comentario que ilustra esto:

«La prensa libre, laica y también confesional, pero profesional. La profesionalidad de la prensa puede ser laica o confesional: lo importante es que haya profesionales y que las noticias no sean manipuladas. Para mí es importante porque la denuncia de las injusticias y de las corrupciones es un buen trabajo. La prensa profesional debe decir todo, pero sin caer en los tres pecados más comunes: la desinformación, es decir solo a medias la verdad y no el resto; la calumnia, cuando la prensa no profesional ensucia a las personas; la difamación, que es decir cosas que quitan la fama a una persona. Estos son los tres defectos que atentan contra la profesionalidad de la prensa. Necesitamos profesionalidad. Y, sobre la corrupción, ver bien los datos y decir las cosas: hay corrupción aquí por esto, esto y esto. Y luego un periodista profesional verdadero, si se equivoca, debe saber pedir perdón».

Estos son, a su modo de ver, los tres principales defectos que atentan contra la profesionalidad de la prensa. Necesitamos profesionalidad. En concreto, en la comunicación la desinformación es la más insidiosa, pues “empuja a decir la mitad de las cosas, y esto lleva a no poder ayudar a hacer un juicio preciso sobre la realidad, te lleva a equivocarte, al error; te lleva a creer solo una parte de la verdad”.

Es importante preservar la comunicación de todo lo que la deforma y la doblega, pues la misma a menudo está “sometida a la propaganda, a las ideologías, a los fines políticos o de control de la economía y de la técnica”.

“En cambio, lo que sienta bien a la comunicación es, en primer lugar, la parresía, es decir el valor y la libertad de hablar a la cara, con franqueza. Si en cambio nos preocupamos por los aspectos tácticos, nuestro hablar será artificioso, y así no hay verdadera comunicación”.

Es por esto que “si estamos convencidos de lo que tenemos que decir las palabras vienen”, pero “si estamos preocupados de aspectos tácticos nuestro hablar será artefacto poco comunicativo, insípido; un hablar de laboratorio”.

La comunicación no debe ocuparse de culpar; y deberá siempre evitar tanto “el llenar como el cerrar”. “Se llena cuando se satura la percepción con un exceso de eslogan, que en vez de activar el pensamiento lo anula. Se cierra, cuando en lugar de recorrer el camino largo de la comprensión de la realidad, se elige el atajo de presentar a un individuo como si pudiera resolver todos los problemas, o, por el contrario, como chivos expiatorios sobre los que descargar todas las responsabilidades”.

En este sentido, puede pasar que se “corra inmediatamente” hacia la solución, sin tomarse la fatiga de presentar la complejidad de la vida, el cual es un error frecuente dentro de la comunicación apresurada y poco reflexiva.

VI - La Misión del Comunicador a la luz del Papa Francisco

1) La comunicación debe buscar la verdad, y no desinformar

Para la existencia de un proceso de comunicación es necesaria una auténtica y sincera búsqueda de la verdad. Por esta razón, cuando se pretende esconder la información se convierte en mercancía en donde se invierte el valor de los datos por el valor buscado en el ocultamiento.

El Papa Francisco nos habla de lo pernicioso que resulta que un comunicador no tenga un interés de dar a conocer los datos observados de la realidad, sino utilizarlos para sus propios intereses o de otros.

En este caso la verdad se reduce a la búsqueda de generar tan solo una percepción y, a partir de ahí, lograr los objetivos propuestos. De esta manera, de deberían utilizar filtros que permitan analizar cada uno de los acontecimientos, lo cual dificulta una verdadera comunicación.

Se dice que a veces la interpretación de la realidad puede ser diferente entre los individuos, pero lo que es innegable es que Francisco aboga por un camino honesto en la búsqueda de la selección de la información, y no una manipulación de la realidad condicionada por una ideología de fondo. Aquí lo que debe primar es una adecuada actitud ante la realidad.

Un tema nada fácil de resolver: controlar las falsas noticias, las medias verdades o las mentiras más o menos manifiestas que de vez en cuando aparecen en los medios de comunicación social. El punto de partida es muy sencillo: la mentira ha existido, existe y existirá mientras alguien crea que puede obtener algún beneficio con ella.

Si un presidente ofrece datos para que el parlamento apruebe el envío de tropas a un lugar, y esos datos son falsos entonces es complicado.

Hay miles de noticias a través de las agencias o de otros canales más o menos fidedignos. Un periódico, un canal de radio o de televisión, reúne el material y lo ordena. En este proceso, se descartan datos que pueden ser falsos, o se dejan de lado “noticias” que no interesan.

Ser imparciales a la hora de seleccionar la información resulta algo tan difícil como entrar en un río sin mojarse. La sociedad, en general, acepta el que un medio tenga una línea más o menos definida, pero la actitud del comunicador frente al dato es esencial.

