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Juan Bosch
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Nihil novum sub sole (Nada nuevo bajo el sol)

Evidentemente, de lograr la candidatura presidencial del PLD, Leonel Fernández se convertiría en el nuevo caudillo de la política nacional. Una pena, pues, es más estadistas lo que necesitamos y menos caudillos.

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Nihil novum sub sole (Nada nuevo bajo el sol)

Una vez terminada la Revolución de Abril de 1965, la República Dominicana inició un ciclo político con las elecciones de 1966 que llevaron al poder a Joaquín Balaguer. Dicho proceso electoral estuvo acusado de múltiples faltas e inequidades según se argumentó en ese entonces no solo por autores dominicanos sino también por autores norteamericanos de la talla de Thomas Powers de la Universidad de Yale, Premio Pulitzer de 1971, experto en inteligencia quien escribió “The Man Who Kept the Secrets: Richard Helms and The CIA” (1979) y como el Presidente Lyndon B. Johnson tomó la decisión de enviar a República Dominicana al Dr. Balaguer para solucionar crisis dominicana de 1965.

Igualmente, el libro “Demonstrations Elections: U.S. -Staged Elections in the Dominican Republic, Vietnam and El Salvador” de Edward S. Herman y Frank Brodhead, quienes argumentan como los Estados Unidos de América habían manipulado las elecciones como un “instrumento para gestionar el tercer mundo” para torcer la voluntad popular en aras de “la estabilidad del área”.

Así se inaugura este ciclo y se construye la realidad histórica contemporánea en la República Dominicana, imponiendo a Joaquín Balaguer como el principal caudillo con el control casi absoluto del poder y el liderazgo de los otros dos grandes caudillos Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez. Vino el interregno de los gobiernos del PRD, 1978-1986, entre sus éxitos estuvo desmilitarizar la política. Pero debido a su incapacidad para gestionar con racionalidad sus conflictos internos, permitió el regreso de Joaquín Balaguer al poder en 1986.

Ese ciclo continúa escamoteándole al Prof. Juan Bosch su triunfo del 1990 y al Dr. José Francisco Peña Gómez en el 1994. Se extiende con el Pacto Patriótico y el endoso de Balaguer y Bosch a Leonel Fernández (1996-2000) para cerrarle el paso al Dr. Peña Gómez. Viene el interregno de Hipólito Mejía en 2000-2004 quien modifica la Constitución para intentar continuar, pero es vencido por la crisis bancaria que venía gestándose 15 años atrás y que, desde mi punto de vista, no fue gestionada con racionalidad. Vuelve fácilmente al poder el Dr. Leonel Fernández (2004-2012). Este último gobernó tres veces nuestra nación. Quiso continuar en el 2012 presentando al país una cantidad importante de firmas “que pedían su continuidad en el poder”. En aquel entonces, muchos de los que hoy le siguen, defendían su permanencia en el poder y la correspondiente modificación constitucional como la única opción para el país.

La incoherencia política ha sido el signo de nuestro tiempo.

Sin embargo, el Dr. Fernández consigue una reforma constitucional con altos niveles de consenso político, pero que a través del llamado “Pacto de las Corbatas Azules” de mayo del 2009 con el PRD de Miguel Vargas Maldonado, logra él personalmente mantenerse rehabilitado política y constitucionalmente una vez terminara su mandato en el 2012, es decir a partir de las elecciones del 2016.

Es el grupo de Danilo Medina quien logra cerrarle el paso, inicialmente con el “Pacto de Juan Dolio” de abril del 2015, mas adelante con los escarceos de una modificación constitucional para permitir la repostulación de Medina en el 2020 y más recientemente impulsando la candidatura de Gonzalo Castillo.

Evidentemente, de lograr la candidatura presidencial del PLD, Leonel Fernández se convertiría en el nuevo caudillo de la política nacional. Una pena, pues, es más estadistas lo que necesitamos y menos caudillos. El ciclo tiene más de 50 años de corrupción, compra de voluntades, manipulación de resultados. El germen del caudillo se resiste a morir. Su reacción inicial ante los hechos luce peor que desesperado, en pánico y eso es patético. La JCE debe dar todas las garantías legales y tecnológicas para asegurar la credibilidad de los resultados finales. Pues no se trata exclusivamente de las primarias recién pasadas, se trata de la credibilidad de las elecciones del 2020.

Mientras tanto, que utilicen las vías jurisdiccionales es su derecho, pero sin subvertir el orden social. Hoy el Dr. Fernández cosecha lo sembrado como coautor y continuador político de la ausencia de un régimen de consecuencias instaurado en 1966 por el entonces Dr. Joaquín Balaguer, a quien emula en sus vicios y carencias institucionales. No en su austeridad.

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Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.