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Narcotráfico
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Nuevo paradigma: “Todos los países cuentan”

El fenómeno del terrorismo internacional, el tráfico de drogas y de armas, se han incrementado de manera considerable, muy a pesar de los ingentes esfuerzos que desarrollan los diferentes países, a fin de enfrentarlos.

El informe anual de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, (UNODC), de 2017, nos reveló que aproximadamente 250 millones de personas en el mundo (5% de la población total) consumen drogas. Y en los últimos seis años se han identificado 739 drogas sintéticas nuevas, teniendo un saldo fatal de 585,000 personas que murieron como resultado del consumo de drogas en 2017.

Así, el informe 2019 de este alto órgano especializado, nos da cuenta que 35 millones de personas en todo el mundo padecen trastornos relacionados con el uso de drogas, mientras que solo uno de cada siete personas recibe tratamiento.

De la misma manera, se ha incrementado el flujo del dinero que mueve el crimen organizado. Una muestra de lo planteado se expresa en el hecho de que en la década de los 90 el mercado de las drogas representaba unos 300 mil millones de dólares. Hoy ese mercado, de conformidad con la organización Red Internacional de Acción sobre Armas Pequeñas (IANSA), ya alcanza los 600 mil millones de dólares. Y no menos gravoso es el hecho de que, el tráfico ilegal de armas se ha situado en una escala de más de 10 mil millones de dólares al año.

Las armas ligeras son una verdadera desgracia. De conformidad con las Naciones Unidas, en el mundo circulan más de 500 millones de armas de este tipo, y se estima que hay una por cada 12 personas. Las armas indicadas han sido protagonistas de 46 de los 49 conflictos importantes surgidos desde 1990 y responsables de la muerte de cuatro millones de personas, la mayoría civiles, mujeres y niños. Asimismo, el Centro Regional para la Paz, Desarme y Desarrollo de la ONU, establece que en América Latina y el Caribe hay 80 millones de armas de fuego.

Como se puede notar, la complejidad del fenómeno nos convoca a una reingeniería en materia de cooperación para garantizar la seguridad que requieren y demandan nuestros países. La proliferación de armas, drogas y terrorismo demandan de un mayor nivel de cooperación, dada la necesidad de conquistar la paz y establecer un orden internacional seguro.

Uno de los principios que rige la lucha por la seguridad está basado en la doctrina realista que parte de que el Estado debe ser autosuficiente en garantizarse la seguridad y que por tanto debe contar con todos los mecanismos de defensa. No obstante, ante la nueva realidad que nos presenta el mundo de hoy este paradigma termina siendo insuficiente. No toma en cuenta el fenómeno de la transnacionalización del crimen omnipresente en casi todas las latitudes como consecuencia de la globalización. No contempla que existe un enemigo común de los países y pueblos, y que por tanto se requiere de políticas públicas convergentes para ser exitoso en su combate.

De ahí que ante la gravedad de los males planteados creo necesario un nuevo paradigma: “Todas las naciones cuentan”, poner énfasis en la cooperación multilateral como base fundamental en la lucha por la seguridad internacional. Y partir del criterio de que, aislarse no es una buena fórmula para enfrentar con mayor eficiencia los problemas citados, especialmente, cuando se trata de países que quieren y pueden aportar a la estabilidad y seguridad a nivel regional y global. Marginarse en materia de seguridad es un desatino incomprensible que dificultad alcanzar convenios que garanticen una seguridad y paz duradera en beneficio de los pueblos que sufren la crueldad de las guerras, los atentados terroristas, el tráfico de armas y drogas.

El nuevo paradigma “Todos los países cuentan”, se inspira en el reconocimiento pleno de los organismos del sistema de la ONU, y está cimentado en que frente al proceso de globalización el principio de interdependencia de los pueblos tiene una determinante incidencia en la solución de los problemas regionales y globales. Lo que se explica por el hecho de que ningún Estado en el marco bilateral ni en solitario, está en capacidad de dar respuesta a ninguno de los problemas de la seguridad internacional.

La consideración y valoración de este principio a la hora de elaborar políticas públicas nacionales en materia de seguridad dará la posibilidad de una mayor cohesión y planificación centralizada de las políticas domésticas, regionales e internacionales y así poder enfrentar de manera competente los flagelos que causan la inseguridad internacional.

Esta realidad implica que el enfoque de seguridad basado en la Guerra Fría debe ser superado, dando lugar a una estrecha y sincera cooperación entre los países, para enfrentar exitosamente al enemigo común: el crimen organizado y todas sus manifestaciones.

En este sentido, la Diplomacia Preventiva, como herramienta para la alerta temprana, es un componente esencial con el que debemos operar, y reconocer que este importante mecanismo del sistema de las Naciones Unidas que tiene como fin detectar las amenazas a la paz y la seguridad internacionales, podrá funcionar solo en la medida en que exista una estructura de coordinación multilateral entre las naciones, que permita que fluya la información y la adecuada transferencia de tecnología, sin lo cual no es posible prevenir el crimen en la época posmoderna.

El principio, “Todos los países cuentan” nos convoca a un enfoque más integral y solidario de la problemática de la seguridad, tanto en su dimensión compleja de seguridad de Estado, como en la propia seguridad de la vida humana, la ciudadana.

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