Hay noticias que resultan ser falsas, y la falsedad puede venir de la fuente informativa, o puede ser originada directamente dentro del periódico. Existen mentiras a medias que se interpretan y se colocan en contexto tal que puede dar a entender realidades distorsionadamente.

Si promovemos en la sociedad una cultura de los valores y del respeto, de la limpieza intelectual y de la veracidad, del sano control mutuo y del respeto a las personas que piensan de modo distinto. Si logramos consolidar un auténtico periodismo independiente no sometido a empresas o a grupos financieros y políticos que impongan líneas editoriales según sus intereses de parte. Si formamos a los periodistas para que tengan la capacidad de no publicar nada que carezca de un mínimo fundamento. Si les enseñamos a tener el valor de desmentirse, en la misma página y con la misma extensión con la cual alguna vez se ha dado una noticia equivocada. Bueno, quizás estamos soñando, pero a veces se puede soñar despierto, y quizá este sueño sirva para despertar a más de uno que no cree que sea posible otro periodismo.

La “sociedad” puede hacer mucho para conseguir que algunos medios de información cambien su sistema de trabajo y vivan un nuevo periodismo. Si empezamos a buscar fuentes fidedignas y a dejar de lado a periódicos, canales de radio o de televisión con fama pero sin honestidad. Si el número de quienes toman esa opción es suficiente para afectar los ingresos de esos medios, puede ser motivo para que las “empresas de la información” replanteen sus líneas editoriales y sus estrategias más o menos ideológicas, en orden a tomar una opción que será para bien de todos: un periodismo que sólo ofrezca informaciones basadas en criterios de veracidad y de respeto.

2) La comunicación debe ser edificante

El comunicador no sólo informa y comunica; no sólo divierte y enseña. Los medios presentan, comentan, seleccionan y hasta silencian la realidad. En muchas circunstancias la configuran, implantando criterios de valoración y de moralidad, y aun la alteran. Pueden hacerla amable, sospechosa o amenazadora, manipulándola y hasta inventándola. Además, tienen que hacerla vendible. No son sólo medios de comunicación social; también lo son de influencia y transformación social. Promueven y gestan cambios culturales .

La relevancia de esta misión es tal, que exige su cumplimiento con plena responsabilidad, con una conciencia clara y lúcida de los principios éticos que la rigen. Hemos llegado a un punto en que los medios de comunicación deben comprometerse con el bien común, lo cual implica, por la intercomunicación e interacción global, también un compromiso con el bien común de la humanidad, y de los países que quedan al margen de la salud, la educación y el progreso. Para hacerlo, tanto ellos como nosotros debemos guardar silencio y reflexionar, para después dialogar sobre el momento histórico que vive la humanidad.

La comunicación debe ser edificante en todas sus expresiones, y deben llegar a exponer lo mejor de nuestra cultura. Debe estar a favor de lo bueno, lo bello, lo noble y lo que educa para la sociedad. Jamás puede proponer la vulgaridad, la violencia o los antivalores que degradan una sociedad.

3) La comunicación debe fomentar la cultura del encuentro

Para un comunicador ¿qué es ser cercano? ¿qué es salir al encuentro? ¿qué es para ellos salir al encuentro del pueblo de Dios? Y nuevamente el esfuerzo por superar prejuicios y frases hechas que se han grabado a fuego en el corazón de pastores y rebaños: ¿Quién es más cercano, el que toca el timbre en una casa o el que se mete en ella a través de esos invisibles hilos de las nuevas tecnologías? No podemos encontrar una respuesta sin meternos en el “hoy”, en “la actualidad” de cada uno de ellos. Pero ciertamente tanto en un caso como en el otro se puede ser cercano o lejano.

Los medios de comunicación pueden y deben ayudar a que todos nos sintamos más cercanos los unos de los otros. Y es que la comunicación es, en definitiva, una conquista más humana que tecnológica. No podemos quedarnos en una mera esfera informática dejando a una gran cantidad de personas excluidas del acceso a los medios, evitando que la sociedad sea la casa de todos.

4) Debe ofrecer soluciones, y no caer en el alarmismo catastrófico

El comunicador no puede forzar sus argumentos cayendo en lo que el Papa Francisco denomina alarmismo catastrófico, provocando una información distorsionada sobre supuestos peligros en la situación de salubridad, demográfica, climático, ambiental, bélica o de cualquier tipo, pues impide que la comunicación proporcione a las personas elementos acordes a la realidad.

El alarmismo catastrófico se caracteriza por pretender abusar de argumentos que provocan malestar, miedo, confusión y desesperación. Puede provocar un efecto contagioso e impide una reflexión serena capaz de ayudar a la búsqueda de soluciones viables. Una comunicación de este tipo, advierte el Papa Francisco, es una degeneración de la comunicación, que muchas veces entra en el campo de la manipulación de los datos de la realidad.

Como ejemplo de alarmismo catastrófico tenemos el virus del zyka, el cual se ha asociado con la microcefalia sin base científica ni reflexión serena, pero con claros fines tendentes a promover leyes específicas del aborto bajo la excusa de proteger los derechos de las madres embarazadas.

5) La comunicación no debe estar sometida a ideologías y a intereses políticos o económicos

El comunicador puede llegar ser un simple servidor de intereses propagandísticos, ideológicos, políticos o económicos. Los poderes tienden a crear Medios de Comunicación que les sirven de plataforma mediática.

La comunicación es difícil cuando está viciada por datos que no obedecen a la realidad, sino a lo que se quiere comunicar. De esta manera el mensaje está encadenado y no le permite permanecer al margen de los intereses concretos de los sectores de poder.

La imposición de ideas a través de los medios de comunicación no responden a niveles de objetividad, no tratan de mostrar posiciones diversas y tendencias sobre determinados problemas, sino que denota una fricción sobre la realidad sobre la que actúan los políticos y los diversos actores sociales.

Así el comunicador se convierte en títere de intereses de poder, y el auditorio en objeto de manipulación. La información se convierte en una mercancía, de modo que no permite a la población el acceso adecuado al conocimiento de los procesos locales e internacionales.

6) La comunicación debe respetar la dignidad de las personas

“Al construir la sociedad de la información debemos prestar especial atención a la situación de los grupos marginados y vulnerables de la sociedad, en particular los emigrantes, las personas desplazadas en su propio país y los refugiados, los desempleados y las personas menos favorecidas, las minorías y las poblaciones nómadas. Reconocemos, por otra parte, las necesidades especiales de los ancianos y las personas con discapacidades” .

Una comunicación incapaz de respetar la dignidad de los demás tiene como finalidad la confrontación, la descalificación, con lo cual se crean dificultades para dicha comunicación.

Un comunicador que respeta genera confianza y empatía con los demás, abre puertas, muestra los principios y valores, y eso abre puertas y se granjea un respeto hacia él.

Por otro lado, existe una falta de respeto que es más preocupante que la invención o deformación del lenguaje: la falta de respeto hacia las personas mismas. Un antiguo proverbio dice: “Un hermano ofendido resiste más que una fortaleza”. Comunicar las ideas con respeto es fundamental. Definitivamente, si se desea que la comunicación fluya hacia el otro sin contratiempos debe mostrarse cortesía. La falta de respeto levanta barreras que después resultan muy difíciles de salvar o derribar. La rudeza es un obstáculo entre la meta y el esfuerzo.

Debe ser capaz de valorar el trabajo de los otros y no absolutizar sus posturas. Francisco es capaz de valorar realidades que nadie podía imaginar, y eso le da brillo a su dimensión de comunicador. Las salidas de Francisco ante las diversas periferias le abre las puertas en todos los ambientes por donde se mueve. La comunicación en Franciso está basada en ese respeto por el que piensa diferente, por el que no es pensado por nadie, con un espíritu inclusivo absoluto.

7) Debe ser humilde y saber reconocer sus errores

Es poco frecuente ver a un comunicador admitiendo un error. Siempre está el miedo de que el fallo adquiera protagonismo. A menudo a las instituciones, empresas y organizaciones les da reparo hacer una rectificación pública y, sin embargo, a menudo es también muy necesaria.

Rectificar es sano, no hay que tenerle miedo. Asumir el error es la mejor manera de levantarse de las cenizas. Es cosa noble y valiente dar la cara por una equivocación y no rebaja, sino todo lo contrario.

En definitiva, errar en comunicación es humano, y no debería ser un problema admitirlo, pues es señal de integridad y transparencia. Esto debería ser la meta de quien aspira a una comunicación fiable, por encima de aprovechar oportunidades mediáticas. Recordemos que el rigor está asociado a la credibilidad y la integridad, dos de los factores más importantes en la reputación de una institución o de una persona.

Para terminar, el comunicador debe aprender, a la luz de Francisco, a comunicarse sin artificios, sin intereses de por medio, con la verdad en el corazón, y con el deseo de aportar para que la sociedad pueda desarrollarse mejor. Sería muy enriquecedora una comunicación que incluyera también gestos de cercanía, humildad, y respeto.

Cuando una sociedad cuenta con comunicadores así se puede decir que tenemos la gran oportunidad en la sociedad dominicana de lograr de la comunicación una cultura del encuentro y la construcción de una verdadera ciudadanía, tal como nos lo ha propuesto nuestro amado Papa Francisco.

Gracias.

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